Ceguera (espiritual)
La ceguera espiritual no proviene de las imágenes que el hombre se hace de las cosas sensibles, sino de las imágenes sensibles que el hombre se hace de las realidades inteligibles, porque la suplantación en este terreno es imposible de detectar. El peligro de ensoñación y desvarío es más fuerte a medida que las representaciones o imágenes son más perfectas y autosuficientes, es decir, a medida que tienen una mayor coherencia interna, o una mayor perfección formal. La desorientación afecta entonces a la idea que el hombre se hace de sí mismo, en la medida en que orienta su conducta según una representación determinada del bien como si se tratase del bien mismo.
(Fragmentos tomados de la Estética de María Antonia Labrada)
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