"Cristo aporta al creyente una liberación de la muerte esencialmente nueva". Estas palabras fueron escritas poco antes de la Segunda Guerra Mundial por un filósofo judeoalemán, antinazi, que se refugió en Francia. No obstante, en esa fecha, el filósofo no había renunciado al suicidio. Desde hacía años, llevaba consigo a todas partes un veneno, para el caso de que cayese en manos de la Gestapo. Llegó la Ocupación. Paul Landsberg se esconde en Pau, en la zona sur. Su soledad se acrecienta. Pero se encuentra con el Cristo. Sólo entonces decide deshacerse del veneno. En marzo de 1943 es detenido y deportado. Murió de agotamiento en Oranienburg el 2 de abril de 1944. Tuvo tiempo, antes de su detención, de hacer cuentas con su transformación interior y escribir un breve ensayo, El problema moral del suicidio, que constituye su testamento intelectual. Lo he estado releyendo estos días. Landsberg no habla de oído; escribe sobre aquello que ha vivido en su fuero más íntimo. En su escrito sostiene, entre otras cosas, que una de las condiciones del cristianismo es que, después del Viernes Santo, ya no podemos hablar de la muerte, los vivos, sin tener presentes a los muertos. También afirma que la razón esencial para no suicidarse no es otra que la de imitar al Cristo. "No te sorprendas si sufres. Sí, vivir es llevar una cruz. Pero una cruz que tiene un sentido sagrado".
4 comentarios:
Lo de llevar la cruz aceptándo que tiene un "sentido sagrado", es de una gran sabiduría. Como siempre, Álvaro, te estoy muy agradecida. Un abrazo
Me alegro que alguien se acuerde de él. Es uno de esos pensadores del XX que murieron con poco más de 40 (Péguy, Mounier, Landsberg,..). La muerte, la persona, la fe, el compromiso, son constantes de este cristiano, nacido protestante de familia de origen judio, que fue un prodigio de la filosofía europea, traducida por Ortega su primera obra recién licenciado; profesor en la España republicana recién huido de la Alemania nazi; profesor en Francia huido del golpe en España, y como cuentas, muerto en el olvido de Oranienburg.
¿El olvido? Depende de quien tenga la última palabra, la palabra después de las palabras. Alvaro
Lauren, à chaque fois de plus en plus proches. ¿Qué fue de Hispania?
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