martes, 3 de marzo de 2009

País Vasco

«La primera impresión no puede ser mejor: el País Vasco es un lugar de una gran belleza y parece acogedor. Pero a poco que entras en él percibes enseguida la losa de plomo que pesa sobre la gente. No se puede hablar de ciertas cosas en la calle. Simples concejales tienen que andar con escolta y sus hijos no pueden jugar con otros niños del pueblo en la calle. No sabíamos que en esta Europa del siglo XXI, a apenas un millar de kilómetros de aquí, se estuvieran viviendo vulneraciones tan graves de los derechos humanos. Estamos todos muy impresionados».
Ese es el testimonio unánime de un grupo de diputados europeos que han visitado y permanecido en el País Vasco durante unos días, suficientes para comprobar algo que, según su testimonio, cuando se lo contaban los eurodiputados españoles de palabra, no eran capaces de creerles. Pues veniros y lo veis. Pues fueron, y lo vieron.
Vivo en Pamplona, y trabajo en una institución en la que hemos sido objeto de seis atentados con bomba en los últimos años. Mi casa está en una manzana en la que cuento no menos de cuatro personas que viven a diario con escolta. En la clase de mi hijo mayor, de no más de veinte alumnos, los abuelos de tres de sus compañeros fueron asesinados a punta de pistola, en algún caso a la vista de sus mujeres e hijos pequeños. Ninguno de esos tres amigos de Álvaro ha conocido a sus abuelos. El padre de un cuarto niño de la misma clase sobrevivió a un gravísimo atentado, estuvo entre la vida y la muerte, y mantiene graves secuelas físicas y psicológicas desde entonces. En la parada del autobús del colegio de mis hijas, otro abuelo de tres de las niñas ha sido varias veces acribillado a balazos en el portal de su casa, situada a escasos metros de la mía. Tengo la costumbre de enseñar las mellas de las balas a todos mis amigos extranjeros que vienen a Pamplona.
No sigo con la enumeración.
El pasado domingo se ha abierto la posibilidad de cambiar el gobierno en el País Vasco. No sé que pasará, al final. Se trata seguramente de la decisión más trascendental de los últimos veinte años en la democracia española. Una decisión política pero, sobre todo, una decisión moral que pesará como una losa sobre quienes no sean capaces de tomarla.
Con ese cambio, si es que se produce, no está, ni mucho menos, solucionado el problema. En la noche electoral, consciente de lo que se puede avecinar, el jefe del partido nacionalista vasco hablaba a los militantes de su partido, no como a simples partidarios sino como a miembros de una auténtica secta. Con tintes apocalípticos y pseudo religiosos. El nacionalismo es un cáncer y una idolatría. Pero al menos, desde ahora, las instituciones, con todo el peso de su representatividad moral y política, no les harán el juego. Se podría iniciar de verdad el largo camino hacia una sociedad abierta.
He oído con horror que la peor gentuza de la extrema derecha (afincada por cierto en la COPE) ya ha puesto en solfa esta posibilidad. Vivir para ver. También se opone a ello cierto progresismo madrileño que invade las tertulias. Los que se llaman a sí mismos amigos de Euskadi, defensores de un status quo inicuo y enemigos al mismo tiempo los derechos humanos individuales, empezando por el derecho a la vida.
En las cabeceras de ambos partidos nacionales reina una cierta moderación. Me alegro. A mí personalmente me da miedo Zapatero. No me fío de él, ni en lo político ni en lo moral, pero estoy deseando equivocarme. Y no me costará nada reconocerlo.

12 comentarios:

E. G-Máiquez dijo...

Una gran entrada, aunque un poco sobreactuado eso de la peor gentuza de la COPE. Por lo que les he oído a los liberales de la COPE (la ultraderecha es otra cosa, como deberías saber) no hacen más que manifestar las mismas dudas que tú en el último párrafo. Con esa salvedad, me ha encantado tu entrada y comparto tu ilusión. Un abrazo.

Nahum dijo...

Dios (y algunos políticos) te oigan, Álvaro. El cambio es necesario, también desde el punto de vista moral. Ojalá suceda.

Eso sí: creo que se te ha ido la mano en lo de la extrema derecha. Es un trazo gordo que achica demasiado las esquinas del espectro político. Si Blas Piñar nos oyera...

Anónimo dijo...

Muchas gracias, Álvaro, por esta entrada.

Como dice Hannah Arendt, “Sólo donde una comunidad se ha embarcado en la mentira organizada por principio, la sinceridad [mejor, la veracidad] en cuanto tal, no sostenida por las fuerzas deformantes del poder y de los intereses, puede convertirse en un factor político de primer orden. Donde todos mienten respecto de las cosas importantes, quien dice la verdad, lo sepa o no, ha comenzado a actuar. Se ha comprometido en los asuntos políticos, puesto que –en el improbable caso de que sobreviva- ha dado un primer paso hacia el cambio del mundo” (En -perdón por citar del italiano- Verità e politica, Bollati Boringhieri, Torino, 1995, p. 61).

Un saludo, JJ

Leibovitz dijo...

Zapatero lo lleva mal, pero es P.Lopez quien va a gobernar. De todas formar, leo a los periodicos proclamando que "los ciudadanos vascos han pedido un cambio!!", cuando sigue siendo mayoría el voto nacionalista que no nacionalista... Osea, tenemos lo que nos merecemos. Y además, resulta que hay partidos convenientemente vetados.
A mi los políticos no me dan miedo, solo hacen lo que les dejamos que hagan.
Mientras en este país siga habiendo el cancer bipartidista, no cambiaremos nada. Seguirán robando y malgestionando y despreciando al ciudadano, y nosotros nada, a votar la ideología, como hinchas de fútbol.

Jacobo Baselga Elorz dijo...

Moral y Política... No siempre ha habido que separar esas palabras.

Mucho me temo que una vez más el que volverá a equivocarse será el PSOE y no tú. Basta un rápido cálculo de probabilidad: ¿Cuántas veces falla una persona razonable en sus previsiones? ¿Y cuántas Zapatero?

De todas formas pienso igual que tú: Ójala tengamos que reconocer nuestro error (aunque a mí me costará más).

paisajescritos dijo...

Álvaro, mi tertulia madrileña no está teñida de ese "cierto progresismo" (de lo cual estoy muy orgullosa y por supuesto que no me he dado por aludida). Lo has clavado. Esperemos.

José Ignacio dijo...

No sé por dónde empezar, no quiero obviar este tema por su trascendencia, sobre todo para quienes vivimos aquí, como tú o yo, pero se me amontonan la cantidad de reflexiones que quisiera hacer, y no hay tiempo, ni posiblemente sea lugar.
Llamadme pesimista, pero creo que ninguno de nosotros verá solucionado el “problema vasco”, más allá del fin del terrorismo, hemos creado una sociedad enferma en la que nos despreciamos por nuestras ideas, y en la que cada vez hay más compartimentos estancos que no tienen ningún interés en entrar en contacto entre sí. Nos gusta pensar que somos la gran mayoría de la sociedad los que estamos en contra del terrorismo, y que el día que se derrote a ese grupo de fanáticos habremos solucionado el problema y seremos una sociedad libre, pero yo no lo creo. Mientras el hecho de que alguien genere un odio irracional por llevar un pin con la bandera española, u otro sea despreciado por hablar en euskera, o un tercero sea sospechoso para los dos por afirmar que no cree en patrias, seguiremos JODIDOS (sé que esta expresión no es propia de un blog como el tuyo, pero no encuentro otra que exprese mi hartazgo mejor. Pido perdón.)
Una muestra de todo esto que digo. Se ha perdido completamente la mínima objetividad al analizar unos resultados electorales en Euskadi. Estoy venga escuchar que el nacionalismo ha sido derrotado, que el pueblo vasco se ha cansado de los nacionalistas, etc…
Sin entrar a valorar la ley de partidos, si queremos interpretar lo que ha dicho una sociedad, no podemos negar una realidad como los nueve diputados que hubiera sacado la mal llamada izquierda abertzale, de modo que si hacemos números…
Insisto, mal arreglo tenemos cuando nos autoengañarnos en los análisis, con unos cimientos erróneos no se puede construir un buen edificio.
Ambos bandos (por seguir, aunque no me gusta, con la diferenciación de constitucionalistas y no constitucionalistas) quieren imponerse al otro, incluso argumentando superioridad moral, y esto agranda la fractura, ¿Qué día nos daremos cuenta de que tenemos que encontrar la manera de entendernos?

fernando de haro dijo...

Estimado Alvaro:
Agradezco la reflexión que haces este martes porque me hace pensar que, por razones muy diferentes, yo puede corear también la consigna con la que los militantes socialistas saludaron a Paxti López en la noche electoral: ¡Ari, Ari, Ari, Paxti Lehendakari¡ El socialismo de Zapatero, que es el de Paxti López, es nefasto porque acaba con toda la riqueza que tenía la buena socialdemocracia. Pero de ahí a no reconocer el bien que supone un relevo en el gobierno del País Vasco hay un trecho que solo se puede recorrer por ceguera ideológica. En ciertos sectores, ahora de derechas, antaño de izquierdas, domina la máxima revolucionaria de que cuanto peor estén las cosas mejor será para provocar un cambio. Es la aplicación a la política de lo que en las terapias contra el cáncer se demonima el "gen suicida". Quizás un gobierno del PNV con los socialistas acelerara el desgaste de Zapatero. Pero el bien del pueblo, el bien real del pueblo vasco, está por encima de esos cálculos. Un abrazo. Gracias.

Alvaro de la Rica dijo...

Pues me temo que no me queda más remedio que hacer algunas precisiones a mis palabras, a la vista de los muchos y variados comentarios que han merecido:
1. Enrique y Nahum, os sorprende que haya escrito extrema derecha. Son liberales, dice Enrique. ¿estamos ante un problema nominal? ¿No será la primera vez que cierto tipo de liberalismo se confunde con la derecha más extrema, véase el caso del austríaco Haider? ¿Os acordáis de aquellos ministros de la dictadura argentina que estaban formados por Milton Freedman en la Escuela de Chicago?
No obstante, estoy de acuerdo en que hay un componente puramente convencional en las denominaciones y que podéis tener razón, pero valga un razonamiento simple para justificar una denominación que por lo demás no me empecino en mantener: yo pienso que alguien como Rajoy, por poner un ejemplo, es una persona de derechas, ¿no? Pues los que están tan a la derecha que le desprecian, se puede decir que están en la extrema derecha, con todos los matices que se quiera.
2. De todos modos, no es lo que más me importa. Lo grave (de ahí lo grueso del trazo) es que la derecha (diría lo mismo si ocurriera con la izquierda) se alíe, se refugie, se confunda con la Iglesia de Cristo. O que un alto Prelado, como está ocurriendo, les acoja con los brazos abiertos. En la medida en que generan además un odio y una división irracionales, el problema moral es gravísimo.
El escándalo que supone la COPE es tan brutal que no es fácil de verlo. Es lo que se llama una mentira de segundo grado. Resulta tan increíble que miramos para otro lado.
Creo que eso es lo que les pasa a gentes muy respetables que trabajan allí (algunos amigos míos), que saben en el fondo que están colaborando con algo profundamente inmoral, pero que la misma brutalidad del mal no les permite distinguir sus contornos reales.
3. Creo que Fernando de Haro pone el dedo en la llaga con su comentario: son revolucionarios, o sea gente reaccionaria y violenta que quiere subvertir el orden, destrozarlo todo para luego volverlo a componer a su gusto.
4. Espero que no se cumpla la profecía de Juanjo.
5. Magdalena. Me importa aclararte que no ha sido mi intención lanzar una invectiva generalizada contra las tertulias, ni contra las de Madrid ni contra ninguna otras: benditas sean. Me refería exclusivamente a ese subgénero televisivo o radiofónico, en el que reina la opinión y no el análisis y el juicio, denominados impropiamente tertulias.
6. No estoy del todo de acuerdo con los argumentos, en buena parte coincidentes, de Leibowitz y José Ignacio, y de los que se desprende que hay que relativizar el valor de cualquier acción política, siempre que no se vaya al verdadero fondo de las cosas. Creo que expresáis la forma más benigna de pensamiento utópico, que yo respeto pero con la que no estoy de acuerdo en lo que se refiere a la política. Pienso en cambio, en este caso concreto, que una alternancia en Euskadi sería saludable. Algo tan sencillo y tan democrático como eso. Para lo que sólo hace falta que Patxi López tenga un escaño más de apoyo en la investidura que el que pueda tener otro candidato.
7. Otra cuestión en la que me parece intuir que coincidís es que no os gusta que no se puedan presentar los proetarras. Confieso que no sé si os he entendido bien, pero si así fuera debo decir que estaría completamente en desacuerdo con vosotros. Veo a mi alrededor muerte y destrucción, como he señalado con ejemplos concretos en mi entrada. Toda sociedad democrática, y quien quiera participar políticamente en ella, debe abominar de la violencia. No puede militar hoy en ETA, mañana en un partido político y pasado en ETA.
8. Me gustaría por último matizar mi afirmación de que el nacionalismo es un cáncer y una idolatría. Me refería por supuesto al nacionalismo radical. El resto del nacionalismo, compatible con una sociedad abierta, incluido el vasco, el catalán o el español, creo que, en la medida en que se radicaliza tiende a convertir la nación en un ídolo.

Nahum dijo...

Lo siento, Álvaro, con todo el aprecio que te tengo, creo que las explicaciones sobre la extrema derecha (y el liberalismo) son erróneas. Mejor dicho: facilonas o, en todo caso, matizables mucho más.

José Ignacio dijo...

Ya que me lo preguntas te contestaré que odio a E.T.A., movimiento que hoy en día no tiene ninguna razón de ser, y cuyo fanatismo, como bien dices, no es sino sinónimo de barbarie y dolor.
Esto quiero dejarlo muy claro.
Con respecto a si se les debe dejar presentarse a sus grupos afines a unas elecciones tengo mis dudas porque encuentro argumentos en ambos sentidos (no pensando en ellos, sino en la sociedad).
Pero dicho esto, porque quiero responderte con la misma sinceridad con la que tu escribes en tu blog, mi opinión al respecto no tiene nada que ver con mi queja de las lecturas que se hacen a los resultados de las elecciones. No es cierto que Euzkadi haya dejado de ser nacionalista, si hablamos de deseos, yo también quiero una alternancia, y ojalá Patxi lópez hubiera ganado las elecciones, y con amplio margen, pero ese deseo no me impide ver la realidad numérica; el nacionalismo sigue siendo mayoría.
Lo que no quita para que ahora haya pactos y el PNV deba abandonar el poder, así son las democracias parlamentarias, algo que el PP sólo recuerda cuando no es el partido más votado, en otras ocasiones en que son otros quienes se alían,hablan, sin rubor, de déficit democrático, y de cambiar las leyes y que sean los partidos más votados quienes gobiernen. Igual que ahora es patético oirle decir a Urkullu que estamos, casi, ante un golpe de estado.
Pero, bueno, todo esto es para hablarlo con un café por medio, porque hay que matizar tántas cosas.

Leibovitz dijo...

estoy del todo de acuerdo con Jose Igancio. Yo no apoyo los partidos proetarras, pero no hay partidos proetarras, hay PERSONAS proetarras, que son las que deben ser "extirpadas" de la vida política. Pero eliminar sin más una opción y sentimiento político, por muy radical que sea, de la forma en la que lo hemos hecho en España (como todo lo que hacemos en España), y además, respondiendo descaradamente a un cálculo electoral y con criterios volubles (hoy interesa, legalizo, mañana no interesa, ilegalizo), me parece sencillamente escandaloso, impropio de un estado de derecho.
Estando como están los abertzales, en las antípodas de mi ideario, me avergüenza sin embargo que no tengan derecho a ocupar su espacio político propio. Y como dice Jose Ignacio, el cinismo, el autoengaño "hemos ganados los constitucionalistas" es propio de un país en el que constantemente nos hacemos trampas en el solitario, y manejamos la realidad a nuestro antojo.