jueves, 12 de marzo de 2009

Julio González

En el Banquete de Platón, la violencia de la acción teatral, la entrada de Alcibíades borracho, interrumpe la concatenación dialéctica de los discursos. Platón sitúa la interrupción después de la medianoche, justo cuando llega a Sócrates el turno de habla. La entrada de Alcibíades desordena la reunión, se generaliza la embriaguez y el testigo narrador se duerme durante un tiempo. En consecuencia luego es incapaz de reconstruir adecuadamente el discurso de Sócrates. Es así como, con un hiato nocturno, como la realidad del mundo se interrumpe y destruye la continuidad luminosa del hilo discursivo.
Valéry, más modestamente, sitúa su acción dramático al final de El alma y la danza. Concluyendo el ordenado hilo del diálogo que mantienen sus espectadores, Athikté, el objeto exterior de su discurso, se desvanece y cae al suelo. Fedro teme que esté muerta, pero tal y como predice Erixímaco, pronto comienza a recobrar la conciencia. "¿Cómo te sientes?, pregunta Erixímaco. "No siento nada. No estoy muerta. Pero tampoco estoy viva". "¿De dónde vienes?, pregunta Sócrates. "Asilo, asilo, asilo mío, ¡oh Torbellino! Estaba en ti, ¡0h, movimiento" Y fuera de todas las cosas.
(Fragmento de Forma, de Tomàs Llorens)
Desde el 10 de marzo y hasta el 1 de junio, se puede contemplar una retrospectiva de Julio González en el Reina Sofía de Madrid.

2 comentarios:

Lauren Mendinueta dijo...

La escultura me parece especialmente bella. Un abrazo

Alvaro de la Rica dijo...

A mí también
Ya he encontrado el libro de Silvia, en la librería Gandhi.
Abrazos