1. Semana intensa de escritura. También en el blog, que por momentos ha cogido cierta fuerza. Pronto se cumplirá un año de la primera entrada. Cada vez que se acerca una fecha significativa, la resolución de dejar de escribirlo es más firme. Pienso que no hago más que repetirme. Los niños se cansan de sus juguetes. No sé lo que haré: por ahora me limito a vivir al día.
2. He leído estos días un libro extraordinario: Eros, The Bittersweet, de Anne Carson. Ya he hablado de ella en este blog. Un estudio sobre la pasión amorosa. Bittersweet, agridulce, es el neologismo con el que la inmortal Safo calificó a eros en el fragmento 130: "Me estremece de nuevo desatador/agridulce alimaña invencible, Amor". Nadie, que haya estado enamorado, discutirá con ella en ese punto. Eso dice la Carson. Me llama la atención el modo en el que rastrea en la tradición la conexión entre eros y el hambre física. Aunque conoce bien su obra, no lo ha visto en Kafka. Me preguntó porqué. En Kafka está mucho más claro que en Simone Weil, a la que dedica unas reflexiones acertadas. El artista del hambre. Eros y hambre, una relación polimórfica que nos lleva directamente al deseo de penetración, trituración, absorción y recomposición orgánica del otro y a través del otro. Se trata de alimentarse y vivir del otro. Algo imposible, seguramente.
3. Magdalena me hace ver que la composición de un blog tiene algo de mosaico o de collage. Un blog tiene la composición de un collage, tal vez con la diferencia de que no hay límite en su soporte, por ser una creación abierta. Hecha de retazos de vida, de lo que es y de lo que no es, ha de mantener equilibrio y compensación. Un eje, un desarrollo temporal, por el que discuren las entradas y se cuelan -también piezas necesarias de ese mosaico- las impresiones de los curiosos, que a veces no se conforman con la actitud pasiva del espectador. Me he acordado estos días del modo en el que tenía Proust de componer su obra. Pobre Gide! Proust escribía algo, una frase, una anécdota, una historia, y después se dedicaba a ampliarla: nuevas anotaciones o matices, desarrollos metafóricos, conexiones intertextuales. Llegaba un momento que la página no daba más de sí. Ni el cuaderno tampoco. Entonces iba pegando tiras de papel, paperolles les llamaba, a la hoja, en el lugar correspondiente. A las primeras tiras se le unían pronto otras más hasta que consideraba que la cosa estaba lista. Algunos paperolles llegaban a tener más un metro de largo. Cuando quería corregir el material, tenía que disponerlo en las paredes de su cuarto como un mosaico mágico (en la foto inferior). Cuando murió en 1922, en pleno proceso de corrección, estaba agotado. En un blog como este los paperolles han sido borrados, pero si se pusieran recomponer ocuparían varias estancias.
4. El fin del Carnaval trae la Cuaresma. Y la Cuaresma me trae la idea del desierto. Las tentaciones al Cristo. El ayuno (de nuevo la idea del hambre y el amor, de la preparación de la única comunión realmente posible). Lo que nunca he conseguido entender (otra pregunta para los teólogos) es lo siguiente: ¿cómo pudo el diablo pensar que el Cristo (Perfectus Deo, Perfectus Homo) iba a caer en la tentación. ¿Acaso no sabía delante de quién estaba? No se me ocurre otra solución al problema que la lectura de esos pasajes memorables (en las tres tentaciones está descrito el programa de vida que nos propone el mundo) plantea.
5. Una de coincidencias. O mejor, dos. En dos ocasiones he copiado, y recompuesto a mi gusto, fragmentos de las cartas que me envía desde muy lejos una amiga que está muy cerca de mi corazón. Me gusta como escribe. Tiene naturalidad que suele ser lo más lo más difícil. Parece que se trate de un alma doliente. Y no lo es. Ha dado la casualidad de que lo que he medio transcrito se refiere al lado oscuro de la vida, pero me atrevería a decir que es una de las personas más divertidas y con las que más me he reído en mi vida. Bien, pues, para ilustrar una entrada puse una foto que tenía guardada para una ocasión así. Es más, fue la foto la que me llevó, cuando leí una de sus cartas, la que me arrastró a publicar un texto que me parecía secretamente emparejado con la imagen. Al intentar identificarla, llegué a la conclusión de que era una imagen tomada por Sophie Calle, y así lo escribí. Al cabo de un tiempo, otra carta, otro fragmento que me pareció significativo. Busco una foto (esta vez si fui del texto a la imagen) y encuentro un autorretrato maravilloso de Francesca Woodman. Genial. Busco algunas cosas sobre la fotógrafa y me encuentro con que la foto de la entrada anterior, la que yo había atribuido falsamente a Sophie Calle, era también de la Woodman.
6. Otra coincidencia, no menos entrañable. Pongo The Look of Love, en una versión de Diana Krall. El pasado lunes 2 de marzo. Más tarde, Annie Leibowitz me comenta que a ella le encanta la versión de Dusty Springsfield. Por la noche, en la cama, oigo en la radio que en tal día como ese se celebraba el aniversario de su muerte. Y yo no había estado lo suficientemente atento. ¿A qué? A las celebraciones y calendarios. No, no, en absoluto, atento a las llamadas desde el otro lado.
7. Me llega la noticia de que Acantilado se dispone a publicar, en breve, una reedición de Mi Pushkin. Y minúscula el ensayo de Tsvietáieva sobre el pintor y poeta Voloshin, titulado A media voz. En ambos casos la traducción se debe a Selma Ancira. Una enorme garantía.
6 comentarios:
Espero,sinceramente, que no dejes de escribir el blog.
yo creo, que si abandonas el blog, te morirás un poco (más), desaparecerás un poco (más), te esconderás del todo... en fin, no me parece nada terapeútico el abandono querido álvaro ;)
Don Álvaro, ¡por favor!, no deje el blog. No soy teólogo, pero he estudiado alguna teología. Me voy a aventurar a dar una respuesta (no definitiva, faltaría más) al parágrafo 4. El Diablo no pensaba engañar al Cristo, QUERÍA engañar al Cristo. El primero que probó el fruto del "Árbol del conocimiento del bien y del mal" fue el Tentador, fue el primer seducido por el "serás (en este caso, serás) como Dios". En ese fruto estaba la semilla de la voluntad de voluntad. Ese "querer" que se cree firmemente que "querer es poder" conduce finalmente a tentar al Hijo de Dios, al Nuevo Adán.
Álvaro. Primero, de lo de abandonar el blog, ya sabes mi opinión... tú mismo.
Otra, al hilo del punto cuatro "me dijo al oído que entre Dios y el Demonio no existía más que un "malentendido" " (L. Villalonga, Bearn)
Última. Lo de los parerolles (la informática ha acabado con ellos (insert text) y los ha sustituído por los hipervínculos) me ha encantado, sabía de la técnica que usaba Proust, pero no recordaba (o nunca supe) el nombre. Pues nada, enlazando con la primera, confío en que no abandones este collage. Proust lo prolongó durante toda su vida.
tendríamos que hablarlo más despacio con algo para comer delante, pero lo que dice me suena a quietismo (una sensibilidad de la por lo demás estoy muy cercano)
toda voluntad es una forma de voluntad de poder
cualquier forma de salvación pasa por una rendida aceptación de nuestra inanidad para casi cualquier cosa (salvo aceptar lo que nos sea dado)
Querer es siempre querer más. Lo han dicho desde los más grandes filósofos hasta los autores de las canciones más... horteras.
Pero hay formas de querer. La del Diablo es la del que está subido en el autoengaño o encerrado en el solipsismo más soberbio y despreciador. Adán y Eva fueron engañados, erán susceptibles de tener hambre de conocer y hambre de comer. Tenían su cuerpo (¡bendito cuerpo!). EL Diablo sólo tenía hambre de conocer. No fue cautivado por el fruto. Fue el autor, sin coartada, de su propio engaño. Y, a pesar de saberse autoengañado o por eso mismo, su único querer es engañar. Es la única forma de disimular su pecado.
¿Cree que es posible calcular las dimensiones del pecado del Tentador? Fíjese que no tiene redención.
De momento, lo dejo porque temo perderme.
Un cordial saludo,
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