Acabo de leer Carta a D. Historia de un amor, del escritor judío-austriaco-francés André Gorz, uno de los fundadores de Le Nouvel Observateur. Es el primer volumen de una nueva colección de Paidós que se llama El arco de Ulises. Son libros breves (!Viva!, ¡Cojones ya, como dijo Arrabal, es que aquí nadie lee ha leído las seis propuestas para este milenio de Calvino, Italo no Jean!¿Sigues pensando que mi escritura es elegante?) y que responden al siguiente palabro de Quevedo: "Hay libros cortos que, para entenderlos como se merecen, se necesita una larga vida". ¿Es el caso de la Carta a D.? Juzgadlo cada uno. Por mi parte, me limitaré a decir que me ha dejado muy pensativo. El autor le escribe a su mujer, muy enferma, una carta de amor y de despedida, una larga justificación de sus errores, un meditado examen de su conciencia y de la pureza de un amor que ha sido y es, en el momento de la escritura, la razón de su vida. Gorz ha querido ser marxista, ecologista, marcusiano, revolucionario y no sé cuantas equivocaciones más, pero para mí es simplemente un judío, y eso es lo que hace que su escritura y su mundo sean fascinantes. Lo que no se perdona a sí mismo, y lo que intenta enmendar ahora, cincuenta años más tarde, es el haber escrito en un libro de los años 50 once líneas sobre su mujer que, según dice, y con razón, han alterado irremediablemente el sentido de su vida en común. Eran unas líneas frívolas, poco meditadas, y en suma, falsas. La letra es la que condiciona la vida, y no al revés. Es el verdadero drama de estas vidas. Nadie, nadie tiene como los judíos el verdadero sentido de la escritura.
2 comentarios:
Por todo eso hay que tener mucho cuidado con lo que se escribe, ya sea bueno o malo.
...mmm...luego diré más.
Ah y leeré el libro
Aunque no lo creas, escribo todo con temor y temblor. El libro te gustará mucho, creo.
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