Para mi hija Inés y todas las niñas de ocho, nueve y diez años
Cuando, en víspera de Navidad, te llamaron y te dijeron que te quedaras con los mayores, dando por sentado que estabas en "el secreto" juego de los adultos. Cuando no te dejaron acostarte con los pequeños y seguir "creyendo" o al menos "querer seguir creyendo", cuando cortaron de golpe con un cuchillo envenenado tu infancia, ¿qué sentiste?, eh, dime, ¿qué sentiste?: la tristeza por todo lo que dejabas atrás, por la inocencia de un país perdido o la alegría y la excitación – el élan– de descubrir un nuevo mundo lleno de posibilidades futuras, incluida la de velar como otro guardián entre el centeno por la inocencia de los más pequeños…
1 comentario:
Quién no ha sido víctima de la precipitación de los adultos. Dar por hecho que uno quiere salir de su mundo infantil, sin tenerle en cuenta.
Esto encajaría en F&C, 700 palabras de ternura.
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