domingo, 1 de agosto de 2010

Gerda Taro


"Con una mujer como Gerda Taro al lado, cualquiera podría ser Robert Capa". Totalmente de acuerdo con esta frase, oída al vuelo, días atrás, en mi librería de cabecera. La foto de arriba, ¿la sacó el bueno del señor Friedman? Parece que no, pero en realidad no se sabe. Lo que yo hubiera dado, en todo caso, por haber pasado aquella noche de finales de julio del 37 en El Goloso (menudo nombre de lugar para estirar la pata). A su lado. Me hubiera quedado en silencio, viéndola morir. Sola. Plena. De vitalidad y de muerte (como en la foto de abajo). De luz. Fue en concreto un 26 de julio, y yo me acordaré mientras viva de esa mujer a la que admiro. Atropellada por una tanqueta republicana. Enajenada por la morfina. Me gustan sus manos. ¿De hombre? De mujer fuerte. Valiente. De las que no se derrumban a la primera. De las que, no obstante, saben hacer teatro. Dice François Maspero que, cuando estuvo en la cárcel, Gerda volvía loco a un carcelero fingiendo que lloraba. Había descubierto que ese tipo (nos pasa a muchos) nos venimos abajo cuando llora una mujer. Nada más natural. Lo que tú quieras, pero en cuanto aparecía el verdugo, la Taro se echaba a llorar como una magdalena y ahí se acababan los interrogatorios y la tortura. Parece que hay una exposición de sus fotos en Madrid. Yo no pienso ir. "Ya, tú prefieres imaginártelo todo. Muy en tu línea".

4 comentarios:

J. G. dijo...

Me encanta Robert Capa y sus experimentos de fotosó

Anna A. dijo...

Pues si yo fuera tú, iría corriendo. Si es la misma exposición que estuvo aquí en Barcelona, haz un hueco y ve.
Las fotos de Taro, hechas con esas manos fuertes pero con una mirada propia, muy propia, sólo pueden venir de una mujer. De esas mujeres tan especiales. Ya sabes cuales.

Qué gran fotógrafa perdimos.

Adelarica dijo...

gracias Anna, iré entonces, un abrazo fuerte fuerte, al

Anónimo dijo...

Qué belleza de mujer. Musa inevitable de artistas. O porvocadora de arte.