En una pequeña librería, de esas en las que venden periódicos, goma de pegar y mapas de la zona, veo que tienen, en un estante bien alto, casi inaccesible, algunos de los primeros números de la colección de Alianza Bolsillo. Rebusco un poco y encuentro dos cosas interesantes: un libro sobre los navegantes españoles del siglo XVI, en el océano Pacífico (lo compro inmediatamente para mandárselo a un amigo italiano que está escribiendo sobre esa gran historia marina), y una antología de cuentos argentinos, de entre 1900/1970 (es el número 267 de AB). Menuda colección de escritores, de Güiraldes a Arlt, de Horacio Quiroga a Rodolfo Walsh, pasando entre otros por los Borges, Cortazar, Mujica Láinez, etc. Me pregunto si la antigua gesta española tuvo algo que ver con esta magnífica cosecha de talento artístico. No está Sábato (vaya, debe de ser que al antólogo le pareció innecesario incluirle). Yo me he lanzado, en primerísimo lugar, a releer a Bioy Casares, de quien se destaca el memorable En memoria de Paulina. Por unos instantes, en sus frases acortadas y precisas, en el complejo y bien articulado mecanismo que es esa pieza literaria, he recuperado, con el placer de la lectura, el recuerdo de la primera vez que lo leí (y que lo expliqué en clase), y, sobre todo, el deseo, el deseo irrefrenable de ponerme yo mismo a escribir.
1 comentario:
No soy un entusiasta de Bioy Casares, lo confieso, pero como toda excepción que confirma una regla, sí que me fascina "La invención de Morel". No conozco historia de amor tan desesperada. Ni sueño tan real...
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