Sigo profundamente afectado por la prohibición de los toros en Cataluña. Anoche, tras leer a Bergamín, escuché en la radio los programas taurinos de la SER y la COPE hermanados por una causa con causa. ¡Qué sentimiento de traición, de laceración, de crueldad reina en el mundo taurino! Hace falta un poco de imaginación para saber lo que significa el toro para una parte importante de la población española (y qué decir de la hispana). Algo radical y constituyente. Pasar uno mismo, entero, con las fibras más íntimas del ser propio, a la clandestinidad, en un determinado territorio al que se ama, no es cosa fácil de digerir. Yo no sé si volveré a Cataluña mientras la prohibición perdure. No lo tengo claro, aún; creo que es un deber de justicia ante aquellos que han quedado proscritos. Me importan mucho más sus sentimientos, su vida espléndida de autenticidad, que las heridas del toro. Me importa mucho más el arte. La libertad. La humanidad. Toda la inmensa verdad que la corrida hace patente. Su ritmo, sobre todo. La medida del tiempo, el reloj, que es la clave secreta de toda buena faena (el toreo es el arte ultra-rápido del que habla Florence Delay). El rito. El reglamento. La seducción y el éros. La feminidad luminosa del traje. La tradición y el misterio. El concepto. La disputa. El método. Todo un sentido de la vida (y de la muerte) ha sido abolido allí. La literatura como tauromaquia ha quedado prohibida. Yo, aún, no me lo puedo creer: y espero que se lleve al Constitucional, que se decrete la Fiesta como bien de protección artístico y cultural (competencia exclusiva del Estado), y, si no prospera el camino jurídico, deseo que se celebren corridas clandestinas. Yo asistiré, y con la cabeza bien alta.
P.S. La foto, como todo el mundo sabe, recoge la reciente cogida al diestro Julio Aparicio. Ayer, pocas semanas después del lance, Aparicio reapareció (resucitó habría que decir, milagros de la tauromaquia) ante el toro, ante el público y ante sí mismo.
13 comentarios:
Pues para alguien que no está de acuerdo con los toros como práctica brutal contra los animales, a pesar de respetar que el resto del mundo haga lo que quiera, que no vengas a Cataluña por este motivo, duele.
Lo siento, pero tenía que decirlo.
Naturalmente, soy yo el que salgo perdiendo. Conoces bien mis vínculos con esa tierra, también por la parte grande que te toca, pero me parece muy fuerte lo que ha ocurrido. No me muevo, casi nunca, por causas políticas, ni por la dimensión política de las causas, pero el toro está por encima, antes y después de la política.
Precisamente por eso, por esos vínculos particulares y tan especiales, no entiendo que quieras renunciar a ellos. No sabía que las corridas tuvieran tanto poder. Y eso, me deja helada.
No te voy a engañar Anna
Tienen ese poder y aún mucho más, yo desde luego no sé explicarlo bien, es algo que está, como la vida, entre lo atávico y lo metafísico.
Yo lo he comprendido en parte a raíz de la prohibición, y pienso que a muchos nos ha ocurrido lo mismo.
No te preocupes, tú y yo nos veremos anywherelse! El mundo es muy ancho.
"Yo, aún, no me lo puedo creer: y espero que se lleve al Constitucional, que se decrete la Fiesta como bien de protección artístico y cultural (competencia exclusiva del Estado), y, si no prospera el camino jurídico, deseo que se celebren corridas clandestinas. Yo asistiré, y con la cabeza bien alta."
¿ no te contradices? Si prospera el camino jurídico en mi opinión se tendrían que restituir inmediatamente las corridas, pero si no son legales no los son, o ¿vamos a la desobediencia civil? Es una opción pero si se pone de moda no va haber ley que resista.
Pero bueno yo me salto un montón de leyes así que no me parece mal tu postura , pero ten cuidado con los polis.
querido amigo (¿puedo llamarle así?)
antes que nada, gracias por introducir el humor al final, a mí me hace muchas falta porque reconozco que este tema me supera
de modo que si acabo corriendo delante de los Mossos, o de la Unidad esa de Intervención Especial zapateril, pido que me hagan una foto y se la mando de inmediato
en cuanto al iter jurídico, no hay contradicción: yo pido que se agoten las vias legales, y si no son favorables a mi postura, yo deseo que se celebren las corridas, aunque sea de estrangis, con clara conciencia de ser un out-law, es más, estoy deseando que me detengan por eso: aceptaré gustoso las consecuencias
Si ,claro que me puedes llamar amigo , pero cuidado con las relaciones por internet , un amigo mio consiguió tener una crisis de parejas sin haber visto a la chica nunca.
Hace años fui de testigo contra un poli de la secreta , era el único testigo , un tema de abuso de poder menor , pero bastante claro a la víctima no la conocía de nada pero estaba vendido delante del poli sin testigos, Son muy brutos , no todos claro , ahi llegan mis compromosisos sociales , persona a persona y caso a caso. Las leyes son necesarias pero caoacción pura y dura.
no creo que lleguemos tan lejos como tu amigo el in-vidente, ja ja
y enhorabuena por tu coraje cívico
Me ha gustado mucho la reflexión de Álvaro sobre el agotamiento hasta el final de las vías legales, y una vez terminadas estas, seguir actuando en la clandestinidad, pero asumiendo las consecuencias de tal proceder. Es algo parecido al ejemplo que dio Sócrates al aceptar la sentencia de muerte. De esta forma se salva lo que constituye nuestra identidad pero no se subordina la aplicación de la ley al propio parecer subjetivo. Repito, me parece una línea muy interesante en cuanto que respeta todos los factores en juego.
Por otro lado, respecto al tema de la prohibición, posiciones de fondo aparte, es un dato objetivo que a partir de enero de 2012 Cataluña será un poco más pobre, culturalmente hablando.
Sin perjuicio del hecho de que soy un enamorado de los toros -porque los he vivido junto con mi padre desde pequeño, y entiendo la vida que llevan dentro- creo que medidas prohibicionistas como estas son un hito más en la construcción socialdemócrata de una sociedad higiénica, profiláctica, previsible, en resumen, sin alma ni misterio.
La prohibición de la fiesta de los toros es, paradójicamente, un paso más en la sacralización de la naturaleza como nueva deidad democrática y, en parelelo, en la deshumanización de nuestra cultura.
Siento haber sido tan pesado, pero este es un tema que me afecta mucho.
Muchas gracias Álvaro por rescatar el lado literario del toreo. Este es el año de Miguel Hernández, a ver si nuestra gauche divine se acuerda de uno de sus poemas.
Un fuerte abrazo,
Luis
http://fromthetree4.blogspot.com/
No comparto ni entiendo tu pasión por los toros, la verdad, pero la respeto, evidentemente. Y me sabría muy mal que no volvieras a Catalunya, ya que gracias a una de tus visitas pude descubrir tu interesantísimo libro sobre Kafka y tu magnífico blog.
Y, con todo el respeto, en mi opinión la imagen con la que ilustras tu comentario de hoy, ya es de por sí razón suficiente para no pisar una plaza de toros en mi vida.
Y que conste que la clase política catalana no me merece ningún respeto, decisiones tauromáticas al margen.
Para los que preferimos evitar el sufrimiento agónico a un ser vivo a las tradiciones (no tiene nada que ver con sacralizar la naturaleza) la noticia de la prohibición es esperanzadora, a pesar de que la decisión haya sido tomada (como todos hemos intuido) por razones políticas. El martirio público de un animal formará parte de la historia de nuestra cultura como lo fueron las luchas a muerte de los gladiadores. Nadie va a dudar de la plasticidad estética de las corridas, tampoco de la lucha de gladiadores, pero eso no las justifica.
"Si un hombre aspira a una vida correcta, su primer acto de abstinencia es el de lastimar animales." León Tolstoi
"La verdadera prueba de la moralidad de la humanidad, la más honda (situada a tal profundidad que escapa a nuestra percepción), radica en su relación con aquellos que están a su merced: los animales." Milan Kundera
PS: La imagen es de justicia poética, pero tampoco es agradable de ver.
Álvaro, ¡ea!, que diría Juncal. Sólo hay una cosa que me ha gustado de todo este proceso hasta la prohibición: la libertad de voto frente a la disciplina de partido. Ya podría ser así en otras cuestiones - y más importantes que los toros-(sin ir más lejos, Bono, el "catolicote" como le llama un amigo, se habría ahorrado más de un disgusto).
¡Ea!, que diría Juncal.
pues sí, tiene narices que reserven la libertad de voto (algo que debería existir siempre) para una cuestión como ésta; y significativo desde luego de en qué plano tienen estos señores puesta su conciencia
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