jueves, 30 de abril de 2009

Diccionarios

Me gustan los diccionarios; estoy convencido de que son una herramienta imprescindible en el trabajo intelectual y artístico. En realidad es el único contacto que tengo con los eruditos, un tipo humano que me aburre bastante. En cambio, con los diccionarios, obra de los eruditos en los más diversos campos, en cuanto te cansas de tanto dato, casi siempre sin alma, lo dejas sobre la mesa o en la estantería y sigues respirando a tus anchas. He incorporado dos diccionarios a mi biblioteca: el primero, Diccionario del Dandi (Antonio Machado Libros, 2009), escrito por Giuseppe Scaraffia, ofrece una cincuentena de voces acerca de ese fenómeno humano y social que es el dandismo. Está muy bien hecho, y hablaré de algunas de las ideas que contiene en una próxima entrada. Incluye al comienzo una historia o genealogía del dandi que merece la pena leer. El otro diccionario, publicado por Adaba, se titula Diccionario de conceptos de arte contemporáneo. Obra colectiva, alemanoide, un tanto pesada pero rigurosa y bastante completa. Se trata de aproximarse o definir los conceptos reinantes en la escena artística contemporánea. Lo último de lo último, pero sesudamente tratado. Del Body Art al Camp, de la Queer Culture a la teoría de la recepción pasando, por supuesto, por la performance, la instalación, etc, etc. ¿Una moda más? No lo creo, aunque tampoco pienso, más bien me inclino por lo contrario, que todo ese despliegue conceptual represente una página especialmente brillante de la tradición artística en Occidente. Hay más metafísica que arte en todo ese mundo. Y en la parte crítica, mucho más ideología que talento o empatía. Poca emoción, o ninguna, y lo que es peor, poca ilusión, algo sin lo cual no merece la pena vivir. Pero el volumen tiene su interés, si uno no quiere andar completamente despistado en los saraos culturales y en los pseudoculturales que tanto les gustan a algunos.

5 comentarios:

Belnu dijo...

A mí me apasionan los diccionarios. Algunos, según como se lean las entradas, parecen poesía contemporánea.
O por ejemplo, ese diccionario fraseológico de Seco y Olimpia Andrés, tan castizo y lleno de lengua viva.
Ya envidio ese germánico diccionario de arte, parece necesario, aunque entiendo bien de lo que habla usted. Yo he traducido muchos años arte para museos sobre todo contemporáneos (MACBA, Fundación A. Tàpies y otros) y sé de esa metafísica combinada con terminología arquitectónica, queer theory, foucault, psicoanálisis y etc. Y al mismo tiempo en medio de toda esa contemporaneidad cerebral, mi yo romántico del arte, no por las autorías, sino por buscar lo literario, la transmisión de un universo propio, la emoción... y he encontrado artistas que siguen en ello pese a todo.

Adelarica dijo...

a mí también me encantan, en el fondo creo que tengo bastante de ilustrado/enciclopediste; y estoy totalmente de acuerdo con lo que dice de ese mundo del arte contemporáneo en el que tantas distinciones hay que hacer (por cierto, envidio su formación y la cantidad de cosas que ha hecho)
yendo a otra cosa, en passant, lo del sentido del humor no lo decía en serio, a que no

Belnu dijo...

Ja ja, espero tenerlo, pero el sentido del humor es limitado, ¿verdad? Hay gente que al leer mis cuentos de Crucigrama me dijo: Lo que más me gustó es el sentido del humor. Pero mi vecino escritor me dijo: qué visión tan pesimista, me has deprimido... Y cuando le pregunté por el humor, me dijo que él no lo había visto...
En cuanto a mi formación, pero si es una deformación pura! Sin método, sin sistema, casi autodidacta, un desastre completo que sólo han compensado un poco mi curiosidad y mis pasiones, puestas también en el trabajo y el azar. Yo les envidio a ustedes, los que supieron quedarse en la universidad como paraguas, los que no cambiaron de dirección o la enderezaron a tiempo...

Adelarica dijo...

no he podido contestar hasta ahora porque me ha desaparecido el blog de la pantalla. ¿Le ha pasado alguna vez? Te entra una angustia como si hubieras perdido a un niño pequeño en la playa. Ahora parece que va pero después del pánico que he sentido creo que me voy a plantear volver de nuevo a mi cuaderno veneciano de toda la puñetera vida.
el sentido del humor debería ser ilimitado, lo que ocurre es que lo dije about the garbage no era nada gracioso (me perdona?)
formación y deformación son las dos caras de la misma moneda; esta parte de la conversación me recuerda refrán inglés del neighborgs greener grass

Belnu dijo...

Sí, me pasó una vez y es terrible, un blogger me recomendó desde entonces ir guardándolo con "guardar cómo" y a veces lo hago. Es más, yo he intentado acceder al suyo y no he podido en algún momento.
Sí, sí, perdonado (yo dudaba si era levemente agresivo -¿por haberme metido demasiado con el país?- o sólo algo maladroîte, pero para mí una disculpa o reconocimiento lo borra en cualquier caso). Sí, el refrán inglés suele cumplirse, pero lo mío tiene peor encaje en el mundo.
Lo del niño pequeño en la playa me recuerda a mis pesadillas cuando G. era pequeño y yo soñaba que me había olvidado el cochecito en una tienda e intentaba correr a buscarlo, pero mi cuerpo somnoliento pesaba y todo era lento hasta el despertar.