lunes, 14 de marzo de 2011
Notas para un diario 193
El climax de la tercera temporada de In treatment llega a mi juicio en la quinta semana, en la sesión de terapia que Paul Weston mantiene con Adele, su nueva terapeuta. La charla se va poniendo más y más tensa, Paul está hecho polvo: acaba de dejar a Max, su hijo pequeño con el novio de su mujer en la casa que ellos van a compartir en el futuro, se encuentra solo, muy solo y no soporta la idea de hablar en serio con su novia Wendy, veinte años más joven que él; no avanza gran cosa con los pacientes que está llevando, casos difíciles que interfieren de mil modos con su propio dolor, y ahí está el bueno de Paul, convencido de que tiene Parkinson, de que va a morir pronto y abandonado por todos, incapaz de reaccionar ni de tomar ninguna decisión, tampoco en el plano profesional, alargando como un doble de Kafka su agonía y los eternos tormentos del morir. Al menos ha encontrado a Adele, su terapeuta, fría, inteligente, elegante, que le ha demostrado ya que le entiende, que ve en su vida mejor que lo hace él mismo. Paul desea su cercanía, la admira y desea compartirlo todo con ella, el trabajo que les une profesionalmente, la vida, sin más, la larga experiencia que ambos han acumulado de la vida. Se lo ha dicho en la sesión de la semana anterior y ahora se lo repite, la necesita, eso es todo. No es capaz de afrontar los restos del naufragio sin ella a su lado, y no sólo como terapeuta. Ocurren muchas cosas en esa corta sesión de la quinta semana. Mucha mucha nada. Paul está tan paralizado que, como le dice Adele, que quiere cumpla el horario establecido y que se marche y vuelva la semana siguiente, "no es capaz siquiera de levantarse del sofá". El único problema de Paul es que ha llevado su individualidad tan lejos que no se parece a nadie, sólo a él mismo, y por eso mismo ya nadie, nadie, le reconoce.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
10 comentarios:
Vaya me has adelantado...estoy terminando la 2ª.
Sabía que te gustaría desde el minuto 1.
nunca te lo agradeceré bastante…
Dime, ¿qué libros guardarías bajo llave en la alhacena del fondo a la izquierda?
mañana t lo cuento, pero te adelanto que tendría los poemas de Robert Frost
El teléfono, si acaso?
"Cuando hoy me hallaba yo lejos de aquí,
paseando sola,
quieta y tranquila
era la tarde.
Sobre una flor incliné mi cabeza
y oí tu voz.
¡Oh, no digas que no, porque entendí...!
Me hablaste desde aquella flor que está en la ventana.
¿Has olvidado lo que me dijiste?"
Pero dime antes qué creiste oir."
"Esquivando una abeja de la flor,
incliné mi cabeza
y, cogiéndola luego por el tallo,
escuché y oí, clara, la palabra...
¿Pronunciaste mi nombre? ¿O bien dijiste...?
Sí, alguien dijo: «¡Ven!», mientras yo me inclinaba."
"Si acaso lo pensaba, no lo dije en voz alta."
"Por eso regresé."
Versión de Agustí Bartra
hablando de series..espero que estés viendo o hayas visto "Dowton Abby"..te pega todo..son tan ingleses.
inglés? yo?
aún no he podido, unfortunately
¿No? Pues deberías..son tannn ingleses y tannn correctos..te pegan todo.
Por cierto, como sé que te gusta Kafka..no sé si conoceras esto.
http://confiesoqueheleido.blogspot.com/2011/03/kafka-robert-crumb-y-david-zane.html
ahora correcto? vaya…
Por favor..eres el tio más "correcto" que conozco. Casi pareces de mentira..dicho sin acritud, ya sabes.
Publicar un comentario