Parmigianino, Retrato de un joven, c. 1523 (Louvre)
“Parece que el hombre verdaderamente práctico, ese buen hombre no ama sin reservas la realidad ni la toma en serio. De niño se esconde bajo la mesa para hacer de la habitación de los padres – cuando estos no están en casa– el lugar de todas las aventuras; de adolescente, sueña con un reloj; de joven con un reloj de oro, y con la mujer apropiada; siendo un hombre, ya con el reloj de oro y la mujer, sueña con una buena posición; y cuando por fin ha conseguido cerrar este pequeño círculo de deseos, y oscila apaciblemente entre uno y otro como un péndulo, su provisión de sueños insatisfechos no parece haberse reducido un ápice. Si quiere elevarse, a partir de entonces tendrá que recurrir a un símil. Por lo visto, cuando la nieve llega a disgustarle, la compara con relucientes senos femeninos; y cuando empiezan a aburrirle los pechos de su mujer, los compara con nieve reluciente; quedaría espantado si un buen día los pezones de ella se viesen transformados realmente en picos de paloma o en coral engastado en la carne, pero esto poéticamente lo excita. Es capaz de transformarlo todo en todo – la nieve en piel, la piel en pétalos, los pétalos en azúcar, el azúcar en polvo y el polvo otra vez en nieve temblorosa– porque, al parecer, su única preocupación es ver en una cosa otra distinta, lo cual es prueba de que no puede resistir mucho tiempo en ningún lugar en que se encuentre”.
Robert Musil, Der Mann ohne Eigenschaften (1930-1943), citado por Philippe Jacottet, El paseo bajo los bosques, pp. 78-79 (Cuatro, 2011). Traducción de Rafael-José Díaz.
1 comentario:
No me lo puedo creer: el otro día me topé-literalmente- con "El paseo bajo los árboles".Lo estoy leyendo ahora... ¡Qué cosas!
Un abrazo,
Mary.
Publicar un comentario