sábado, 9 de octubre de 2010

Notas para un diario 176

Estaba seguro de que hoy hablaría aquí de Mario Vargas Llosa. De cómo encontré en París, con veinte años, su ensayo sobre Madame Bovary, de cómo lo leí, al lado de los muertos, y de cómo orientó mi vida para siempre. Quomodo. Pero, esta mañana me he levantado sobreimpresionado con un sueño que ha ocupado varias fases rem de esta noche azarosa. No suelo contar los sueños (menudo rollazo), pero como excepción hoy voy a hacerlo. Me encuentro en el hall de un hotel cualquiera. Es feo, feo, feo. El hall. Al cabo del rato, aparece Enrique Vila-Matas. Inmediatamente pienso: "¿Qué hace aquí? Veo, para mí sorpresa, que se dirige hacia mí y me estrecha la mano. Me parece que está tarareando Ma liberté de Moustaki. Justo el momento en el que se habla del alma sumisa y de la última camisa. Subraya la rima. Su acento francés es perfecto. Lleva una camisa blanca blanca. Sonríe. No entiendo nada. Los primeros instantes. Se sienta a mi lado y me susurra, no sé si le he oído bien o no, algo así como esto: "Cuéntame tu desgracia". No sé porqué, descontada mi británica educación, le respondo una cosa completamente absurda: "Mi primera comunión tuvo lugar un 19 de mayo, el día del cumpleaños de mi querido señor padre". Me dice que eso ya lo sabe, que la suya fue justo al día siguiente, el 20 de mayo, pero que tampoco se trata de que nos enseñemos las partidas de bautismo. Estoy de acuerdo, le respondo, y ahora te voy a contar lo que me pasa. Comienzo a narrarle algunas penas y acabo con esto: Y ahora te voy a decir dos cosas más, para terminar: 1. Esto que te he contado no se lo saben ni mis propios hermanos, y 2. En estas semanas de dolor he leído tus libros y me han ayudado a pasar este trance: tus libros desprenden algo que me ha sostenido. "Desprenden ilusión", dice muy serio. "Eso, y quiero darte las gracias por ello". Se levanta y me ofrece un pequeño volumen negro que traía en el bolsillo de un tres cuartos. Me lo da y se marcha sin despedirse y sin volverse para mirar. Como ocurre tantas veces, este instante final del sueño forma parte de ese espacio de tiempo (tengo un libro entero sobre ese misterio proustiano) que ocurre entre la realidad y el sueño. Como cuando en el sueño oímos llorar un bebé y nos despertamos y en ese mismo instante nuestro hijo pequeño chilla en su cuna a nuestro lado. ¿Estaba en el sueño o no? Sabemos perfectamente que sí lo estaba y que formaba parte esencial de la narración sucesiva del sueño, pero también estaba a nuestro lado en la habitación. Bien, pues cuando me he levantado, sobre la pila de los libros de la mesilla, justo encima del San Jerónimo de Larbaud, he encontrado el libro que me regaló Vila-Matas en el sueño. Se titula Infinitamente serio. No lo había visto en mi vida, pero al abrirlo veo que está dedicado a mí, con la inconfundible letra del escritor. Dice sólo esto: "Para Alvaro de la Rica, con un abrazo fraternal. Enrique".

7 comentarios:

María dijo...

Yo daría a este rincón un buen hogar...Qué bonito el letrero y el puestecito...
Dónde es?
Un beso,Al..

Adelarica dijo...

en Nueva Zelanda, el sitio se llama Cheval´s Place

´´ dijo...

Sergio Pitol en su libro El arte de la fuga, en el capitulo "Sueños, nada más", explica varios sueños , se ve que tiene un diario de sueños desde 1968.

Ana P. dijo...

Aaaaah, yo quiero ir. Me arruinaría allí seguro.

Creo que el de Jekyll y Mr. Hide, que ahora no recuerdo cómo se llamaba, también hacía lo de escribir sueños. Y sin que esto parezca una competición a ver quién tiene el sueño literario más rarito, yo el otro día soñé que Elfriede Jelinek me decía, en un comentario vía Internet, que yo escribía para sufrir. Es curioso por dónde le deriva la mente a uno.

¡Saludos!

Adelarica dijo...

gracias

a mí tb me encanta Murakami

Javier Velilla dijo...

No sé si el "motivo" (lo escribo entre comillas porque me parece una palabra que en cualquier obra escrita o artística recibe la contestación de encogimiento de hombros, arqueo de cejas y decir, pues no lo sé)de esta entrada es que Enrique Vila Matas estuvo en el Civican el viernes.
Un saludo

Javier Velilla dijo...

Un apunte: no es que no lo sepa, sino que es difícil precisarlo, pues tratas muchas cosas aunque hables de un tema. Y luego, qué te motiva... pues todo y nada.