Recibí carta de una coetánea, decía: todos vivimos en el corredor de la muerte, nadie nos visita, no podemos salir de aquí, sólo esperar hasta que nos recojan, y la plataforma ya está construida en el patio. No comprendo a la mujer que escribe la carta, sé que he de morir, pero no me siento encerrada en una celda. Oigo los ruido salvajes y violentos de la vida, siento el sol y el granizo en la cara. La edad no es un calabozo para mí, sino un balcón desde el que todo se ve más distante y más preciso. Desde el que, en ocasiones, uno cae herido por el rayo o desmayado por un mareo, pero no porque todo sea oscuro y solitario, sino porque el sol resulta demasiado poderoso.
(De Lugares, de Marie Luise Kaschnitz)
(En la foto, Kristin Scott Thomas)
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