sábado, 9 de abril de 2011

Nicolas Bouvier

Me adentro con paso tembloroso en la vida y en la obra de Nicolas Bouvier. Curiosamente sentí una emoción parecida cuando descubrí el trabajo de Bruce Chatwin. Digo curiosamente porqué no puede haber escritores, o mejor dicho personas, cuyas vidas sean más distintas de la mía: ambos fueron nómadas, enemigos de la teoría, gente en fuga a la búsqueda de sí mismos. Yo soy pascaliano, partidario de salir lo menos posible de la propia estancia y a día de hoy sigo convencido de que los viajes decisivos son los interiores. Pero los extremos se tocan, es verdad, y prueba de ello es la profunda atracción que siento ante semejantes retrouvailles. Bouvier era suizo ginebrino, nieto del rector de su prestigiosa universidad e hijo de un bibliotecario amigo de Thomas Mann, de Hesse, de Zweig, de la Yourcenar, y de tantos otros que pasaron por la ciudad y requirieron de su inmensa diligencia con los libros. Educado en la tolerancia, el rigor y un cosmpolitismo auténtico, tuvo como tutor universitario al gran Jean Starobinsky, quien reconocería años después que fue un alumno pleno de talento y una pérdida sensible para la academia. Pero Bouvier apostó por la vida, decididamente. Antes de los veinte años, con su amigo del alma, el pintor Thierry Vernet, a los mandos de un ya legendario Fiat Topolino se fue a ver el mundo: Italia, los Balcanes, Anatolia, Afganistán, Ceilán, etc. De ese viaje salieron dos libros inmensos: L´usage du monde y Le poisson-scorpion (cara y cruz de un mismo viaje iniciático, podemos leer ambos en castellano gracias al buen ojo editorial de Albert Padrol, cofundador de ese milagro que es Altaïr). Bouvier estuvo seis veces en China, pero apenas escribió unas pocas páginas sobre la ciudad de Xiam. Su pasión fue el Japón, al que dedicó un libro de crónicas muy celebrado.
En aquel primer grand tour viajaron con lo puesto: lápices, abundante papel, una cámara de fotos y, ojo, con Les Essais de Montaigne. Je peins pas l' être, je peins le passage… la frase del bordelés la llevaba Bouvier tatuada en la piel. Personaje fascinante, libre, abierto de verdad al mundo, con una zona oscura asomando siempre por encima de su hombro, algo que aún no sé qué es. Apenas he comenzado a leerlo pero he podido comprobar que era antes que nada un virtuoso del idioma. Su prosa es taumatúrgica, lo contiene todo a la vez: ligereza y gravedad, precisión evocadora y una rapidez contemplativa que sabe hablar de lo importante, distinguir entre lo que tenemos delante de los ojos, al alcance de la mano, observar y acariciar la materia prima que nos rodea y que nos hace y deshace a cada instante. He pedido a mi querida librera bayonesa el ejemplar de Quarto en el que se recoge el conjunto su quintaesenciada obra. Pega pero que muy bien con la música de Bach, así que será para mí una lectura pascual.

5 comentarios:

Eidyllion dijo...

Dice NB: "uno cree que va a hacer un viaje, pero es el viaje el que nos hace, o nos desahace". Lo que hace al viajero no son sus viajes, sino su actitud. Por eso te identificas, por eso me fascina lo que cuentas de NB.

Viajar como viajarse.
Partir de viaje, como salir de uno mismo.
Desprenderse de toda convicción.

Así, viajamos cuando leemos, cuando conversamos, cuando oramos...

Adelarica dijo...

Imposible decirlo mejor

Rafael-José Díaz dijo...

Bouvier, tan diferente de Jaccottet, pero igual de fascinante, fue junto con el habitante de Grignan objeto de unas jornadas de traducción en las que participé en noviembre pasado en la Casa del Traductor de Suiza. Allí pude comprobar que ambos autores despertaban en sus respectivos traductores una cercanía y una pasión plenas de ternura, como si ambos, más que autores traducidos o por traducir, fueran amigos, compañeros de viajes o de estudios. Un apunte, ya en otro orden de cosas: la traducción de "L'usage du monde" al español sufrió el desafortunado título de "Los caminos del mundo". Gracias, Álvaro, por este rescate de un autor tan importante.

Adelarica dijo...

gracias a ti, Rafael

tú, ¿cómo lo hubieras traducido?

hay que reconocer, después de leerlo, que no es fácil tampoco

Rafael-José Díaz dijo...

Uf, no lo sé. Es una pregunta complicada. Habría que buscar una palabra que conserve el significado múltiple de "usage" en este título: uso, desgaste, visita, ocupación, travesía. Lo pensé en aquel taller y vuelvo a pensarl ahora, pero no llego a ninguna solución. Un saludo.