Vives sin dios y te falta el sentido. Te has convertido en un pobre hombre – le dijo a modo de sentencia final (316). Siento lo que tiene la inclusión de esta frase, pronunciada en las últimas páginas del libro por Celia, la mujer de Riba, de destripe puro y duro de lo que en él hay de trama narrativa. Lo siento; al fin y al cabo no es ni mucho menos lo esencial, y además no voy a dar detalles del contexto. Posiblemente, lo que añada a esa cita sólo signifique algo para quienes hayan leído el libro de cabo a rabo. Yo conecto esa frase, que nunca dejará de resonar en mis oídos, con otra que, aparentemente, no tiene mucho que ver. Sólo alguien como Walter que lo ve todo desde fuera y que tiene una inteligencia y sensibilidad especial puede ver lo mucho que uno tendría que llorar siempre que viera a un escritor (246). Los escritores se caracterizan porque ven el túnel después de la luz, al contrario de lo que le ocurre al común de los mortales. O, seamos más ecuánimes y objetivos, ven el túnel detrás de luz, y después ven de nuevo la luz, y después el túnel, y así sucesivamente. ¿Hasta dónde? ¿Qué pasa al final? Como dijo Keats en su Oda, nadie que lo haya sabido ha podido volver jamás. Nadie nos ha devuelto aún la respuesta definitiva. Lo que está claro es que el escritor (y todo ser humano), para atravesar los túneles de la vida, necesita cogerse de la mano de alguien que le ame. También está claro que Riba no la tiene, no la acaba de tener. Ha puesto todas sus esperanzas en su esposa, pero ésta le falla, en el momento decisivo, al menos en la medida en que le juzga y se deshace de él. El miedo a perderle, le impide perdonarle, por mucho que Riba busque desesperadamente el perdón (los poetas, como los perros, están siempre purgándose). Ya sé que las cosas se podrían ver justo desde el ángulo contrario, pero yo las veo así. El sentido y Dios, la muertededios y la correlativa desapariciondelsujeto. Son algunas de las cosas de las que habla, y muy a fondo, esta novela. En Dublinesca, la cuestión de Dios se articula, exactamente igual que en la Biblia, entorno a dos realidades humanas, y a sus correspondientes simbolismos: la paternidad (¿inexistente?) y el amor esponsal (¿imposible?). Dudo de que sea una mera casualidad, no puede serlo.
3 comentarios:
Gracias, un blog dedicado a uno de los más grandes, mi paisano Quique Vila.
Magníficos 'ensayos' que invitan a releer Dublinesca. Ese entrar y salir del túnel me ha recordado un fragmento del 'Retrato...' de Joyce.
gracias a ambos por pasaros por aquí y comentar
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