sábado, 29 de agosto de 2009

Vincent (Don McLean)

Me pasé la infancia oyendo canciones como ésta. Mucho antes de saber nada de Van Gogh, de la locura, de la teoría del color o de ese sentimiento que lo invade todo. Mis hermanos mayores las ponían día y noche, en el cuarto de estar, en el salón, en aquellos viajes interminables en coche (¿cómo es posible, a pesar de Orduña, que durará tanto un simple viaje Madrid-Bilbao?), mientras estudiábamos y hasta en la ducha. Nos acostábamos y nos despertábamos oyéndolas: las cantábamos a todas horas, tanto que cuando quisimos darnos cuenta chapurreábamos inglés, francés e italiano (no era poco aprender que existía una cosa que se llamaba daffodils, ¿qué será, qué será?). Nadie me podrá convencer de que no arrastro desde entonces una carga (casi insoportable) de melancolía. Conste que no es ninguna queja: sin saberlo, me educaron el gusto y nunca se lo agradeceré de forma suficiente.

11 comentarios:

Belnu dijo...

Starry starry night! Cuántos sueños. También Nick Hornby creía que la música era culpable de la melancolía (High Fidelity). Yo creo que sólo conectaba con lo que llevábamos: acaso la adolescencia no hace estallar el dolor de la infancia y todos sus conflictos secretos no resueltos? Y no mezcla eso peligrosamente con gran intensidad de sueños? Para algunos, el cóctel es peligrosísimo; otros lo superan sólo con algunos agujeros íntimos de melancolía...

sara dijo...

Me encanta esta canción. La melancolía es un precioso indicador de que estamos VIVOS, ¿no?

Adelarica dijo...

posiblemente hay un trazo de unión entre eso que afloraba en la música que oíamos, adolescentes, en la melancolía y en el dolor de la infancia; en algunos sigue siempre ahí, el mismo dolor, quizás el dolor de estar vivos, como dice Sara, pero vivos entre muertos;
los tres escribimos y yo me pregunto si podemos de verdad decir que vivimos más allá de lo que escribimos. En una carta a Felice, Kafka decía, y yo en el libro, que escribir es como un sueño más profundo, como estar muerto…
yo siempre he pensado, por cerrar el argumento, que eso es lo que intuimos en canciones como ésta, la parte que nos tocaba, vivir sólo en eso que alguien llamó el decimotercer mes del año

Icíar dijo...

Una cosa que parece ser que los escritores tienen en común, es el sentir esa necesidad de escribir como un salvavidas de mantener la cordura; que sienten que si no lo hacen pueden llegar a perderla.

Eso es al menos en lo que me he fijado que suelen coincidir muchos escritores.

Yo, la verdad, no lo sé. Soy lectora. Mi única necesidad es apartarme un poquito de vez en cuando, leyendoos.

Adelarica dijo...

la verdad es que, pensando en lo que comentas, he escuchado de nuevo la canción y la letra dice cosas impresionantes sobre la relación entre el escritor o el artista, la locura, los demás y el mundo: they will not leasen, they are not leasening still, perhaps they never will, …

Belnu dijo...

No me había fijado en esa letra! Voy a reescucharla. Sí, la nostalgia es ese decimotercer mes, y puede producir melancolía lo no vivido, pero también lo vivido y perdido o lo que no pudo ser, o los sueños bandonados, pero qué fuente inagotable de materia literaria hay en el sufrimiento y el conflicto, en todo lo que duele (y efectivamente, nos hace sentir vivos, como dice Sara). También yo creo que si dejase de escribir estaría muerta, como dice Icíar

Belnu dijo...

Y al mismo tiempo, el dilema de Kafka entre la literatura y la vida está ahí, a veces yo me pregunto si no estoy renunciando a una parte de mi vida por la pura escritura...
Por cierto Álvaro, volví a ver Ma nuit chez Maud de Rohmer y pensé en ti.

Adelarica dijo...

pues me lanzo a buscarla porque no eres la primera persona, ni la segunda, que me dice eso mismo

Belnu dijo...

A mí me encantan esos personajes que discuten sobre Pascal, la fe, las contradicciones y esas misas donde todo parece decirse por primera vez y lleno de un significado insospechado para mí, como esa misa del gallo donde todo parece tan emocionante, y trintignant y sus reflexiones sobre la conversión, la moral, la suerte, las probabilidades matemáticas, la predestinación y su forma de evolucionar espiritualmente gracias a sus encuentros amorosos, en fin, sólo Rohmer podría atraerme así. Y claro, tú estás ahí, no me extraña que te lo digan

Adelarica dijo...

CREO QUE NUNCA ME HABÍAN HECHO UN ELOGIO MÁS BONITO. GRACIAS DE CORAZON, ALVARO

Belnu dijo...

Gracias a ti!