martes, 4 de agosto de 2009

Roger Raveel

Hace unos días, en mis incursiones a la rue Gambetta, encontré un catálogo amplio de Roger Raveel, un pintor que desconocía y que me entusiasmó a la primera. Belga, flamenco, lo primero que me sorprendió fue el uso del color en sus cuadros. ¡Qué verdes, qué azules, qué blancos! Fue una especie de coup de foudre, a través de las reproducciones de un libro magníficamente editado (Roger Raveel, Editions Snoeck, 2006). Llevo días viendo con calma los cuadros, intentando meterme en ese mundo mágico de Raveel, leyendo los textos (entre otros escriben Hugo Claus y Roland Jooris), aproximándome, intentando hacerme una primera composición de lugar. Me parece una especie de síntesis o de secuencia de todos los movimientos del siglo: desde el expresionismo abstracto al pop art y desde el surrealismo (veo muy presente el mundo onírico de Balthus y la delicadeza imaginativa de Cornell) o la pintura metafísica hasta la figuración de Lucien Freud. Es impresionante la capacidad de personalizar todas las influencias (Mondrian, Matisse, los fauve, la escuela de París, pero también Van Gogh o de Staël) y de crear un mundo absolutamente luminoso y propio. Su realción con los rusos o los norteamericamos merece un estudio pormenorizado. Me parece un pintor muy dotado plásticamente y con una carga intelectual potentísima. Hugo Claus le pasaba, antes de publicarlas, todas sus novelas, confiado su capacidad de lector. Hace en su pintura una auténtica poética del cuadrado (una poética que por momentos se transforma en una metafísica), del uso de los espejos, de la anulación del rostro (son especialmente llamativos los retratos de su padre, en los que sustituye las facciones naturales por cuadrados de color). Pintó junto a otros pintores belgas, los bajos del castillo de Beervelde (en la foto de abajo).


Hay que ir a verlo: su obra, en la que integra de forma magistral la pintura en los elementos arquitectónicos, destaca de manera fulgurante en aquel lugar. El secreto de la pintura de Raveel, como en los viejos maestros del Renacimiento, reside en la luz. Una luz fresca, visionaria, que desprende la energía peculiar, la claridad y la alegría de vivir que sólo la gran pintura puede proporcionar.

7 comentarios:

paisajescritos dijo...

¿Y Magritte, y de Chirico? Gracias por el descubrimiento.

Adelarica dijo...

Sin duda, Magdalena

Icíar dijo...

Gracias Álvaro.

El primer pronto, cuando lo vi, a mí no sé por qué me recordó a Magritte también, a lo mejor por lo estático, no sé.

sara dijo...

Es precioso el primer cuadro. No lo conocía y voy a buscar sobre él. Gracias por presentárnoslo.

Adelarica dijo...

De nada. It´s my pleasure.

Delphine dijo...

C'est ça la Belgique, sa richesse et sa pauvreté, sa force et sa faiblesse; l'ombre mais surtout la lumière, le réalisme mais toujours latent, le surnaturel... Ambiguité ... déchirement.

Adelarica dijo...

Gracias por un comentario tan bonito. Yo sólo añadiría: y la gran tradición pictórica.