Con Isa hablé sobre todo de los lobos, y de otros animales. Ah, por cierto, que no se me olvide decirte lo más importante, antes de terminar. Recuérdamelo por favor. Los lobos saltaron por encima de nuestros cuerpos tendidos sobre la hierba en el camino de la fuente, y lo mejor que me podía haber pasado entonces, cuando aún estaba en el paraíso, es que me hubieran devorado. Devorado por las fieras. Como a Ignacio de Antioquia, que quería ser trigo molido para la comunión. En cuanto llegamos al pueblo, y nos sentamos al calor del hogar sin fuego, recordamos el episodio de los lobos. He vivido toda mi vida pensando que era una leyenda que me había inventado yo mismo. Cuando lo insinué, los que saben de verdad de leyendas, me afearon la conducta y me dijeron que había sido exactamente así, que no me devoraron porque Dios no quiso. No sé si me quedé o no más tranquilo. Luego hablamos de la guerra. De otros animales. De los besugos y de los conejos que recogían por las mañanas en las tapias de los conventos o en las vías de los trenes. Ya te lo contaré otro día. Ahora que sé que no me quisieron ni los lobos, ahora que sé que de verdad ocurrió, ahora a lo mejor lo olvido. En cambio, de ti no me puedo olvidar. Ni quiero. Recuerdo cada uno de tus cabellos. Los que tuve entre mis dedos. Moriré con ese recuerdo. Lo escriba o no. ¿Te parece poco importante lo que te digo?
5 comentarios:
La tristeza: 'El calor del hogar sin fuego', El consuelo: 'recordamos el episodio de los lobos'......La modestia: 'ahora que sé que no me quisieron ni los lobos'. La declaración 'seré para ti polvo', polvo enamorado'. Todo el final es.... precioso. El texto no tiene desperdicio.
Yo lo encuentro lleno de ''¡
Diré una frase muy oída, de esas que de tanto haberlas oído parece que pierde su significado: eso es realmente vivir, sólo cuando amamos sentimos que estamos vivos.
¡Madre mía¡ A mí esto me parece una declaración de amor muy muy bonita¡. ¡Pero claro¡ ¡igual va de otra cosa¡ pero eso es lo que me parece .... espero no estar haciendo el ridículo, pero no sería mi culpa, sino de tu ambigùedad.
Me he quedado impresionada por la imagen y por esa salvación llena de dudas, y por ese Quevedo que aparece al final, ¡me siento intrusa!
Icíar, es sólo un fragmento, sólo la última parte de una historia contada en tres partes. Me alegro de que te haya gustado. Saldrá en una revista pronto. Te avisaré.
Bel, ¿intrusa' ¿tú? pues es lo que me faltaba, Alvaro (ah, y no te olvides de que Descartes era católico)
Icíar, se me olvidaba añadir una cosa: el poeta es siempre un fingidor.
Sólo cosas de la literatura.
Publicar un comentario