Septiembre se aleja, vaya con viento fresco, llevamos en números rojos diez días, hasta ahora hemos aguantado pero no podemos más: que se vaya y se lleve por favor este calor de veranillo que nos ha cogido a nosotros en el norte con pantalón de pana y tabardo desde hace diez días. Leo con pasión el ensayo central/axial (¿es así?) de la nueva exposición de la Fundación Juan March sobre el Arte conceptual de Moscú de 1960 a 1990; prometo volver sobre otros aspectos de la muestra en el futuro próximo (conste que no me olvido de ninguna promesa, aunque lo parezca, y que sé que tengo bastantes cosas pendientes: lo siento pero cuando escribo soy impune). El ensayo se titula en español: Sobre el vacío, pero en inglés (el volumen es bilingüe) dice algo un poco distinto: On the subject of "The void". Daría dinero (del que no tengo) por saber y entender que es lo que se dice en el idioma de Tólstoi y Gógol, en el que lo escribiera Ilya Kabakov, su autor. Acabo de decir una tontería porque durante ocho largas y densas páginas el autor trata de explicar lo que quiere decir con esa palabra, de modo que lo de menos será el término en cuestión. De todos modos, qué pobre la versión castellana, ¿no? Dejemos de lado el sustantivo (nunca peor dicho en este caso), pero qué pasa con las comillas, y con esa referencia a que se trata de un sujeto. ¿No se debería dar algún juego al juego de palabras de Kabakov? Creo yo que sí, aunque leyendo el contenido comprendo que hay razones para dudar de todo. El pensamiento y el trabajo de Kabakov lo conocí hace años de la mano del meister Inciarte, al que por cierto he echado de menos en el volumen; se me ocurren unas cuantas esquinas por las que hubiera cabido con holgura y vaya si le hubiera dado lustre metafísico al asunto del vacío, y con perdón de Boris Groys también a otros aún más intrincados, no me refiero sólo a los metafísicos, también a los pura o impuramente plásticos. Vaya por delante, en todo caso mi enhorabuena más afectuosa a los organizadores del evento, Manuel Fontán al frente, lo fácil es hablar desde fuera, y eso no tiene nada que ver con el "desde fuera" del que habla Kabakov en su texto. El tipo se tiene que ir a Brno y bajarse de un tren rigurosamente vigilado para darse cuenta de que la vida rusa (y todas en realidad: el occidente europeo le parece, a pesar de tanto puente sobre el río del vacío, "una especie de bazar sobre el agua en Hong Kong") están sumidas-apretadas-agitadas-envueltas en el vacío. Hay que leerlo porque la descripción además de completa es aterradora; sobre todo supongo que hay que intentar ver la conexión de esa intuición dolorosa en la que vive el señor y su obra plástica. Insiste en que no es la nada del racionalismo occidental y mucho menos un concepto teológico (no es "sobrenatural" sino una realidad "antinatural"). The dark side of being o algo así. Es lo que lleva al hombre a vivir en madrigueras (o sea, la tana que ya describiera el gran Frank avant la lettre). Me gusta especialmente la taxonomía con la que acaba el texto y que se refiere a las actitudes ante el poder del vacío: la aceptación, el rechazo indignado, la actitud mística y la científica que se limita "simplemente a verlo como es en realidad y describir ese lugar como puede describir un médico la historia de una enfermedad a consecuencia de la cual él mismo se halla deshauciado" (pág. 366). No lo dice pero me da que esta última es la que adopta el artista Kabakov, con o sin mezcla alguna de las tres primeras. Yo, que soy un racionalista occidental, estoy de parte de la actitud mística y paso de los puente, prefiero atravesar por debajo, remangado en medio de las aguas. De nuevo, todo me resulta muy familiar y muy kafkiano (valga la contradicción). Por último, no tengo ni idea de quien es el personaje de la foto: alguien del norte, como yo, pero mucho más rico, delgado y guapo; la he puesto porque me mola como pone la mano derecha sobre la pierna cruzada. Y me encanta la silla, sus ojos claros y la vuelta de los pantalones)
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