Quiero dedicarle esta maravillosa canción a una amiga que está recién operada (según me dijo un día, es su favorita). Quiero dedicársela por las muchas cosas que me ha enseñado, desde que la conozco; voy a destacar algunas (veréis que no son cosas de poca monta): 1) me ha enseñado a amar la vida, con todas sus consecuencias (sin ir más lejos, la operación a la que se ha sometido es una gran enseñanza práctica de este modo prudente, abierto y confiado de ver la vida) 2) a reconocer la belleza allí donde de verdad se encuentra, 3) a transformar las heridas abiertas de la vida en espacios por los que puede salir el amor (un amor intenso y purificado de nuestro egoísmo y de nuestra vanidad) 4) y, cuarto, y más importante aún, a aceptar las cosas sin dejar nunca de preguntarse el porqué del sufrimiento: ese cuestionamiento, cuando es humilde y a la vez radical, es lo que nos hace humanos (o sea, capaces de lo divino). No hay ni que decir que por mucho que ella me las haya enseñado, y que yo sepa reconocerlas (para eso sí que tengo un especial talento), estoy a añosluz de haberlas aprendido. Por eso, procuro estar lo más cerca posible de esta persona. Como decía el Lazarillo, me arrimo a los buenos (pero a los de verdad) para ver si se me pega algo de ellos.
3 comentarios:
Tu amiga tiene razón, es maravillosa (ojalá se recupere pronto).
Aunque en mi primer disco de EP, luego cantaba Les mots d'amour y todo quedaba relativizado...
Que lujo de amiga
Muchas felicidades por tenerla y por merecerla
Un abrazo
Por la misma razón me acerco a este blog al que llegué por casualidad; para ver si se me pega algo de él.
Nadie que hable así de un amigo puede ser un mal amigo. Maravilloso lo que has escrito y maravillosa la Piaf.
Un saludo.
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