Una persona sabia, a la que quise entrañablemente, me dijo poco antes de morir que, después de setenta años intentándolo diariamente, no estaba en condiciones de afirmar que alguna vez en su vida, fuera por un instante, hubiese conseguido en efecto rezar. Enseguida me di cuenta de que me estaba transmitiendo una verdad. No me lo dijo con amargura: él lo fiaba todo a aquel en quien creía con todas sus fuerzas. Se trata de alguien que tenía una fe que se podía cortar con tijeras, que llevaba luchando toda su vida para vivir vida sobrenatural, que amaba a Dios (y a los demás, por cierto), que confiaba en Él, que esperaba en Él. Esa frase se acordaba de tal modo con mi propia experiencia, que es una de las grandes luminarias/oscuridades de mi vida. A día de hoy no sé si me hizo un daño irreparable, o si por el contrario me abrió definitivamente a esa realidad inmensa, misteriosa, infinita que llamamos oración: algo que se presta, por lo demás, a ser banalizado, con las mejores intenciones. Y no lo digo sólo por nuestro presidente. No sólo.
(En la foto, un soldado israelí en la frontera de Gaza)
2 comentarios:
Supongo que depende de lo que cada uno entienda por rezar. Si rezar es pedir, suplicar, hablar con algo o alguien que no eres tú, hablar a los espíritus de quienes se fueron, o al universo, encomendarse a lo que también está en nuestro interior, entonces yo sí he rezado y sigo haciéndolo, inevitablemente. Siempre he notado algo en algunos lugares de culto, sólo algunos donde hay una especie de irradiación, un pálpito abstracto o histórico de todos los que allí han llorado, pedido... Y es eso que decía Santa Teresa de las plegarias atendidas y que Truman Capote utilizó para su título...
Buff, pues a mí sí me viene a la mente los videos del presidente Zapatero rezando. Se me puso la carne de gallina, del ridículo. ¿Dónde estás Zapatero? ¿con los vientos según soplan?... por eso decías que la propiedad es del viento. Ahora lo entiendo.
Zapatero en España, y Mr. Bean en Europa.
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