domingo, 26 de julio de 2009

Hide In Your Shell (Roger Hodgson)

Para los de mi quinta, la sola mención de Supertramp supone mucho: quien más y quien menos se ha enamorado al son de estas canciones que llevamos en el tuétano de nuestras adolescencias, nunca del todo superadas. Recuerdo un viaje en autobús a Portugal en el que cambiaron tantas cosas de mis adentros, gracias a una de las mujeres de mi vida. Viajábamos de noche: qué curvas (las de la carretera, me refiero), que mareo más espantoso. Mi cabeza no había forma de que encontrara reposo en el cristal de la ventana. Y, mientras, como un bálsamo para esa odisea de tierra adentro, sonaba Supertramp, y en concreto esta canción. Pocas veces he amado como entonces, y asocio esos sentimientos profundos y permanentes (siguen totalmente vivos) con la voz aguda y dolorida de Roger Hodgson (todavía recuerdo también que le oí contar una vez que su padre le abandonó a los 12 años, y que al irse de casa para siempre se olvidó su guitarra: el niño se abrazó a ella y con el tiempo se hizo músico). Cuando la oigo, descubro que contiene algo que me fascina en el arte de la composición. La ausencia de simetría. Me encantan las canciones, novelas, películas, vidas, ¿por qué no?, en las que nada (aparentemente) se corresponde con nada (y vale que lo diga yo, Bel, que creo como nadie en que todo es signo de otra cosa). Qué manía hollywoodiense: planteamiento, nudo y desenlace. No tienen ni idea, y cuando para defender esa simpleza mentan al bueno del Estagirita, confieso que, ni acordándome de la obra de misericordia de enseñar al que no sabe, se me quitan las ganas de lanzarme al cuello de la gente. No tiene nada que ver una cosa con la otra. La unidad no es la suma de las continuaciones externas, la secuela de una secuencia. La unidad es otra cosa mucho más seria, que tiene que ver con el espíritu. La unidad es el espíritu, y lo demás son chorradas, por muy beatíficas que parezcan. Mis clases carecen de unidad. Prefiero que me echen de la universidad a tener que dar una sola clase ordenada según una lógica externa. "Es que nos perdemos". "Pues está Ud. de enhorabuena". Mi novela (La tercera persona) carece de unidad externa, y lo he hecho aposta. Prefiero que no se publique a tener que cambiarla. Haré fotocopias y os la pasaré uno a uno. ¡A la mierda! que dijo el clásico, y vaya si lo era. Cuando se pierde la secuencia externa, esa que hace que la mayoría de las películas, tras cinco minutos, ya te sepas lo que va a pasar, puede aparecer otra forma mas profunda de unidad. No me gustan los estribillos. Lo siento.

4 comentarios:

José Antonio Calvo dijo...

No se enfade, D. Álvaro. Yo también enfermo cuando citan a Aristóteles para justificar estructuras cristalizadas. Espero que publiquen su novela, pero, si no es así, quiero las fotocopias, por favor.
Un saludo y el deseo de que aproveche este verano que tanto nos han recortado.

Belnu dijo...

Pero por qué yo? Si siempre defiendo que me interesan los trozos y a veces lo fragmentado, caótico e irregular como es natural, ya que es lo único que sabría practicar, yo, que accedo al núcleo central bordeándolo caprichosamente, que vivo en los meandros, por qué crees que yo te censuraría por eso? No puede ser...
Pero me gusta mucho el post, a pesar del "debe de" donde sobra la preposiciñon (aquí habla Rottenmayer)

Galeote 41 dijo...

¿Le gusta el cine de David Lynch?

Adelarica dijo...

Demasiado!!!!