Lo prometido es deuda: hablemos del asunto asuntorum. Ayer apareció en la sección de Cultura de El País la noticia, escueta, de que Enrique Vila-Matas dejaba Anagrama. El autor de La historia abreviada de la literatura portátil ha sido fichado (mira que la expresión es horrenda) por Planeta y por Random House/Mondadori. Nadie ha querido decir nada al respecto, ni los responsables de dichos grupos editoriales, ni la agente del escritor, ni siquiera él mismo. Se han filtrado unos comentarios desvaídos e inesenciales sobre cuestiones económicas y sobre el deseo del escritor de "ensanchar el incondicional pero limitado público del que goza ahora". ¿Gozar? ¿Mande? Tampoco ha abierto el pico Jorge Herralde. De ese silencio general de los implicados, yo deduzco que la cosa no ha sido fácil, y que no se trata sin más de un pase de unas filas a otras, algo estrictamente profesional y ya está. Una relación como la de Vila-Matas y Herralde no es un matrimonio (con uno tenemos bastante), pero tampoco es sólo una relación profesional, me imagino. Ni siquiera una mera amistad, en la que ni entro ni salgo, mi desconocimiento de las causas y circunstancias del caso concreto es total; no voy a eso. Tout court, lo cierto es que Herralde ha sido el editor de Vila-Matas. 16 títulos en el catálogo y una proyección internacional en la que (partiendo de la calidad literaria del autor) el editor ha tenido mucho que ver. Vila-Matas había sido el anti-Marías. Un ejemplo de que se podía haber sido descubierto y lanzado por Herralde, y de que merecía la pena mantenerse en el ámbito de una editorial como Anagrama, más allá de las consideraciones estrictamente económicas. Al final tampoco en este caso ha sido así, y supongo que habrá supuesto un mal trago para ambos, una de esas situaciones en las que uno tiene que acabar reconociendo, por triste que pudiera ser, que nada dura para siempre, y que don dinero es poderoso caballero.
Pero todo eso, naturalmente, me da lo mismo, no pienso entrar en ello, porque no tengo ni puñetera idea de qué ha ocurrido, y paso de lo que me cuentan los buitres de siempre; no me interesa algo que afecta sólo a los interesados. Por lo tanto, respecto del hecho en sí, yo, ¡chitón! Insisto en que voy a otra cosa. Acabo de leer la conversación que, con el título De l´imposture en littérature/De la impostura en literatura (Les bilingues, meet, 2009), han mantenido Vila-Matas y Jean Echenoz (supongo que la noticia que me ha dado pie a escribir esta entrada significa que no leeremos nunca un libro de Vila-Matas sobre Herralde como el que leímos de Echenoz sobre Jerôme Lindon, y vaya si lo siento). La impostura es un viejo tema vilamatiano: entre otras cosas publicó una novela con ese título en 1984. La conversación es desigual, no sólo indirecta sino también desigual. Hay una cosa preciosa, no obstante. Vila-Matas cuenta como "robó" una frase de Echenoz y como la utilizó después en uno de sus libros. Bien. Echenoz, a su vez, le habla de como una determinada frase, convertida en un objeto hallado al azar, se instala en nosotros y de como en un momento dado encuentra acomodo en el puzzle que llega a ser cada novela. O de como no lo halla. Esa parte es preciosa, porque vemos una cosa esencial a la creación literaria: el hecho de que una frase es una tesela, y la composición un mosaico en el que cada pieza, sea literaria o no, banal y caótica o redonda y perfecta, va encajando en la trama de los textos. La reelaboración consciente e inconsciente de un material infinito, inesperado y desubicado, la mayor parte de las veces. Sólo por eso merece la pena leer esta charla entre dos autores bastante más heterogéneos de lo que se podría pensar, en un principio.
En un momento de la conversación (supongo que el volumen es el resultado de un intercambio improvisado de emails), Echenoz dice que la literatura, la escritura, no es una profesión, y en eso acierta (aunque la mayoría, metidos en fichajes, lo olvide). Vila-Matas, en un alarde de no-originalidad dice que desearía ser Nadie, algo que todos han repetido desde Odiseo. Quizás por eso prefiera una corporación (como Planeta), a una editorial (como Anagrama). Son dos cosas muy distintas: una tiene alma y la otra no. Yo lo entiendo, y lo respeto. El deseo de ser Nadie. Pero lo del dinero, no, por favor. ¡Qué ordinariez y qué aburrimiento!
No creo que la literatura de Vila-Matas vaya a llegar nunca al gran público. Es su servidumbre y su grandeza, al mismo tiempo. Y menos aún en el caso de que sea él el que tenga que promocionarla y venderla, cosa que por descontado que le honra. Pero, en todo, caso, le deseo lo mejor en esta nueva singladura. Yo lo seguiré leyendo allí donde publique, aunque me gustaría verlo editado donde siempre. Era su sitio natural, indudablemente. Por último, conste que la foto la tomó el gran Danilo di Marco.
15 comentarios:
Suscribo cada línea. Cada vez que lea un libro suyo que no haya sido publicado por Herralde sentiré que me están hurtando algo. Con el tiempo, escritor y editor parecían haber logrado una extraña simbiosis, sin parasitar el uno en el otro, pero en fin...
Casualidad o no, la noticia me ha sorprendido mientras volvía a leer "Doctor Pasavento", novela sobre la desaparición, sobre el deseo de ser nadie, deseo que, en el caso de V.M. creía walseriano, pero que ahora me parece regido por la astucia del mismísimo Ulises. Mi lectura me parece ahora una oportuna ironía. En cualquier caso, lo único que importa es que, publique donde publique, siga escribiendo esos libros extraños y singulares que le han dado nombradía.
Un saludo
Otro para ti.
Nada que decir a la primera parte, salvo que a mí también me sacudió la noticia, cuando la avanzó en su blog Fernando Valls.
En cambio me encanta esa idea de la frase que nos asalta, que se nos queda, que recogemos y nos llevamos, citando o robando, como esos poemas siempre ajenos que decía Gil de Biedma que le volvían y acosaban siempre, mientras que los suyos una vez hechos no le volvían...
Una buena creación literaria como el encaje de piezas en una forma determinada y única, a modo de puzzle, en el que las piezas no podrían estar situadas de otra forma. Supongo que esa sería una buena diferencia entre el genio de verdad y el que no lo es en el arte literario.
Nadie. Siempre pensé que en el fondo de nuestra existencia, por mucho que digamos, existe una no-aceptación de la muerte. No llegamos a aceptar el hecho de que sencillamente desapareceremos. No queremos ser Nadie, precisamente, quizás, porque no aceptamos nuestra muerte, queremos sobrevivir, a toda costa, ser reconocidos, ser inmortales.
En ese sentido, el querer desde una convicción profunda ser Nadie, es claudicar y aceptar la verdad de esa muerte, la verdad de que al fin y al cabo Nadie somos, y la verdad, tampoco está tan mal.
Bueno... a Ulises le salió ser Nadie.... quizás sea la excepción.
Leeré a este escritor.
Quería añadir una cosa. Yo no desdeñaría la cuestión del dinero como una vulgaridad o una cuestión de avaricia, sino que pensaría en lo que representa a veces sentirse poco valorado, traicionado, engañado, usurpado, lo que representa a veces perder la confianza en alguien, pro ejemplo, por esas cuestiones, al margen de que uno no puede permitirse que otros se enriquezcan a su costa sometiéndose así sin sentirse mal. Conste que esto es pura especulación o proyección: nada sé del caso que nos ocupa, pero me parece que hay un juicio demasiado apresurado.
Y 3. También me has hecho acordarme del capítulo de Javier Marías dedicado a JH en Negra espalda del tiempo y comparándolo con los malvados editores de Stevenson si mal no recuerdo, él sí lo escribió, los dos escribieron en los periódicos, recuerdo a Herralde comparándolo al Barça. Otro libro interesante sobre el tema: El autor y su editor, de Sigfried Unseld, modelo contrario (editor de Walser, Holderlin y Kafka), libro maravilloso y luego editor desmitificado con vehemencia por otros...
Iciar, muy interesante lo que dices y muy profundo; prometo contestarte al tema de la muerte en otra entrada, un día de estos, si puedo claro, menudo temita…
Bel, no he hablado de avaricia ni en relación a este caso ni en ningún otro. ¡Dios me libre! he insistido en que yo no entro en el caso, lo mismo que con muy buen criterio haces tú. Esa renuncia absoluta juzgar a nadie afecta a EV-M, pero también a JH, a los que ambos apreciamos y admiramos. Seguro que estamos de acuerdo en eso también. He dicho que es una ordinariez, no el dinero en sí, que no me lo parece (aunque desde luego no esté dispuesto no ya a adorarlo sino, en la medida en que pueda, a no sacrificarle nada), he dicho que es una ordinariez reducir la vida literaria de alguien como EV-M (vida que en lo fundamental está hecha, y vida en la que JH ha jugado un papel esencial: un escritor como EV-M necesita un editor como JH) a un asunto económico: esa parte de mi comentario venía a cuento de que en la noticia de El País se apuntaba que las razones eran de esa naturaleza. Me parece un reduccionismo.
Parte del problema puede estar en algo que señalé, con Echenoz, de pasada: el error de creer que esto es una profesión. Yo no me lo acabo de creer y pienso que algunos de los disgustos de unos y de otros pueden derivar de eso.
En general, estoy de acuerdo contigo en que el dinero puede ser cifra de otras muchas cosas (reconocimiento, lealtad, justicia por supuesto).
Una enfermera navarra "de siempre" me dijo hace escasos días: "el dinero solo trae problemas". Quizá tenga razón o quizá traiga unos problemas y elimine otros...qui lo sa.Simplemente quería saludarte Alvaro desde Cantabria(de soltera Santander).Un abrazo, Tomas .
Realmente estamos de acuerdo.
Yo no sé si es una profesión, ¿no puede ser profesión una pasión? No lo es estudiar las estrellas?
Tal vez en cada momento se pueda tener un tipo distinto de editor. Y a veces las relaciones se rompen por razones diversas, que los periodistas desconocen y pueden reducir.
Y muchas cosas simbolizan otras. A veces las parejas que se separan se pelean por dinero, pero otras se pelean por los libros, o por cualquier cosa que simbólicamente signifique otra...
Es que.... ¡ser rico cuesta mucho dinero¡
No es mía. No tengo el don de la escritura. Es de Sánchez Dragó.
Pero es de esas expresiones que cuando las oyes se instalan inmediatamente porque traducen en palabras al instante un pensamiento que ya tenías.
Algo así dice Ávaro en esta entrada: lo de robar una frase para convertirla en un objeto que se instala en nosotros.
Es que, al fin y al cabo, aprendemos por imitación. Copiamos y copiamos. Aunque como siempre digo: cada uno copia lo que es, copia lo que le vale de herramienta para expresar lo que es.
Muy agradable este blog.
Otro abrazo enorme para ti y para esos príncipes de Cantabria y Reyes de Navarra: no te olvides de las jaias grandes y taurinas.
Pinker Panther: muy honrado por tu comentario. Yo robo mucho, también, todo el tiempo en realidad.
Cada vez que oigo hablar de estrellas, me acuerdo de Kant al que, como sabes mejor que yo, le admiraban dos cosas: las estrellas en el cielo y la ley moral en su conciencia. Las dos únicas cosas fijas, el punto de apoyo, para el relojero. Hay una diferencia entreambas: unas, por bellas que sean, son externas. La otra es interior y en el fondo mucho más nuestra. La literatura tiene que ver sobre todo con esta última, y por eso no se puede mercantilizar, es algo que está fuera del mercado. Y por eso no puede ser un oficio. No me sé explicar pero sé lo que me digo.
Entiendo lo que dices. Recuerdo la pasión astronómica de Kant, y también la del panadero hecho astrónomo, Oró, lo que me lleva a otra historia más peliaguda. Pero hay otra parte y es que una vez publicas no puedes evitar que tus libros circulen en ese mercado de libreros, editores y distribuidores y sentirte mejor o peor tratado por ellos... Para mí la clave es la hospitalidad, sentirse acogida por un editor como en una casa o un puerto... Si no, pues hay que irse en peregrinación a buscar otro que nos acoja mejor.
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