Vamos a ver, lector, mon hypocrite lecteur, mon semblable, mon frère!, vaya por delante que te considero un lector y que escribo para ti, sí, especialmente para ti, para enseñarte a leer literatura, a entrar de una vez en ese laberinto, a jugar con la literatura como Calder jugaba con sus esculturas/estructuras móviles (no tocar, no tocar: te recuerdo que el blog se llama por algo hobby horse), en el que por lo que se ve no te encuentras nada cómodo, peor para ti, y por eso, lo primero que tengo que decirte es que tengo mi alma en mi almario, que "debajo de mi manto al rey mato" y que por supuesto no rehuso ningún reto, ni dejo comentario sin comentar por absurdo e impertinente que sea (eso sí, lo hago solo una vez y si lo prefieres quédate tú con la razón y en el uso de la palabra). Por seguir citando al maestro de maestros (otro cristiano viejo como Baudelaire), te diré que escribo lo que quiero –el aire de los poetas es la libertad–, "sin temor a que me calumnien por el mal ni me premien por el bien", que todo es figura, que aquí vemos como en un espejo y, te prometo que es la última cita del terciario franciscano, "allá se lo haya cada uno con su pecado, y no es bien que los hombres honrados sean verdugos de los otros hombres". Si, con todo, estas razonadas sinrazones mías te fueran insuficientes a tu mal pensar te reitero lo que escribí, siempre con palabras prestadas, no ha mucho en esta misma sección de notas para un diario: "Lo que te escribo nunca es la verdad/sólo medias verdades que simulan/un decoro ingenioso, traspasado/por ráfagas extrañas de pasión;/aunque jamás simulo el amor mío,/que es tan mío,/lo visto con las mil/apariencias bizarras que componen/el teatro de la vida". Comprendo que no es fácil de digerir para alguien como tú, tan mal pensado, pero te recuerdo con el furor y el misterio de mi adorado Char que el poeta transforma su derrota en victoria y que le poème est l´amour réalisé du désir demeuré désir. En otras palabras que la diferencia entre tú y yo, hipócrita, es que a mí no me gusta el anonimato ni la miel pero que, dicho todo esto, la verdad es que escribo para ti y para todos los que como tú, dispuestos a lanzar siempre la primera piedra, os situáis ahí, en la frontera del reino de los muertos. Como he dicho en muchas ocasiones en este cuaderno de condenado, yo amo la vida y pienso que el peor pecado es justamente no vivirla. Tant pis pour toi!
2 comentarios:
No sé quién a provocado una entrada tan provocadora. En todo caso, casi se lo agradezco, porque me he sentido identificada cuando dices: "escribo para ti, sí, especialmente para ti, para enseñarte a leer literatura, a entrar de una vez en ese laberinto, a jugar con la literatura como Calder(...)"
gracias, a mí no me extraña nada lo que dices
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