En casa. Cocinando: "1. Cortar la carne en cuadrados pequeños. Mezclar todos los ingredientes para el marinado en un recipiente de cobre y agregar la carne. Tapar y dejar marinar al menos 12 horas. 2. Retirar la carne, guardando el marinado. Secar los cuadrados de carne y pasarlos por harina. En una cacerola, saltear la carne en la mantequilla clarificada hasta que esté bien dorada por todos los lados…" Pues sí, aquí me tienes, cocinando, que no es sino otra forma de "engañar a la melancolía" que me invade "desde que tú te has ido…", especialmente ahora, tres años después de la muerte de la madre que me trajo al mundo. Te adelanto dos de los diecisiete pasos que tiene mi receta de la bouef bourguignon que me dejo en herencia mi señora madre hace ya tres años. (A propósito, te voy a confiar el secreto de una mentira que corre por ahí: que a los hombres se les conquista por el estómago. No voy a entrar en la verdad que pueda contener ese resabio popular sino en lo que oculta: que a la mujer también, si no más; te lo digo por experiencia: cocina para una mujer, con el amor debido, y habrás ganado un lugar en su corazón). Bueno, hablando en serio, y después de beberme tres cuartos de botella del Cuatrocientos de Inurrieta (cabernet y merlot) que me descubriste tiempo ha, oyendo boleros de Carlos Cano toda la mañana, te confieso que no me puedo olvidar de nada de lo que mi madre me dejó, especialmente de su amor a todas estas cosas que paso a enumerarte: a España, a Francia, al mediterráneo franco-catalán y al cantábrico vasco-francés (en ambos casos cuanto más al norte, y cerca de las fronteras, mejor), al anonimato, al cuidado de las cosas pequeñas, a la música y a la literatura, a los místicos castellanos (eran judíos), a la libertad interior, a la confesión sacramental, a la alegría de dar, a ponerme siempre del lado del que sufre, a la conversación, a la buena mesa. No es poco, no.
1 comentario:
Que no se te olvide.
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