lunes, 3 de enero de 2011

Notas para un diario 185

Ayer fue un día lleno de emails imaginarios. Tantos que sería imposible siquiera enumerarlos ahora. Te puedo dejar aquí algunas briznas que se me han quedado entre los dientes, como si fuera hierba seca. En uno de ellos, alguien me recordaba el momento en el que, después de la boda, tuve que ir diciendo a todas mis amigas que lo nuestro iba en serio, que ya nada sería igual. Nadie se lo creía, y mira, acabamos de festejar los veinte años de matrimonio. Mal que bien. En otro, alguien me hablaba de la muerte del poeta Péguy. Nunca más a propósito, estando yo el día entero en las terrazas de Biarritz, yendo y viniendo, como el señor de la foto, a la Roca de la Virgen. Alguien relataba que, el mes antes de su alistamiento, cuando faltaba poco para que algún soldado alemán le descerrajara el tiro de gracia en la cabeza, encima del montículo de los héroes del Marne, se la pasó yendo por París, de casa en casa, pidiendo perdón a todos a los que en algún momento de su vida había faltado al respeto. Así como suena. No quería tener enemigos. La noche antes de partir para el frente, a punto de disponerse a pegar la oreja a su almohada, con el alma en paz, recordó que se había olvidado de una modesta criada a la que había tratado con desconsideración. Se levantó en plena noche y se fue a implorar su perdón. ¿Sabía acaso que iba a morir? Lo desconozco, lo que si sé es que a su mujer le pidió que por favor le guardara los periódicos, para leerlos a su vuelta. Dicen que Péguy no era capaz de recitar el Padrenuestro (por aquello del cúmplase tu voluntad…) Se limitaba a rezar las oraciones a la Vírgen, las adecuadas (decía) para un pecador. Como Roth, Joseph, exactamente igual, de la estirpe de los mendigos espirituales. "Ya estamos con el dichoso pecado, el santo delito". ¿No te he dicho cien veces que a mí, de la religión, lo que menos me importa es el pecado? ¡Qué gracioso eres! El tercer email, del que me acuerdo: alguien me dice que le chifla el ensayo en el que la Baronesa Dinesen habla de los lemas de su vida. De todos ellos, el que más me gusta a mí es el de la familia de su amante Finch-Hatton: Je responderay. Una belleza. Por cierto, ¿sabías que en hebreo Isak significa el que ríe? Bonito para un pseudónimo, ¿no?

1 comentario:

Rafa Monterde dijo...

Sí, más que bonito: alegre. Feliz año. Un saludo, Rafa.