miércoles, 10 de noviembre de 2010

Notas para un diario 182 (Sobre la literatura y el sueño)

He leído bastante estos días (ya iré dando cuenta de esas lecturas aquí): e.e. Cummings, el poeta más próximo: "pero vengo con un sueño en mis ojos esta noche/y llamo con una desolada rosa/a la verja de tu corazón./¡Ábreme!/Que yo te mostraré lugares que nadie conoce/y, si tú quieres,/las perfectas regiones del Sueño". Tenía estos versos de Cummings clavados cuando volví a leer el escrito que Stevenson dedicó a los sueños, en el que cuenta entre otras cosas el origen del Doctor Jekyll y Mister Hyde. Uno de los mejores ensayos sobre lo que ocurre mientras dormimos que yo haya leído. Se titula Un capítulo sobre sueños, y entre otras ediciones españolas del mismo, Alberto Manguel lo incluyó en un su antología de la prosa del escocés titulada Memoria para el olvido (Siruela, 2005). El texto comienza con este paralelismo: del mismo modo que, por tenue que sea la memoria de nuestro pasado, personal, familiar, político, si nos depojaran de él nos sentiríamos desnudos, del mismo modo, por ilusorios que sean los sueños, sin su presencia, sin los restos de ese naufragio, no somos nada, ni nadie. Un escritor como él vivió siempre gracias a los duendes del sueño. No es nada, o casi. Pero tampoco lo es la vida vigilada. El sueño es un escape, como la literatura, y está unido a ella por hilos tan reales como invisibles. El mundo de los sueños fue creciendo en él, hasta el punto de que –era la materia de uno de los más recurrentes– soñaba que vivía una doble vida, en parte vivida, en parte soñada. Y aquí aparece la escisión de toda la modernidad literaria, de Arnim a Borges, de Nerval a Julien Green, de Rimbaud a Kafka. No hay modo de aclararse, metafísicamente hablando: quién soy, el que sueña, lo soñado, el que vive despierto o el que duerme, lo escrito, el que escribe o el que madruga cada mañana para trabajar. Stevenson habla de ese laberinto como una forma de castigo. Yo, personalmente, no diría tanto, salvo que el castigo sea el no poder soñar, confundirse y escribir lo soñado. El escrito del autor de La isla del tesoro está lleno de las mayores riquezas y aciertos. El mundo del sueño le aporta, no ya los arquetipos y las imágenes de su escritura, sino lo esencial: el ritmo de las historias, la cadencia, la estructura, el sonido. En la medida en que los mejores poemas han sido soñados, también una buena historia puede surgir de la lectura de algunas de esas poesías (o de una foto como la de mi amiga Anna Alejo con la que ilustro esta entrada; en cuanto la vi pensé en el fragmento heracliteano: el ser ama esconderse). Por ejemplo, anoche caí en la cuenta de que El chal, el mágico e insondable cuento de Cynthia Ozick, nace directamente de su lectura de la Fuga de muerte de Paul Celan.

3 comentarios:

Pablo Hernández Blanco dijo...

'100 Selected Poems by e. e. Cummings ' es uno de mis libros de cabecera. Gracias a la inestimable ayuda de la biblioteca de la UNAV, empecé a leerle a principios de este año -- todo un descubrimiento, especialmente teniendo en cuenta la incesable intensidad jurídica de tercero de Derecho (hm).

Por cierto, me intriga lo de 'En la medida en que los mejores poemas han sido soñados'... ¿se puede entender literalmente o...?

Adelarica dijo...

yo lo entiendo bastante literalmente, si no, no lo hubiera escrito, pero entiendo que se trata de una postura muy particular, claro, y que cada uno entenderá la cosa a su modo; o sea, que no pretendo haber enunciado una verdad universal, ni mucho menos
más bien, incluso diría que se trata de manías mías, aunque yo me las tome al pie de la letra

Adelarica dijo...

ah! y muchas gracias por comentar

si, e.e. cummings, demasiado…

es una pena, cuando yo estudié derecho nos inflábamos a leer, y no el código civil precisamente