Todavía no he comenzado apenas a explorar, a fondo, el catálogo que Paloma Alarcó compuso para la exposición Monet y la abstracción, que tuvo lugar en la primavera de 2010. Y no será por que no le he dedicado buenos ratos. Es porque contiene de modo abundante algunas de las mejores fuentes, o sea de los textos, sobre la abstracción pictórica. Paloma hizo un esfuerzo encomiable para recogerlos y situarlos en los lugares adecuados, no sólo de la trayectoria pictórica del genio francés, sino también de la obra de otros tantos creadores contemporáneos; una joya bibliográfica con la que yo me haría antes de que desaparezca de la circulación. "Yo hago algo con los materiales con los que pinto, pero no estoy pintando una imagen de nada. No los manipulo para obtener una ilusión de otra cosa más allá de lo que los propios materiales hacen. Lo que hago es una pintura", dice Robert Ryman en una entrevista de 1993 reproducida en el volumen. No sé si se puede aplicar este dictum, o hasta qué punto, a la propia pintura de Monet. Me lo pregunto ahora que se inaugura en el Grand Palais una antológica del pintor. Y cuando la propia Alarcó ha recogido para la editorial Turner la correspondencia de los años (las décadas, pues fueron más de cuatro) de Giverny (por cierto mañana se presenta el libro en la Thyssen). Vuelvo al punto de antes: es la realidad de la presentación la que prevalece en Monet, o es un pintor todavía re-presentativo. Dice John Berger, en un artículo publicado aquí, que en sus cuadros (como en los de Vermeer) lo decisivo es lo que envuelve la imagen, no tanto la imagen representada. La continuidad con el espacio más que la ficción de algo en un espacio. "Lo profundo es el aire", que decían Chillida y Guillén. La sustancia es indivisible, todo forma parte de la misma sustancia, cuya extensión es infinita. Sobre la noción filosófica de sustancia (la pintura, como todo el arte, o es cosa filosófica o no es nada), Berger culmina su explicación: "El aire envolvente ofrece continuidad y una extensión infinita. Si consigue pintar el aire, Monet podrá también seguirlo, como se sigue un pensamiento, si no fuera porque el aire opera sin palabras, y, cuando se lo pinta, solo está visiblemente presente en los colores, las pinceladas, las capas, los palimpsestos, las sombras, las caricias, los rasguños. A medida que se acerca más y más a este aire, este lo lleva, junto con el tema original, a otro lado. El flujo ya no es temporal, es sustancial y extensivo. ¿Adónde los lleva el aire entonces? Hacia otras cosas que ha envuelto o envolverá, pero para las que no tenemos un nombre convenido. Llamándolas abstractas no haríamos más que reconocer nuestra ignorancia. Monet se refirió muchas veces a la "instantaneidad" que intentaba captar. Puesto que forma parte de una sustancia indivisible que es infinitamente extensiva, el aire transforma esa instantaneidad en eternidad."
3 comentarios:
La forma sin contenido, no es forma.El arte figurativo tiene un referente más claro que el abstracto. Busca las proporciones y el modo de mirarlo. Si veo un cuadrado negro pienso que es una tomadura de pelo. Si veo lo que cuenta, digo, vaya, sí que hay algo detrás.
Paso a paso en el arte, una idea, un proyecto. Cubismo, suprematismo. Has llegado a ese paso, vale, da el siguiente.
(entenderás que la segunda persona es impersonal, imaginaria). Será una buena oportunidad encontrarse con este libro. Un saludo
"Lo que dice Berger está, como acostumbra, cargado de sentido pero ¿No ocurre que lo
que nos seduce de una obra de arte es "eso" inexplicable, da igual que sea abstracta o
figurativa? ¿No nos atrapa, precisamente, nuestra incapacidad para resolver las claves
que hacen (a nuestros ojos, creo que esto es importante)de un cuadro un artefacto
inaprensible?"
Claro, por eso digo que el arte tiene que ser filosófico, tiene que asombrarnos e incluso dejarnos perplejos, incapaces de resolver las preguntas que suscita
El asombro es lo que tienen en común el filósofo y el artista
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