jueves, 3 de septiembre de 2009

Notas para un diario 127

Por fin aquí, en este espacio de las notas, inexistente/necesario, en el que me apenas me hallo, lo que ya es mucho, teniendo en cuenta que vivo como la salamandra, en fuga, y que ya casi no me queda ni el refugio del escollo contra el que las olas baten en pareados, pues aquí estoy asomando de nuevo y por un instante, y lo primero que quiero decir es que, ayer, cuando vi en cosaswood la foto de Rocío/Annie/Rocío (¿cómo nos llamamos realmente?¿somos uno, dos, tres, multitud acaso?) recordé de inmediato el famoso Nocturno de Lauren Mendinueta: "Durante la tormenta/Dios toma fotografías/y yo intento ver el ojo/al otro lado de la lente", y pensé en lo mucho que le hubiera gustado este cuarteto al Brodsky (que era hijo de fotógrafo y) que escribió este otro: "Yo no era más que aquello que tú/con la mano acariciabas,/allí donde en noche de pavor,/cerrada, la frente reclinabas". No se puede decir más bellamente que el amante crea, con el dibujo de la mano, al amado, ni que cerca del corazón del amado deben reposar todos los miedos, empezando por el miedo a amarse. Por cierto, ¿sabías que Menchu Gutiérrez tradujo Marca de agua, el libro de Brodsky sobre Venecia, uno de los cinco que reposan cerca de mi oreja, sobre la mesilla, y me van susurrando de noche lo que no debo escribir: en mi caso, más que de complacer a una sombra, se trata de calentarme con la luz color zinc que me viene directamente del Báltico peterburgués. Del Báltico, de Madrid, del S´Agaró de mi infancia (lo que he recuperado en parte en los cuadros de María Perelló), pero también de la luz de septiembre que empieza a brillar (sobre todo por las tardes doradas y azules) en estas latitudes vasco/francesas, o la que encuentro en los retratos del barroco noritaliano, al que no me ha hecho falta convertirme porque nací así, viejo, católico y contrahecho (bend, dicen los ingleses amantes del Véneto, pero no, no es eso precisamente en mi caso). He encontrado para ti otro pintor (das una patada y te salen media docena), el conde Pietro Antonio Rotari, nacido en Verona y muerto en 1762 en San Petersburgo, no me digas que no tiene coña el asunto, y convéncete de que todo está escrito de antemano, nos limitamos a movernos en círculos/en espiral, a cumplimentar un guión previamente establecido, aunque lleno de quiebros y laberintos, de incapacidades de ver, de advertir, de entrever, no encuentro una muestra más extraordinaria que internet, donde todo acaba conectando de un modo entre divertido o siniestro, según el tipo de barrios que uno frecuente. El retrato en concreto reúne dos pasiones venecianas/veronesas: el interminable juego de la mirada, con la expresión de los ojos y las pestañas, por un lado, y, por otro, la pasión del libro que la niña se lleva a la boca ("en la boca comienza la digestión del universo, o a través del sabor, del único sabor, sentimos que una realidad pasa a formar parte de nosotros, receptáculo de nuestra propia metamorfosis") y con el que tapa el seno incipiente, pleno, interpelante. Pasiones impetuosas, pasiones sutiles. La literatura. Exotismo en el tocado azul y en las tríadas de perlas. ¿Malicia? ¿Quién sabe?

12 comentarios:

sara dijo...

Tiene expresión pícara. Me gusta mucho ese poema de Lauren.

sara

Adelarica dijo...

Es precioso, la verdad. Alvaro

paisajescritos dijo...

Cuanta concentración de noticias y novedades...

La niña tiene cara de acabar de conocer algo a través del libro, de disimular manteniendo la mirada al que está enfrente, mientras piensa en lo que ha descubierto, ligeramente ruborizada y tapando la boca, que aunque no lo creamos, delata más que los ojos.

Lo he pensado muchas veces, y creo en ello: "convéncete de que todo está escrito de antemano, nos limitamos a movernos en círculos/en espiral, a cumplimentar un guión previamente establecido, aunque lleno de quiebros y laberintos, de incapacidades de ver, de advertir, de entrever, no encuentro una muestra más extraordinaria que internet, donde todo acaba conectando de un modo entre divertido o siniestro, según el tipo de barrios que uno frecuente". Lo has dicho tú.

Adelarica dijo...

me gusta mucho tu comentario del cuadro, como siempre; en cuanto a lo otro, es un tema muy de fondo que me obsesiona, se me está poniendo cara de minotauro en el laberinto, y sin hilo de ninguna clase del que tirar

Adelarica dijo...

por cierto, ¿conocías a Rotari?

Belnu dijo...

Yo no conocía y el pintor y me encanta el cuadro, ¡gracias por ponerlo!

paisajescritos dijo...

Pues no, no conocía a Brodsky ni a Rotari. A eso me refería con lo de novedades, como Menchu, Rocío, Lauren o Isabel, a quienes desde hace algún tiempo me voy acercando desde aquí.
Ahora sé algo de los primeros, ya me he preocupado en indagar. Creo entender de otro modo lo de la "coña": de Verona-Venecia a San Petersburgo, de San Petersburgo a Venecia. Pero no era sólo ese viaje de ida y vuelta hecho a medias entre la biografía de dos personas ¿verdad?
Una curiosidad, aunque no sé si aquí debo preguntarlo: ¿Por qué San Petersburgo en la literatura (pienso y tal vez me equivoque, así de memoria en Chèjov o Joseph Roth) es llamado "el Petersburgo"? ¿Es por abreviar, el nombre de andar por casa, algo así como "los madriles"?.

Adelarica dijo...

exacto, lo primero
no sé muy bien eso de Petersburgo, pero le preguntaré a un amigo experto

Lauren Mendinueta dijo...

Querido Álvaro:
Al leerte he recordado un ensayo de Siri Hustvedt titulado En Lontananza. No por el tema, ni por el tono, pues en realidad son muy distintos. Quizás por la manera que tienes de evocarnos a tus personajes (es extraño que lo diga, pero así, como un personaje, me siento cuando encuentro mi nombre en tus entradas). Dice Siri que en cierta ocasión su padre le preguntó si sabía dónde esta en lontananza. Ella le contestó que en lontananza era otra manera de decir "allá". No, le contestó su padre, en lontananza se encuentra entre aquí y allá. Entre aquí y allá como la bella jovencita del libro, como Brodski, San Petersburgo, Venecia, Verona, entre aquí ya allá como como nuestra amistada virtual. Un abrazo

Adelarica dijo...

¿Era Verona dónde has estado? ¿no? De verdad que no me he acordado cuando lo he escrito. Y sin embargo, al pensarlo casi me asusto.
Gracias, Lauren, virtual, pero muy real.

Lauren Mendinueta dijo...

Sí, Álvaro, en Verona y también en Venecia. Un verano memorable al que además debo sumarle dos semanas en México. Un abrazo,

Adelarica dijo...

qué curioso
estoy preparando mi viaje, te aviso