martes, 22 de septiembre de 2009

Notas para un diario 130

Últimamente no hemos parado de hablar de libros. Let´s talk then about love! Te diré que me he quedado bastante melancólico después de la lectura del libro de Batur. Délivrez-moi des livres/librez-moi vos lèvres. Te digo lo que Robert Marteau en aquel maravilloso poema del libro Vigía (por cierto, parece que eso es lo que significa exactamente mi nombre propio: vigía, el que vigila, el que atalaya y está atento, mira tú por donde). Libradme de los libros,/y dadme vuestros labios (en la magnífica traducción de Edison Simons). Creo que quizás sea una de las más bellas aliteraciones que jamás se hayan escrito. Fíjate en el sonido de los versos en el original francés: cómo suenan las silbantes y cómo se suceden las fricativas (en realidad se trata de una especie de fricativa al cuadrado porque, para colmo, está hablando precisamente de los labios con los que el aire roza al pasar: ¿cabe mayor sensualidad poética?). Lo más difícil de todo es hacerlo de tal modo que en realidad algo puramente físico, el sonido, se convierte en una contraposición conceptual (livres/lèvres, Délivrez/Livrez), como de hecho ocurre en el mismo amor, en el que cualquier gesto, de la mano o de los labios, un suave reclinar de la cabeza, se transforma en un mensaje cargado de significado ¿Conoces ese poema? Por si acaso, te lo copio entero: Délivrez-moi des livres,/livrez-moi vos lèvres/De tous temps incertains/Les sentiers s´insinuent/Aux méandres de la mer./Ni l´a venir ni lendemain,/Rien que nous délivre./L´illusoire nénmoins/Nous permet de vivre// Libradme de los libros,/Y dadme los labios/Desde siempre inciertos/Se insinúan los senderos/En los meandros del mar./Ni el porvenir ni mañana,/No hay nada que nos libre./Lo ilusorio empero/nos permite vivir. Precioso canto a la teoría de la irrealidad, la irrealidad del amor, preferible siempre a la irrealidad del conocimiento intelectual. Pensaba en todo esto al releer a Batur, y a la vez me acordaba de algo que te escribí hace por lo menos veinte años (pero, ¿guardas las cartas?, "Por supuesto que sí, las tuyas y las mías también"): "Me he dado cuenta de una cosa curiosa: hasta ahora, cuando estábamos juntos, paseando (en Madrid por ejemplo), yo me lo pasaba muy bien, íbamos hablando, y nos hemos contado muchas cosas, y las que nos quedan (por lo menos a mí), pero en este viaje, también ha habido ratos de silencio, en los paseos y en otros momentos, y lo curioso es que en vez de sentirme incómodo, me he sentido muy a gusto, cuando se han producido, y me daba la sensación de que aunque estábamos callados, nos estábamos diciendo muchas cosas, y comprendiendo y queriendo en silencio; no te puedes imaginar la seguridad (y la alegría que eso me ha dado): no entiendo porqué me tratas así, con ese cariño y con esa dulzura" Joder, ¡qué mal escribía entonces! Bueno, qué le vamos a hacer, a todo se aprende. Precisamente, me acuerdo ahora de que uno de los treinta y tres nombres de Dios, según la Yourcenar, el treinta y dos exactamente, era éste: "Le silence/entre deux amis". Lo creo, y quizás ahora, cuando han pasado tantos años, comprendo un poco mejor el porqué. Pienso que tiene que ver con el temor por la pérdida que anida en toda relación amorosa. Te lo voy a decir, para no romper esta manía mía de citar a todos todo el tiempo (es un poco de paletos esto, ¿no?), con palabras de Pascal: En amor no se atreve uno a nada, de miedo a perderlo todo: no obstante hay que avanzar, pero ¿quién puede decir hasta dónde? Tiembla uno siempre hasta hallar ese punto. Pues eso es lo que me pasa a mí contigo: que no me atrevo a nada, y tengo miedo y no termino de encontrar el punto. Por eso, porque estoy perdido, la mayor parte de las veces me callo, aunque sea un callar dulce y confiado: sé que, de una manera u otra, Dios está de por medio en nuestros silencios.
(Esta foto se titula En el camino, y como aquella, magnífica, y de la misma serie, que puse hace pocos días, pertenece también al fotoblog de Annie Leibowitz)

3 comentarios:

Belnu dijo...

Me ha gustado lo de la doble aliteración de los labios, muy bien contado, ¿pero por qué primera persona del plural y no un vous francés que fuese un usted o un tú? No serían los labios de esa amada distante, a la que no tutea? Líbrame de los libros, entrégame (líbrame) tus labios... ? Bueno, tú sabrás mejor, que yo sólo juzgo por el fragmento y tú tienes el contexto.
En cuanto a esos silencios cómodos, cargados de entendimiento, qué importantes!

Belnu dijo...

Qué va! En lo que a mí se refiere es justamente al contrario, una ceguera continua y sólo algún fogonazo de claridad, ja ja!
Es que nuestro "usted" es feúcho y por eso no lo usamos en lo íntimo, ellos sí... ¿Te acuerdas de Le souffle au coeur? Incluso los niños entre sí se llaman de vous

Adelarica dijo...

sí sí, yo creo que es justamente eso, una amada a la que no se le ocurre tutear, he wouldn´t dare, nor would I. Exactamente eso, no he debido expresarme bien.
gracias por tu perspicacia, para ti un estado de espíritu permanente