Hic incipit vita nuova. Como cada año por las fechas en las que ahora estamos, Amedeo Modigliani escribía esta frase convencido de que el año por venir arreglaría definitivamente las cosas. En la entrenas del año 1920, en el dorso del dibujo preliminar del retrato del músico griego Mario Varvogli, el último cuadro en el que trabajó, escribió esas palabras dantescas, sin saber que pocas semanas más tarde, el 24 de enero, le alcanzaría la muerte. Dejaba a su mujer, embarazada de nueve meses y a una hija de apenas dos años. Jeanne Hébuterne (en la foto) no pudo soportar la pérdida de Modi y saltó de una ventana desde un quinto piso, muriendo en al acto junto a la criatura que albergaba en su seno. Quedaba la hija, Jeanne, que creció con la familia paterna en Livorno. Jeanne Modiglini dedicó una parte importante de su vida a buscar y ordenar la documentación sobre su padre. Como fruto de ese trabajo escribió un libro, Modigliani sin la leyenda, que acaba de aparecer en librerías (Nortesur, 2008).
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