Aunque la noticia es de hace dos semanas, yo me he enterado ahora, de donde se deduce que no estoy muy al día, qué le vamos a hacer. El Consejo de Administración de la cadena COPE ha decidido renovar el contrato de FJL y CV al frente de sus respectivos programas matutino y vespertino en esa cadena de radio. Cuando empecé este blog, hice el propósito de no hablar de política, y pienso mantenerme en esa línea. Pero esta noticia trasciende la política y supone una inmensa mancha en la vida de la Iglesia católica. Personalmente me parece un escándalo que alguien como FJL pueda conducir (nunca mejor dicho) un programa de radio en una emisora cuya propiedad pertenece a la Conferencia Episcopal de España. No me lo explico, por más vueltas que le doy. Me atrevo a afirmar que el gran valedor de ese "señor" no es otro que el Presidente de la Conferencia Episcopal española, el Arzobispo de Madrid, Monseñor Rouco Varela. He leído suficientemente sus escritos para darme cuenta de que mantiene una idea de España en la que la religión debe jugar un papel político. "La unidad de España es un bien moral", afirmó sin pestañear hace pocas fechas. Como ocurrió en la guerra incivil. Se trata de una incursión de la Iglesia en los asuntos temporales. Algo injusto y nefasto, como se ha demostrado a lo largo de la historia de España, sin irnos más lejos. De nuevo se pisotea de manera ciega el principio áureo: "Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios", que San Pedro reformuló de esta manera: "Temed a Dios, honrad al Rey" (1, II, 17). El problema no es tanto, como puede parecerlo, que se niegue al César lo que se le debe (no creo que ninguna de las personas citadas carezcan de convicciones democráticas, y liberales, según ellos mismos afirman, aunque sus actitudes con frecuencia recuerden estrechamente la ética autoritaria). El problema, como tantas veces, es de autenticidad de la fe: se niega el temor de Dios y se le niega a Dios lo suyo: el terreno de las almas todas, la libertad religiosa de las almas que nunca deben de ser constreñidas políticamente. Hay un dosis enorme de miedo a la libertad de los fieles, a la libertad más radical me refiero, o sea la libertad de las conciencias. Y es muy triste que sea así.
A mí no se me ocurre pedirle a FJL que comprenda esto o nada parecido a esto. Carece de la más elemental formación religiosa. En cambio, yo defendería a muerte su libertad para expresarse como mejor le pareciese (con todo el desprecio hacia los demás con el que se manifiesta habitualmente, incluido) en cualquier otra emisora. Pero no en la que pertenece jurídicamente a la Iglesia.
La Iglesia no puede tomar partido políticamente. Lo hizo, no hace muchas décadas, en la guerra del 36. Lo ha vuelto a hacer ahora, en defensa de una falsa idea esencialista de España. La posibilidad de que España pase (como pasará todo menos la Ley) les horroriza, les deja huérfanos por adelantado. Que tristeza me da esa falta de fe. Pasará España y pasará el mundo: la propia Iglesia es esencialmente testigo de esa fugacidad cuyo reverso es la eternidad de Dios. También eso es lo que significa católica, es decir, que no se asienta ni radica en ningún lado, que está de paso en todas partes, con un espíritu de desprendimento.
Una derivada que me preocupa de esto es lo siguiente: me pregunto que información sobre este particular maneja el Papa. No querría saber el "arte" con el que, a pesar de las visitas a Roma de los representantes de la Conferencia, se le escamotea la verdad.
Ellos verán lo que hacen. Como fieles laicos sólo podemos denunciar este grave escándalo en la Iglesia y por supuesto rezar para que quienes deben hacerlo caigan en la cuenta de la injusticia que todo esto representa.
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