viernes, 31 de diciembre de 2010

Notas para un diario 184

That´s all folks! Esto se acaba… por ahora. Y como nos despistemos, no nos libra ni Blas de las uvas, de las campanadas y de las imágenes churriguerescas de la Puerta del Sol. El otro día escuché que no se quienes (los japoneses, creo) beben vasos de agua. ¡Qué horror! ¿Cómo no vamos a tener crisis de ansiedad y hasta de pánico? Gestionar las emociones, es la consigna. A la porra, menudo eslogan absurdo. Aquí el primero que pasa se cree Jung y nos larga un sermón sobre el ojo poco entrenado. Vaya, hasta ahora no había despotricado esta Navidad. Hasta mis hijos estaban alucinados: "Papáááá… ¿qué te pasa? Si no pareces tú, si estás a gusto hasta con los cuñados?" Ya ves, pues ahora me ha salido totalmente natural el cabreo. Será porque aún no tengo una casa como la de la foto en el fin-del-mundo, desde la que contemplar (con un jersey bien gordo y sin corbata) el fin de año contigo (ya te contaré desde donde tomé esa foto). A cambio, ahora que la casa está todavía silenciosa, y que he puesto las cinco o seis canciones de los Beatles que me bajé el otro día de itunes (al carajo con el feo ese de la Iglesia, los autoproclamados representantes de los internautas y la inexistente sociedad civil, yo soy un tío legal), puedo escribir y sentir, sea por un instante, el aroma de la madreselva y las lilas. Aprovecho este instante de felicidad impresa o virtual, lo que sea, para felicitar a todo el mundo y para desear a los lectores de este blog un año 2011 muy muy feliz. De todo corazón.

jueves, 30 de diciembre de 2010

Christmas Lights (Cold Play)

Don José Orlandis (1918-2010)

Ha muerto en Mallorca, en la víspera de la Navidad de 2010, a la edad de noventa y dos años, Don José Orlandis. Tengo la inmensa suerte de haberle conocido, de haber hablado muchas horas con él, y de poder contarme entre sus amigos. Guardo como oro en paño una docena de cartas suyas. Nos separaba medio siglo (con todo lo que eso significa), pero nos unían cosas que están más allá del tiempo. Me ayudó en varios de mis libros, a fondo, como hacía él las cosas, me leyó, me corrigió. Por supuesto yo le leí mucho más a él, especialmente todo lo que escribió sobre la génesis y el desarrollo de la España visigótica; he de confesar que tenía por su persona y por sus escritos (cuyos planteamientos no siempre comparto) un respeto reverencial. ¿Qué quiere decir eso? Quiere decir que, de alguna forma, aún desde la discrepancia, los aceptaba acríticamente. Me parecía alguien tocado por algo especial, algo que poca gente tiene y que después él cultivó hasta la extenuación. Es una mezcla de bondad, de experiencia, de moderación, de sabiduría, en una palabra. Un ejemplo, tonto quizás. Un día le confesé que estaba harto de Pamplona. Me parecía pequeña, chata, aburrida. Le explicaba, con entusiasmo, que deseaba vivir en Nueva York, en París o en Berlín, y que estaba haciendo planes para irme. Me miró con verdadero amor paterno. Con su voz entrecortada, me dijo: "Álvaro, te entiendo muy bien, si te vas yo iré a verte con mucho gusto, pero también te digo que, para un cristiano, cualquier ciudad es buena". No se me ha olvidado esa afirmación. Don José conocía el siglo XX como pocos. Lo había vivido (y escrito) en gran parte, había tratado a muchos de sus protagonistas, lo había estudiado, sondeado, contrastado con el pasado, con la tradición en la que vivía con toda naturalidad. Nunca le oí hablar mal de nadie. Lo suyo era comprender y, siempre que podía, amar. Con distancia. Como los artistas, pero amar al fin y al cabo.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

On Hobby Horse (2)

Por fin puedo inclinarme sobre el teclado y poner negro sobre blanco lo que pienso acerca de ese vídeo que me regalaron por Navidad. Seré breve. Un caballo de juguete, para un niño, sustituye a un caballo "de verdad". El niño ha visto montar a caballo: en la tele, en una película, o en vivo y en directo. A lo mejor él mismo monta (lo que hará menos necesario, en su caso, el mecanismo de la sustitución). Pero da igual, cuando está en casa quiere subir en su caballo y galopar por los paisajes y las playas de su imaginación. Un niño necesita galopar. Y puede hacerlo a placer por el pasillo de su casa. No está jugando. Está galopando a caballo porque el palo tiene una determinada forma, adecuada a la sustitución del animal. El niño pone los relinchos y los movimientos ondulantes de la cabeza. Le ofrece al palo un azucarillo, y le habla, con indulgente señorío, como Don Quijote a Rocinante. Sustitución (de una necesidad) y forma. Dos principios básicos de cualquier arte (continuará).

lunes, 27 de diciembre de 2010

On Hobby Horse

Una amiga me envía un regalo de Navidad precioso: un vídeo en el que, junto a otras cosas, aparece un niño y un caballo de juguete; mejor, aparece un hombre viejo que recuerda que fue un niño y que le regalaron un caballo de juguete; no, qué digo, aparece un hombre viejo que toca el piano y recuerda su vida, y entre sus recuerdos del niño que fue hay uno muy especial en el que le regalan un caballo de juguete. Mañana espero comentarlo despacio.

sábado, 25 de diciembre de 2010

My top five (los cinco mejores libros del año)


Éstos son los cinco libros mejores que he leído en el 2010:


1. Dublinesca (Enrique Vila-Matas)
2. Mes cendriers (Florence Delay)
3. El horizonte (Patrick Modiano)
4. Un año de escuela en Trieste (Gianni Stuparich)
5. Palazuelo (Catálogo Fundación Juan March)

jueves, 23 de diciembre de 2010

¡Feliz Navidad!

"SE PUEDE ORGANIZAR LA FIESTA, LA ALEGRIA NO"