martes, 30 de agosto de 2011

Literatura

Los días dedicados a ordenar libros en casa me han servido para recuperar lo que no sabía que tenía, y para recordar libros que había medio olvidado y que ahora pasado el tiempo quisiera releer. Me ha servido también para darme cuenta (ese ha sido el criterio para deshacerme de varios cientos de ejemplares) de las cosas que de verdad me interesan, bastante distintas de las de hace años, aunque lo que se muda sobre todo es el punto de vista con el que se mira. Preparando el curso que comenzará en pocos días echo mano de antologías de relatos y de textos (la de Breton sobre el humor negro, la de Borges, Bioy y Silvina Ocampo sobre literatura fantástica y otras) para encontrar escritos breves que me sirvan para las clases. Creo que es mejor sembrar así que no concentradamente con textos extensos. Calvino lo vio claro en sus conferencias de Harvard. La rapidez y la levedad son esenciales hoy más que nunca si quieres tener alguna oportunidad de despertar algo en una persona de dieciocho años. Nada impide ir a fondo con un texto corto. Ni enseñar que la literatura tiene mucho que ver con las superficies, con la piel que dirían Kundera y Malaparte. Explicar las epístolas con un poema de Brodsky es una manera de llegar tal vez a Montesquieu, a Cadalso y hasta a Horacio. La cultura sacerdotal primera (algo de lo que me temo que no nos acabamos de desprender) y el esfuerzo de la civilización por mantenerse dinámica en el abismo de la libertad está contenido en el primer párrafo de Dos hermanas, el primer cuento de Dublineses de Joyce. Así quiero dar las clases, yendo de adelante para atrás. Pienso que Beckett aclara al verdadero Cervantes mucho más que los predecesores del escritor manco. En cierta forma se trata de hacer un mapa, una geografía propia, y emprender un viaje dando tanto pasos y saltos hacia atrás como hacia delante. Savinio, Gómez de la Serna, Borges, Vila-Matas, Bloom, Steiner, Magris son de una ayuda inestimable en este tipo de navegaciones.

4 comentarios:

´´ dijo...

¿y Pitol no ? Pitol tiene una facilidad asombrosa para hacer leer a la que comenta un autor.

El arte de la fuga es un gran libro, su forma de explicar las lecturas, los viajes, los encuentros, tiene mucho de las propuestas de Calvino

Adelarica dijo...

Por supuesto!

Eleonora dijo...

Quiero tener 18 años y anotarme en tu cátedra. ¡ Ay! Miles de kilómetros y años interfieren en mi plan.Por las dudas lo sigo soñando.

Adelarica dijo...

pero tú y yo tenemos más proyectos en común