sábado, 18 de septiembre de 2010

Perder teorías (de Enrique Vila-Matas)

A las cinco notas de la Teoría general de la novela (futura) que E V-M esboza en su nueva entrega (Perder teorías, Seix Barral, 2010), y que se aplican perfectamente a su propio quehacer narrativo, yo añadiría otras, que por lo demás se me hacen bien presentes en lo más destacado de la literatura actual: 1. El carácter metadiscursivo (si la "intertextualidad" es la sintaxis, la especulación indirecta sobre la literatura, dentro de la literatura, sería la gramática, algo previo a la sintaxis, un eje morfológico anterior y aún más fijo). 2. Aunque, ça va de soi, el segundo elemento (el retórico) es, cada vez más, y por muy manoseado que esté el asunto, la autoficción (nada escapa a esta dimensión, algo laberíntica, autobiográfica, límite en su caso particular). 3. Se trataría de encontrar, en tercer lugar, y es algo muy importante, una literatura internacional y nómada, de raíces, sustancia y proyección europea, y eso en el plano lógico, simbólico, ontológico y moral. 4. El cuidado de la lengua, el perfeccionamiento progresivo y palpable en cada texto, me parece de por sí un rasgo sobresaliente de la literatura futura (no lo digo sólo por ello, pero qué hermoso ese "el tiempo se escandía y alargaba", p. 10, en este relato; escandir, palabra latina que viene del campo semántico de la métrica, otra conexión con la poesía, con la alta y con la popular también). 5. Al realismo, al que alude en un prólogo brillante Liz Themerson, levantando una liebre que no obstante siempre termina por escaparsele al cazador estrábico, yo yuxtapondría el término racionalismo, no tanto en el sentido descartiano, sino más bien en el de Montaigne, que era mucho más escolástico que su compadre pensante. Ratio, en la vieja escuela que V-M recupera, significa vivir en el mundo real, de conformidad con la verdad de las cosas reales. O sea, con nuestra capacidad de aprehender el mundo y su misterio, empezando por el mundo propio, de imaginarlo, capacidad siempre limitada, limitada hasta el llanto babilónico por la pérdida. Serán cenizas, pero tendrán sentido… No hay paso del mito al logos, sino del mito a los mitos en plural. V-M propone el suyo, y si no te gusta, procura reinventarte otro. Con gestos elegantes, siempre con gestos elegantes y medidos. Al final, todos los caminos llevan a Roma.

P.S. Por si alguno se despista, que conste: ESTO NO ES UNA RESEÑA

1 comentario:

J. G. dijo...

Soy el (ex)taxista que lo trasladó al hotel de Lyón. Me estoy haciendo escritor.