He releído estos días, muy despacio, Purgatorio de Raul Zurita, recién publicado en España por Visor (el libro es del año 79, y desconozco si existen o no ediciones españolas anteriores a esta de 2010; yo tenía una chilena, muy fea, que me regaló mi amigo Aníbal Larraín, asegurándome que se trataba del mejor poeta chileno del siglo XX). Desde entonces, lo he leído, y me sé de memoria algunos pasajes del poemario: sin entender nada, claro está. Espero que un día, cuando menos me lo espere, acaso cuando yo mismo me encuentre metido de lleno en ese estado intermedio aludido por el título, esas palabras, que me fascinan, se me abran y me entreguen un mensaje que yo sé positivamente que esconden. Resulta difícil entender a Zurita. Pero no imposible. Y por eso me gusta. Me pone a prueba, no tanto intelectualmente, más bien una prueba moral y psicológica. Pero no me separo del libro, ahora aún menos, el pequeño volumen negro de Visor, facilitará las cosas, se lleva muy bien en un bolsillo, como una filactelia, y me recuerda a lo bruto un puñado de verdades sobre la vida (y la muerte). Ahí va una: LA NOCHE ES EL MANICOMIO DE LAS PLANTAS.
No hay comentarios:
Publicar un comentario