Comienza el curso académico. Y con él el estudio, las ilusiones, los proyectos que habían quedado a un lado, por unas pocas semanas. Mi principal objetivo para este tiempo que se abre de nuevo sigue siendo el de ordenar mi biblioteca. Significa tantas cosas eso. Lo significa todo, en realidad. No sé donde quedará ubicado este cuaderno a partir de ahora. No creo que se mantenga mucho tiempo sobre mi escritorio, pero aún no lo sé seguro. Todo es una cuestión de medir bien los tiempos. Hay tanto que hacer, tantas cosas a las que atender, de una vez. Paula me está ayudando, con su habitual perspicacia, a poner cada cosa en su sitio. Ayer, en ese afán de ordenar, leía un bello poema de George Trakl. Se llama Edades de la vida: "Más espirituales lucen las rosas/silvestres en la valla del jardín/¡Oh alma silente!//En frescos pámpanos pace/el sol cristalino;/¡Oh santa pureza!//Ofrece un anciano con nobles/manos maduras frutos./¡Oh mirada del amor!". Es un poema póstumo, de los años 1912/1914. Una época dura para él. Emocionante, integrador, pacífico, heroico. Con esa paz que nace de la lucha contra uno mismo, o al menos contra aquello que nos hace más pequeños y mezquinos. Siempre me ha impresionado, en Trakl, la tensión entre expresión poética y la alusión constante al silencio del alma. Eso es lo que yo busco en la biblioteca de mi casa, y casi es el único lugar en el que lo encuentro: el silencio necesario para que surja la palabra.
2 comentarios:
"...esa paz que nace de la lucha contra uno mismo, contra todo aquello que nos hace más pequeños y mezquinos."
Magnífico, de libro.
Un saludo
Esa paz que rebrota cuando archivamos los cuadernos de nuestra vida. Siempre, sin renunciar a acercarnos en silencio a nuestra biblioteca para consultarlos con un nuevo espíritu, y lentamente, resurjirá la palabra.
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