domingo, 5 de septiembre de 2010

Notas para un diario 173 (Transparencia)



El viejo Marías hablaba, en un artículo precioso que guardo como oro en paño, de la experiencia, rara, íntima, recóndita, de "vivir en transparencia" con alguna persona. "Consiste en que uno pueda abrirse a otra persona, descubrir su verdad, sin ocultamientos, sin temor a nada que no se quiera compartir; y al mismo tiempo penetrar en la intimidad de la otra persona, igualmente abierta, sentir que se toca el fondo de su realidad, que se sabe quién es, se alcanza a convivir con el fondo mismo de ese como tal. Es la forma suprema de esa realidad vista casi siempre trivialmente: la confianza que se articula en una doble versión: confianza en alguien y confianza con alguien". Vivir en transparencia con otro es difícil, casi parece imposible, pero a veces ocurre. Y esa experiencia, que tiene que ver con el sentido de la vida, con el sens intime que primero recibimos y después otorgamos a las cosas del mundo, cuando se produce, es capaz de reconstituir una entera existencia. ¿Se trata, sin más, del amor? Sí, y no. Sí, porque cuando se alcanza esa apertura y esa entrega de nuestro ser a otro, hasta el extremo de la transparencia, podemos decir bien alto que amamos a alguien: Salinas dijo que quería morirse/en la alta confianza/de que este vivir mío no era sólo/mi vivir: era el nuestro. Y que me vive/otro ser por detrás de la no muerte. Pero, cuántos amores hay en la vida (no sólo con personas concretas, también ocurre con frecuencia en la relación que mantenemos con Dios) en los que, amando con todas nuestras fuerzas, no alcanzamos ni por asomo la transparencia. Suele ser un problema de sensibilidad (sentido y sensibilidad, una vez más), un problema afectivo la mayor parte de las veces, el obstáculo, denso y oscuro, que nos impide siquiera intuir las más grande aventura de la vida. ¿Cuánta literatura del mundo nace como un consuelo ante la imposibilidad de vivir, en acto, esta experiencia? ¿Cuánta, y es la mejor, refleja, siquiera pálidamente, la transparencia?

1 comentario:

José Antonio Calvo dijo...

Querido Álvaro. Me gusta esta entrada y creo que me ha hecho mucho bien. Aunque el examen de conciencia debe ser sobre las pequeñas cosas, es necesario, de vez en cuando, recordar la perspectiva de la vida y de la propia vida recibida para regalar. Transparencia, sí. Hoy actualizo mi anhelo de transparencia. Creo que repensar esto es una buena forma de comenzar el curso