domingo, 26 de septiembre de 2010

De nuevo sobre el conde Tolstói

Acabo de leer un libro precioso: Sobre mi padre, de Tatiana Tolstói, Nortesur, 2010. Se trata del relato que hace la hija del escritor del episodio final de la vida de Tolstói: de su muerte, fuera de casa, en la estación de tren de Astapovo. Aquello que, en el título del magnífico libro de Alberto Cavallari, se denominó la fuga de Tolstói. Yo he procurado leer cuanto he podido sobre un hecho desconcertante y misterioso, y me faltaba este testimonio esencial; dicho sea de paso, me parece que está entre lo mejor que se ha escrito sobre el caso.
León Tolstói vivió casado casi cincuenta años con Sofía Tolstói, née Bers. Tuvieron trece hijos en común. Lo compartieron todo a fondo, pero acaso, como apunta Kafka en una carta, más que desgraciado, su matrimonio fue prematuro, contraído por personas que no estaban aún maduras, que con el enlace habían detenido su desarrollo personal, gentes que habían sido recogidas prematuramente del árbol, antes de la recolección. No lo sé. ¿Es que alguien en la historia humana ha podido escapar a una descripción de los hechos como la que hace Kafka en dicha carta? En todo caso resulta misterioso que un hombre viva toda una vida con una persona a la que ama y que, en el momento de la muerte, huya de ella y quiera morir solo y a la intemperie. Naturalmente, y es el gran acierto en el diagnóstico de la hija del novelista, el final no fue sino el desenlace inevitable de un desencuentro lentamente larvado. Desde el mismo inicio de su unión. Para empezar, Sofía, que se casó con dieciocho virginales años, nunca aceptó el tormentoso pasado de su marido. Corroída por unos celos restrospectivos, no llegó a asumir esta dimensión. Desde ese momento el desarrollo de la pareja fue desigual, tenso e incierto. El libro, sumamente prudente, responde no obstante a la otra parte del misterio Tolstói: ¿por qué, si la cosa acabó así, no había explotado antes, en todas aquellas décadas de convivencia insatisfactoria para ambos? La respuesta no es sencilla, y tampoco yo pretendo destripar este bellísimo relato, pero tras la lectura pienso que en realidad se amaban. Que a pesar de todo se amaban mucho, y que su relación, humana e imperfecta, estaba tocada por la gracia.

9 comentarios:

molinos dijo...

Acabo de leer una novela " Angulo de reposo" de Wallace Stegner..en el que a la pareja protagonista le pasa exactamente lo que a Tolstoi y Sofía.

Saludos.

Adelarica dijo...

muchas gracias Moli, no la conocía, ¿merece la pena?

molinos dijo...

Oh..¿no la conocías? Madre mía, no doy crédito. Si, merece la pena, fue Pulitzer en 1972 y tiene otra novela que también he leído este año y que también te gustará que se llama "En un lugar seguro".

Son novelas pausadas, con muchos matices y personajes ni buenos ni malos..muchas relaciones, mucho pensar...

Te gustaran seguro. Están publicadas en Asteroide.

Unknown dijo...

Yo también te recomiendo vivamente "En un lugar seguro",a mi me encantó.
Además vi este verano la película de los últimos días de Tolstoi y me impresionó, como a ti, su fuga para morir alejado de su mujer.
Me pareció una pena que se hubieran perdido lo que para mi constituye uno de los aspectos más enriquecedores de la vida matrimonial, el crecer juntos, madurar al tiempo.
No creo tanto en los comienzos de las relaciones humanas como en el desarrollo de las mismas, en la labor constante de empeñarse las dos partes en sacar lo mejor del otro, en valorar lo pequeño cuando no se ve lo grande, en saber ver que lo que me enriquece solo llega a su plenitud cuando es compartido.
En definitiva que el pobre Tolstoi se perdió una maravilla...
Aunque nunca hago comentarios, sigo tu blog regularmente.
Un fuerte abrazo,
Paloma

Madison dijo...

Angulo de reposo es sin duda alguna uno de los mejores libros que he leido este año, su forma de escribir es hipnotizante, En un lugar seguro me gustó un poco menos, de todos modos ambos son muy recomendables aunque yo nunca me atrevo a recomendar libros.

Adelarica dijo...

pues no sé porqué

Madison dijo...

Porque temo pifiarla

Adelarica dijo...

miedo al miedo

Madison dijo...

Ya