Discusión en el Parlamento español sobre los crucifijos en las tomas de posesión de los miembros del Gobierno y en otros ámbitos públicos. Recuerdo siempre la frase de Cyprian Norwid, el poeta modernista polaco: "Nunca detrás de sí mismo con la Cruz del Salvador, sino detrás del Salvador con la propia cruz". Qué difícil es encontrar un liberal. Hablo con L., entre otras cosas, de liberalismo, postmodernidad y no sé como llegamos a lo que ambos pensamos sobre la Cruz. Me dice que me ve ensimismado (otro amigo me confirma que mi escrito sobre la amistad es "humano, demasiado humano"). Tiene razón. Me ofrece su ayuda en un gesto de amistad. Cuando he estado en sitios y momentos especiales (Auschwitz, por ejemplo), he sentido el impulso de llamarle o de ponerle un mensaje. He puesto a los alumnos la película Sin destino. Muchos salían llorando: las mujeres de un modo más visible (y honesto, comosiempre). Releo algunas partes de la correspondencia de Rilke (Merlín, la amiga venciana, Tour und Taxis, Benvenuta, Clara, cómo no). Me doy cuenta de que Trieste se convirtió para él en un polo de atracción. Empiezo a escribir el texto sobre Magris y el viaje interior. Algunos de los más grandes viajeros han sido los viajeros al interior: Juan de Patmos, Virgilio y Dante en el infierno. Ayer me dormí oyendo, en la radio, una lectura de las visiones del infierno de Faustina Kowalska. Siete estrados en el infierno. Como en la escala de Mahoma. Como en el Eliot del tercer movimiento de Ash Wednesday. Me parece que el cuarto o quinto es la falta de luz que no obstante permite distinguirse (hombres y demonios). Me levanté a apuntar la referencia y a sacudirme el miedo con un lingotazo de whisky. El que bebía Josep Pla, otro gran viajero interior. Los mejores libros comienzan cuando se afinca en El Ampurdán. Volvió a Argentina por razones eróticas. Y escribió las Notas per a un diari. "Toma catalán". Eran los años 65 y 66, en los que nací.
(La foto es de Bracha LICHTENBERG-ETTINGER)
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