jueves, 27 de noviembre de 2008

Notas para un diario 81

De viaje. Madrid. Nuevas amistades. Gestiones. Tensiones. Amor, por teléfono. Soria bellísima con una fina capa blanca sobre las peñas moradas. Frío. El invierno devuelve la religión. Nostalgia de permanecer perdido por esas lomas y altozanos interiores. De vuelta en el coche pienso que, con una cierta frecuencia, alguien me pide que le haga una lista de libros para leer. No suelo acceder a eso. No me gusta decirle a nadie lo que tiene que hacer (ni que me lo digan a mí tampoco). Además, como lector habitual, sé perfectamente que es un mal procedimiento: lo que de hecho ocurre es que, cuando lees un libro, si es bueno, éste te lleva a otro, normalmente a uno que no esperabas en absoluto. Sí. Lo natural con los libros, como con los amigos, es ir tirando del hilo y a ver qué pasa. Si se rompe, mala suerte. No son buenas las listas predeterminadas. No obstante, voy a dar una, sobre todo porque no la he confeccionado yo. Es muy parcial pero creo que puede dar alguna pista buena, sin necesidad de tomarla en bloque. La he encontrado en una novela extraordinaria de Goran Petrovic que publicará, próximamente, Sexto Piso y que se titula Atlas descrito por el cielo. Al final del libro, Petrovic ofrece una lista de obras en las que se ha inspirado y que acaso conforman los artículos de la Enciclopedia Serpentiana en la que se estructura la historia (lo de Sexto Piso con las serpientes es algo que daría mucho que hablar). He quitado los libros en serbio, difíciles de encontrar, y me han quedado un puñado de joyas que no deberían faltar en ninguna biblioteca o que podrían ser el temario de un curso de literatura que merecería la pena impartir algún día: Ivo Andric (La crónica de Travnic), Borges (Ficciones), Breton (Tres manifiestos del surrealismo), Jacob Burkhardt (La cultura del Renacimiento en Italia), Buzzati (La tienda de los secretos), Calvino (Palomar), Carver (De qué hablamos cuando hablamos de amor), Cortazar (Rayelua), Chéjov (Cuentos), Dante (Infierno), Eco (El arte y lo bello en la estética del medioevo), Michel Ende (La historia interminable), Frazer (La rama dorada), García Márquez (Ojos de perro azul), Huizinga (El otoño de la Edad Media), Danilo Kis (Jardín, ceniza), Tito Livio (Historia de Roma desde la fundación de la ciudad), Thomas Mann (La montaña mágica), Milroad Pavic (El guante del revés), Panofsky (Estudios de iconología), Potocki (Manuscrito encontrado en Zaragoza), Rabelais (Gargantúa y Pantagruel), Propp (Morfología del cuento folclórico), Salman Rushdie (Hijos de la medianoche), I.B. Singer (Gimpel, el loco), Tolkien (El Hobbit), Vargas Llosa (La tía Julia y el escribidor), Boris Vian (El arrancacorazones).

(La foto es de Mathie Dupont)

6 comentarios:

Corina Dávalos dijo...

El siguiente gadget del blog debería ser un catálogo de subproductos del blog, te aseguro que los separadores tendrían un éxito bárbaro...mil gracias.

Alvaro de la Rica dijo...

Lo haría encantado pero lo triste es que no sé. ¿Me ayudas?

Anónimo dijo...

Alguno de los autores me traen recuerdos de la universidad. Panofsky -me encantó, además por la curiosa edición (de Tusquets, creo)- "La perspectiva como forma simbólica", con más texto en las notas a pie de página que en el cuerpo del ensayo. El de Huizinga, que leí prestado también entonces, me gustaría ahora encontrarlo: aquel capítulo con el valor simbólico de los colores.
Del resto de la lista, algunos autores me gustan en otras obras, p. ej. el Boris Vian que antes o después saldrá por mi blogesquina. De todos modos, ayer hablaba con un amigo al que dije que tu entrada me había recordado a él: no es dado a aconsejar ni a que le aconsejes, aunque con buen criterio sostenía que rara vez una obra asoma por sí misma a nuestros ojos, suele haber una influencia o referencia.

Corina Dávalos dijo...

Claro...

Alvaro de la Rica dijo...

Gracias AnaCó. Magdalena: la última edición del libro de Huizinga es de 2001: Alianza (http://www.lacentral.com/9788420679501)

Anónimo dijo...

Gracias por la reseña, porque el que yo usé ya en su día era antiquísimo.