Dos exposiciones en Berlín
En la sección de egiptología del Altes Museum de Berlín se ha inaugurado una exposición titulada Giacometti, el egipcio en la que, siguiendo la estela de una corriente historiográfica cada vez más influyente, se pone en conexión la obra del escultor italo-suizo con el arte antiguo, en este caso con el del Egipto faraónico. Según me dicen, la comparación sur place de esas obras está dejando a los espectadores sin aliento: pues la verdad es que no es un mal plan para el próximo puente de diciembre. ¡Quién pudiera! Sobre todo si tenemos en cuenta que podríamos ver otra exposición dedicada al Universo de Paul Klee.
Arte y memoria
No se debe improvisar ahora una teoría de la conexión del arte contemporáneo y un arte como el egipcio, ni en general ni en particular en el caso de Giacometti (más conocido era para mí, a partir del testimonio y los escritos de Anna Ajmatóva, la inspiración de Modigliani en el hieratismo egipcio). Personalmente no pienso parar hasta leer los textos del catálogo que ya he encargado. Pero es evidente que la cosa tiene que ver con una distinción bastante sencilla de entender: la diferencia que existe entre aquellos pintores (otro tanto se puede decir de los poetas) que pintan lo que ven y los que pintan lo que saben, o sea, los que pintan de memoria y para la memoria o para recordar y transmitir conocimiento. Los autores más perspicaces –Bonnefoy, el propio John Berger en su magnífico Esa belleza (Bartleby Editores,2005)– han discutido si las figuras más conocidas de Giacometti adelgazaban para dejar más espacio al espectador (en una sutil analogía con la teoría clásica del alma como aquello que no siendo nada es un poco todas las cosas) o si, por el contrario, aparecen emergiendo. En todo caso, su genialidad está en incorporar movimiento a unas figuras que no se sabe si crecen o menguan pero que en todo caso contienen la perfección de no estar acabadas. Giacometti no veía formas, dice Bonnefoy, sino "una presencia que le cuestionaba acerca de la suya propia en este mundo". Una presencia que no se ve con los ojos de la cara sino que se conoce mentalmente por que se reconstruye primero en la memoria. A partir de 1928, en el que comienza la serie de las "esculturas planas" (muy presentes en el show berlinés), se encerró en su taller y dijo que que quería "reconstituir sólo con la memoria". Sin mirar. Sin copiar. De forma puramente abstracta. Como Klee por cierto. Como los artistas egipcios.
1 comentario:
Siempre ma han parecido formas similares de "expresión en el expresionismo" las de Giacometti y las de Modigliani. Sin embargo en el Modigliani que pinta, no en el escultor. La mirada a Egipto me lleva más a los relieves (a veces tan parecidos a las de tantas pinturas neolíticas) que al bulto redondo, aunque también se me vienen a la memoria esas largas piernas de diosas que no terminan de dar el paso al frente. Sigo la pista.
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