domingo, 30 de noviembre de 2008
sábado, 29 de noviembre de 2008
Yoani Sánchez
Desde hace unos días podéis ver en la lista de entradas recientes de otros blogs, a la derecha de la página, el rótulo de Generación Y, el que ofrece desde Cuba Yoani Sánchez. Es uno de los blogs más laureados y leídos del mundo, y no me extraña. Una chica cubana de 32 años escribe su pensamiento y lo que ve en la isla secuestrada. Unos relatos de Kolyma, pero en vivo y en directo. Llevo días leyendo a Yoani y estoy admirado. Por su honestidad. Por su valor moral, histórico y literario. Para vergüenza, una vez más, de la mayor parte de la izquierda europea (de la española, mejor ni hablar), que permanece inactiva, amparando una vez más a la abyecta tiranía, he recordado las palabras de Josif Brodsky en el Williams College de 1984: "La defensa más segura contra el Mal es el individualismo extremo, originalidad de pensamiento, singularidad, e incluso la excentricidad. Es decir algo que no pueda fingirse, falsificarse o imitarse, algo con lo que incluso un redomado impostor no se sintiera a sus anchas. Algo, en otras palabras, que no pueda compartirse, como la propia piel, ni siquiera entre una minoría"
(La foto es de José Goitía)
viernes, 28 de noviembre de 2008
Notas para un diario 82
En casa. Nuevas perspectivas. Frío intensísimo. Alvarete que baja a diario a por el pan me da el parte: -2º!!! "¿Y por qué no nieva, papá?" "No lo sé, hijo. Tal vez más adelante. No sé nada". He recordado que en un libro de Imre Kertész que se titula Un instante de silencio en el paredón (sin duda entre los diez mejores libros sobre el Holocausto; ya puestos, algún día hacemos la lista), en el primer capítulo se habla del Diario de Sándor Márai, el novelista húngaro que ha sido un boom editorial en España y en otros países en los últimos años. Se refiere con emoción a lo que se conoce como ¡Tierra, Tierra! y en concreto a las razones por las que Márai abandonaba para siempre Hungría: su temor al "lavado de cerebro", a la "pérdida del yo". En otro escrito de Kertész, "Confesiones de un burgués. Apuntes sobre Sandor Márai" habla del Diario que el autor de El último encuentro mantuvo desde 1943, y en particular del último, el que llevó durante los años cinco últimos años de su vida. Un testimonio escalofriante. Un tratado de la vejez, que por fin se ha publicado en España: Diarios 1984-1989. Para Kertész, se trata de "la huella espiritual más pura, más amplia, más importante de aquella época". Una huella que no obstante acaba en el suicidio de Márai. Y que convierte el suicidio (más después de la Shoah) en el único asunto filosófico serio (Camus, El mito de Sísifo). Como Zweig, como Améry, tal vez como Rothko y Celan, como de Staël. Habría mucho que hablar de todo esto. No coincido del todo con mi admirado Kertész. Nunca la limitación humana se puede convertir en un absoluto (Márai lo pensaba): al contrario la limitación es la puerta del absoluto, pero sólo la puerta. Él en cambio (Kértesz) supo esperar y comprenderlo todo, amándolo. Se nota en su escritura que tiene una grandeza impensable en Márai. No hay más que leer Sin destino. Las páginas finales contienen un acto de esperanza insólito. Contienen asimismo toda la tradición desde el primer exilio hebreo de Ur. Toda la tristeza y el misterio insondable de la Had Gadya. Y Grecia por supuesto. Kértesz es un judío y un ilustrado, en el sentido fuerte de ambos gentilicios. Márai era un burgués descreído y entendió mucho menos, pero también era un gran escritor. Auténtico. Hay que leerle. La revista Archipiélago (82) acaba de dedicar un monográfico a Kertész, en el que se habla mucho de Márai.
jueves, 27 de noviembre de 2008
Notas para un diario 81
De viaje. Madrid. Nuevas amistades. Gestiones. Tensiones. Amor, por teléfono. Soria bellísima con una fina capa blanca sobre las peñas moradas. Frío. El invierno devuelve la religión. Nostalgia de permanecer perdido por esas lomas y altozanos interiores. De vuelta en el coche pienso que, con una cierta frecuencia, alguien me pide que le haga una lista de libros para leer. No suelo acceder a eso. No me gusta decirle a nadie lo que tiene que hacer (ni que me lo digan a mí tampoco). Además, como lector habitual, sé perfectamente que es un mal procedimiento: lo que de hecho ocurre es que, cuando lees un libro, si es bueno, éste te lleva a otro, normalmente a uno que no esperabas en absoluto. Sí. Lo natural con los libros, como con los amigos, es ir tirando del hilo y a ver qué pasa. Si se rompe, mala suerte. No son buenas las listas predeterminadas. No obstante, voy a dar una, sobre todo porque no la he confeccionado yo. Es muy parcial pero creo que puede dar alguna pista buena, sin necesidad de tomarla en bloque. La he encontrado en una novela extraordinaria de Goran Petrovic que publicará, próximamente, Sexto Piso y que se titula Atlas descrito por el cielo. Al final del libro, Petrovic ofrece una lista de obras en las que se ha inspirado y que acaso conforman los artículos de la Enciclopedia Serpentiana en la que se estructura la historia (lo de Sexto Piso con las serpientes es algo que daría mucho que hablar). He quitado los libros en serbio, difíciles de encontrar, y me han quedado un puñado de joyas que no deberían faltar en ninguna biblioteca o que podrían ser el temario de un curso de literatura que merecería la pena impartir algún día: Ivo Andric (La crónica de Travnic), Borges (Ficciones), Breton (Tres manifiestos del surrealismo), Jacob Burkhardt (La cultura del Renacimiento en Italia), Buzzati (La tienda de los secretos), Calvino (Palomar), Carver (De qué hablamos cuando hablamos de amor), Cortazar (Rayelua), Chéjov (Cuentos), Dante (Infierno), Eco (El arte y lo bello en la estética del medioevo), Michel Ende (La historia interminable), Frazer (La rama dorada), García Márquez (Ojos de perro azul), Huizinga (El otoño de la Edad Media), Danilo Kis (Jardín, ceniza), Tito Livio (Historia de Roma desde la fundación de la ciudad), Thomas Mann (La montaña mágica), Milroad Pavic (El guante del revés), Panofsky (Estudios de iconología), Potocki (Manuscrito encontrado en Zaragoza), Rabelais (Gargantúa y Pantagruel), Propp (Morfología del cuento folclórico), Salman Rushdie (Hijos de la medianoche), I.B. Singer (Gimpel, el loco), Tolkien (El Hobbit), Vargas Llosa (La tía Julia y el escribidor), Boris Vian (El arrancacorazones).
(La foto es de Mathie Dupont)
martes, 25 de noviembre de 2008
Sean Scully
Nueva exposición de Sean Scully en la Galería Carles Taché de Barcelona. Se inaugura el próximo jueves, 27 de noviembre, a las siete y media de la tarde, con la asistencia del artista. Ojalá pueda pasarme. Adoro la pintura de Scully. Acaso el pintor vivo que más me interesa. Y no es fácil hablar de su pintura. Nada fácil. Su literatura está por hacer, en gran parte. Paco Jarauta y otros han aportado algunos elementos para la reflexión pero falta mucho. Como ocurre con Rothko, Congdon, Poliakov, Staël o Zoran Music, y con tantos otros genios de la última mitad del llamado "siglo breve". Me voy a limitar a copiar dos afirmaciones del propio Scully. Una sobre el color, uno de los logros indudables de su trabajo pictórico ("Mi sentido del color es muy lento. Pintar requiere muchos años, es cosa de una vida entera. No se trata de tener una idea sino de llegar a poder expresarla en pintura. Trato de valerme de un lenguaje urbano, de un lenguaje de origen arquitectónico pero impregnado de emoción. Quiero que resulte un lenguaje común, normal, urbano que sea capaz de transformar mi pintura en una sensación, en un sentimiento"). Y otra, más general, sobre la idea que alienta en su pintura: "puede que si mi pintura te lleve a la meditación, sea porque en realidad pretendo representar el mundo, no como lo hace un pintor figurativo, sino produciendo un impacto, una impresión simultánea de varias cosas a la vez. Cada día miro al cielo para captar el color de la jornada con ansias de conseguir una síntesis entre el mundo cultural, mundo natural y mundo personal. A partir de la geometría, que es en realidad nuestro mundo mental, el de la arquitectura, de la matemática, deseo estructurar el mundo, resolver la diferencia entre el mundo geométrico y el cultural, en una perfecta comunión".
lunes, 24 de noviembre de 2008
Premio Nacional
Premio a la labor editorial cultural
No todo son, ni mucho menos, malas noticias. La semana pasada, el Ministerio de Cultura otorgó a las editoriales Libros del Asteroide, Barataria, Global Rhythm, Impedimenta, Nórdica, Periférica y Sexto Piso el Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural, correspondiente al año 2008, “por su irrupción innovadora en el panorama editorial, que desde la iniciativa individual y desde distintos puntos de España, han sabido vincular edición, distribución y librería en torno al proyecto Contexto”. Vaya para todos ellos, como lector, mi más agradecida felicitación.
Pequeñas grandes editoriales
Todas y cada una de las editoriales mencionadas tienen en común el ser muy distintas entre sí y el ser orgullosa y genuinamente independientes. Sería necesario hablar de cada una de ellas para situarlas, en su contenido, en la calidad y en la orientación que se puede barruntar a partir de las declaraciones de sus responsables (algunos de los cuales son amigos míos) y, sobre todo, de su trayectoria ya consolidada de publicaciones. Os recomiendo que os paséis por las páginas web de cada una de ellas.
Sin dotación económica
Lo único que no entiendo es porqué el Premio no tiene dotación económica. No lo entiendo. Nunca habría una cantidad de dinero del presupuesto del Ministerio más merecida y mejor aprovechada. ¿No le han pagado la modesta cantidad de seis millones de euros a Barceló por la cagarruta de Ginebra (si Lord Eden levantara la cabeza: ese sí que tenía gusto)? Parece ser que el responsable de semejante nadería ha sido Exteriores (no me extraña que se lleve mal con Cultura, por lo que se ve bastante más atinado y contenido en todo lo que hacen). Además, todos estos editores son gente que sacan un duro a cuatro pesetas. Pero en fin, no creo que les preocupe demasiado porque para dedicarte a editar (como a escribir) en España hay que hacer voto de pobreza. Es una parte del viaje a Ítaca de la literatura y lo único que me cabe desearles, para terminar, es que les dure mucho y que sea rico en riesgos y en peripecias. Todos saldremos ganando.
domingo, 23 de noviembre de 2008
Take this Waltz (Leonard Cohen)
Lo confieso, Leonard Cohen no sólo es mi cantante favorito sino que está detrás de todo lo que escribo. Me gustaría tener algo de su ternura, su tempo, de su profundidad y, sobre todo, su gusto. Su inmensa y alegre melancolía. Su virilidad. Su cosmopolitismo (yo creo en realidad que es más bien pura y simple universalidad). Su voz con alma y el alma de su voz. Cuando oigo su música recuerdo siempre la expresión que Karen Blixen pone en boca de Catalina la Grande, después de llorar en público por primera vez en su vida, tras oír al soprano Marelli en San Petersburgo: "Ah, que nous sommes punis pour avoir le coeur pur!". No soy quien para indicar nada de como debe escucharse una canción, pero por favor atended al diálogo al mismo tiempo respetuoso e incisivo que establece, a partir del min. 4:12, con las dos mujeres que cantan con él. O, por poner un ejemplo de su sentido de la armonía y del fraseo, mirad el modo salmódico en el que repite cuatro veces la palabra waltz en el estribillo de la canción. Qué arriesgado y sin embargo qué perfecto modo de repetir esa palabra. Lo he escuchado desde niño y lo llevo dentro, de modo que cuando lo oigo (a diario) no sé si estoy dentro o fuera de mí. La música de Leonard Cohen está en otro espacio, en otro tiempo, en el tiempo del instante, de la oración, de la presencia, de la persuasión y el abandono.
sábado, 22 de noviembre de 2008
Notas para un diario 80
¿Por qué escribo?
Lee, mi niña, tan sólo lo que quiero
que leas, nada más;
lo que pueda decirte sin querer
sólo a mí me pertenece
(no me lo quites, es cuanto poseo)
La soledad es una buena amiga,
lo fue hasta aquel día de un otoño
en que de pronto vi que tú no estabas.
Tu ausencia es el dolor que llevo dentro,
ando solo y vacío
en medio de confusos personajes
Tengo fama de ser más bien sabihondo,
y a veces, como un juego,
me pregunto qué cosa es este amor.
Tal vez no debería hacer preguntas
sobre lo demasiado grande,
Dios, la vida, el amor, y sin embargo
¿a quién puede importarle lo demás?
Pues soy muy exigente en amistad
y sé mucho de amigos y de afectos
te diré, mi niña,
que los amigos, que son pocos amigos,
forman parte de uno mismo.
Y pase lo que pase están ahí
atados al propio corazón,
su infortunio nos une más aún,
son suyas mis tristezas;
y no necesitamos palabras.
Cifrados en miradas y silencios
nos contamos secretos indecibles.
Hablo del tiempo que no vuelve atrás,
aunque no me lamento, sólo suelo
decir que tengo frío
y que el invierno es cada vez más crudo.
El poder se detiene ante las puertas
del reino que habitamos,
tu recuerdo es mi ley.
Ahora a mi alrededor todo es oscuro.
Pasan nubes radiantes por el cielo,
pero luego otra vez se hace de noche.
Le temo a la muerte más que los demás
porque nadie ha entendido mejor que yo
qué es la nada
Lo que te escribo nunca es la verdad,
sólo medias verdades que simulan
un decoro ingenioso, traspasado
por ráfagas extrañas de pasión;
aunque jamás simulo el amor mío,
que es tan mío, lo visto con las mil
apariencias bizarras que componen
el teatro de la vida.
Lo que cuento no es nada, nunca nadie
tiene algo que contar, salvo sus sueños.
Amamos aquello que nos falta
que nos niegan o que nos dan con parsimonia;
tú sabes comprender
esas contradicciones
que pueden más que yo, que son yo mismo.
Escribiéndote empiezo la jornada,
regreso a mi locura y soy feliz.
"Papá escribe", dicen nuestras hijas,
se mueven sigilosas para no
turbar la amarga dicha de ese instante.
(Fragmentos, ligeramente modificados, de Retrato de París del gran Carlos Pujol. La estrofa séptima es un pensamiento de la Marquesa de Sablé citado por Benedetta Craveri. La foto pertenece a Philippe Schalk)
viernes, 21 de noviembre de 2008
Alejo Carpentier
Ediciones Atalanta pone en la calle un volumen con el Viaje a la semilla y el Concierto barroco de Alejo Carpentier. Una edición sobria, más de lo habitual en la casa del Conde de Siruela, pero limpia, de una de las mejores piezas de la literatura en cualquier idioma: la historia de la vida, contada desde la inminencia de la muerte, de Don Marcial, el Marqués de Capellanías. No era un texto demasiado fácil de encontrar y sin embargo se trata de lo que los anglosajones llaman un must, es decir una nourriture terrestre imprescindible para todos. Maestría lingüística (acaso el más alto castellano del siglo) y literaria aparte –por cierto, Carpentier lo escribió en una sola noche–, el cuento tiene la fuerza alegórica expresada ya en el título: toda vida es un viaje a la semilla, un camino hacia delante que nos lleva invariablemente hacia atrás, hacia nuestra mengua o compresión vital, describiendo un círculo kafkiano en el que los cambios están delineados desde fuera del tiempo biológico. Una joya. En serio.
jueves, 20 de noviembre de 2008
Klee y Giacometti
Dos exposiciones en Berlín
En la sección de egiptología del Altes Museum de Berlín se ha inaugurado una exposición titulada Giacometti, el egipcio en la que, siguiendo la estela de una corriente historiográfica cada vez más influyente, se pone en conexión la obra del escultor italo-suizo con el arte antiguo, en este caso con el del Egipto faraónico. Según me dicen, la comparación sur place de esas obras está dejando a los espectadores sin aliento: pues la verdad es que no es un mal plan para el próximo puente de diciembre. ¡Quién pudiera! Sobre todo si tenemos en cuenta que podríamos ver otra exposición dedicada al Universo de Paul Klee.
Arte y memoria
No se debe improvisar ahora una teoría de la conexión del arte contemporáneo y un arte como el egipcio, ni en general ni en particular en el caso de Giacometti (más conocido era para mí, a partir del testimonio y los escritos de Anna Ajmatóva, la inspiración de Modigliani en el hieratismo egipcio). Personalmente no pienso parar hasta leer los textos del catálogo que ya he encargado. Pero es evidente que la cosa tiene que ver con una distinción bastante sencilla de entender: la diferencia que existe entre aquellos pintores (otro tanto se puede decir de los poetas) que pintan lo que ven y los que pintan lo que saben, o sea, los que pintan de memoria y para la memoria o para recordar y transmitir conocimiento. Los autores más perspicaces –Bonnefoy, el propio John Berger en su magnífico Esa belleza (Bartleby Editores,2005)– han discutido si las figuras más conocidas de Giacometti adelgazaban para dejar más espacio al espectador (en una sutil analogía con la teoría clásica del alma como aquello que no siendo nada es un poco todas las cosas) o si, por el contrario, aparecen emergiendo. En todo caso, su genialidad está en incorporar movimiento a unas figuras que no se sabe si crecen o menguan pero que en todo caso contienen la perfección de no estar acabadas. Giacometti no veía formas, dice Bonnefoy, sino "una presencia que le cuestionaba acerca de la suya propia en este mundo". Una presencia que no se ve con los ojos de la cara sino que se conoce mentalmente por que se reconstruye primero en la memoria. A partir de 1928, en el que comienza la serie de las "esculturas planas" (muy presentes en el show berlinés), se encerró en su taller y dijo que que quería "reconstituir sólo con la memoria". Sin mirar. Sin copiar. De forma puramente abstracta. Como Klee por cierto. Como los artistas egipcios.
miércoles, 19 de noviembre de 2008
Notas para un diario 79
Bueno, pues si no te importa, yo sigo. Estoy viendo tu cara. Y casi oyendo ese "pesado" con el que sueles regalarme los oídos a menudo. Me encanta como lo dices, arrastrando la a y comiéndote la d: "pesaaaaaaaaaao". A todo esto, quizás ha llegado el momento de señalar en concreto de que estoy hablando, y lo malo es que no tengo ni idea. ¿De la mediación del arte? Puede. De la mediación, ¿pero entre qué y qué? Entre la vida y la muerte, entre el amor y la piedad. Puede, pero no lo sé a ciencia cierta. No te olvides de que esto, como reza su título (por cierto que esta tarde hablaré de la oración con uno de esos post con los que hago mi apostolado: ¿fue esa tu fórmula?), bueno, pues que esto son simplemente unas notas para un diario, o sea que ni siquiera llega a ser uno, si quiera son unas bribes para preparar un diario: pequeños hilillos sueltos, desconchones en una pared pintada para engañar al ojo. Sea como sea, a mí todo esto de la muerte, la carne, las imágenes del arte, etc, etc, me pone, aunque sea a costa de quedarme cada vez más solo, a quien coño le importa. Y como los libros que aparecen en nuestra vida nos los ponen delante, sea la Providencia o el maligno, la cosa por cierto no es de poca monta, ha caído en mis manos uno que yo considero claramente providencial. Se llama Tiziano. Ninfa y pastor (Árdora, 1999), y yo que tú dejaría a ese judío con el que te gastas los cuartos e iría corriendo a por él a La Central/Mallorca. Se trata de las cartas que el escritor John Berger, de quien tanto prometo hablar en el futuro próximo, intercambia con su hija Katya, acerca del pintor veneciano. Todo empezó así: la tal Katya Berger, que hasta los veinte años nunca había querido hablar de arte con su viejo, y sólo para jorobarle (quizás es que era muy lista y no se consideraba preparada), de repente se larga a Venecia, se pone a contemplar la pintura del otro viejo y manda a su padre unas postales en las que queda patente que todo el tiempo que lleva "soportándole" lo ha aprovechado para interiorizar hasta la última gota del conocimiento que éste le había ido transmitiendo a manos llenas sin obtener de la niña una sola respuesta. El caso recuerda al del hijo de un rabino de Breslau al que todos creían mudo y tonto. No dijo una sola palabra hasta que cumplió los treinta, pero ese día, en plena fiesta, comenzó a hablar y se dieron cuenta de que era sabio y que conocía la Torá de memoria. El diálogo entre el padre y la hija es ejemplar, en el sentido cervantino del término: a mí me resulta moralmente extraordinario que un padre y una hija puedan hablar de esas cosas con semejante inteligencia y confianza. Léelo y verás que envidia te da, que en eso nos parecemos mucho, la libertad, la admiración intelectual y el amor que destilan esas epístolas. Bueno, al hilo de lo que te he escrito estos últimos días, resulta que hablan justamente de lo que Bataille llamó Las lágrimas de Eros (por cierto, por cierto, sabías que los nuevos responsables del Thyssen, mucho más "modernos" que su antecesor, el gran Llorens, están preparando una exposición con ese título para el futuro próximo?: ¿será verdad que un museo necesita detrás un proyecto intelectual sólido? Yo creo más bien que no, by the way, total a quién le importan esos planteamientos románticos y anticuados, no será al tal señor Krens a quien mi amigo Jean Clair tiene tanta manía). El dolor y el amor. El dolor del cuerpo enamorado: ¿puede alguien morir de amor? No creo tampoco, no exageremos con esas cosas que parecemos la Brönte. La buena, claro, o sea Emily (Ojo: tampoco es que la otra fuera mala, ni mucho menos). Esto se está convirtiendo en una auténtica diarrea mental, y créeme que sé lo que digo. Te estoy oyendo doña perfecta: "te estás pasando siete pueblos". Me da igual. Lo bueno de escribir en España es que nadie te lee, a lo mejor ni tú siquiera, de manera que puedes escribir lo que te de la gana, con gran libertad, siempre que sea en tu libreta del alma, y ahora en este soporte que no sabemos muy bien ni lo que es ni adonde nos conduce a los blogers/argonautas que nos hemos embarcado en esta travesía sin destino ni Jasón que nos pilote (la única metáfora que me vale hasta ahora se la oí, haciendo zapping, a un sociólogo francés: internet es el sexto contienente, un continente en expansión). Bueno pues digo que no me importa porque aquí no se trata de ser elegante sino de escribir lo que brote y con eso me habré acercado al ideal de este subsubgénero que creó, para mayor gloria de todos, mi maestro gerundés en el mismo año de mi nacimiento (¿será una confluencia que me interpela desde la cuna o simplemente le cogió cansado y decidió pasar de ponerle lógica al relato de su vida?). A ti te parece que me alejo del tema pero en realidad nunca he estado más en él que cuando consigo convertir todo esto en un caos formal. Volviendo por un instante al tema de eros y tánatos, el bueno de John Berger le pregunta a su niña (Victoria por favor espabila, coño, que necesito tu compañía, y sé que me la puedes dar) si cree, siento no poder traer aquí todo el contexto, que toda la carne es femenina y si no cree ella que "lo específicamente masculino son las fantasías, las ambiciones, las ideas, las obsesiones. ¿Podría, en cambio, ser femenina su carne (la del varón quiere decir)?". La niña/mujer contesta en dos fases. La primera dentro de lo políticamente correcto, aunque no lo reconozca claro está: "¡Pues no! La carne no es sólo femenina. Precisamente el que a lo largo de los siglos las mujeres nunca hayan dejado de ser deseadas, el que los hombres las deseen siempre, se debe, en parte, a una pequeña mentira, tan vieja como el mundo, según la cual toda carne es femenina. No es más que una convención en virtud de la cual los hombres usan los cuerpos de las mujeres para expresar sus propios deseos pasivos, su deseo de abandonarse, de tenderse, anhelantes, en una cama. Habéis convertido el cuerpo de la mujer en el embajador del deseo masculino o, más bien, del deseo, al margen del género. Pero, ¿te has fijado alguna vez que la piel del hombre, cuando es suave, es mucho más suave que la de la mujer?." Un final de frase genial, sin duda, que solo lo podía escribir una mujer como Katya Berger. Hasta aquí la respuesta pagada, por mucho que el final sea memorable. Pero después, y tras excusarse por si lo que dice puede parecer "sexista o falocrático"(sic), escribe (en la última de las cartas) las consideraciones más extraordinarias que imaginar quepa sobre eros y tánatos, hombre y mujer, arte y mediación. Resumo el contenido en algunas frases: "Lo que hace que un cuerpo te seduzca (¿a quién se le ocurre hablar de estas cosas con su padre?), o una página escrita te absorba hasta que te sumergas en ella, o que un lienzo viva, se mueva, hable e irradie algo que te atrae a su propio espacio es, en todos los casos, su peculiar forma de ser ellos mismos, de ser inseparables de sí mismos. De que les importe un comino los mirones (¿ves por qué no me corto un pelo cuando escribo?). De no someterse a nadie. De ser ellos mismos como si estuvieran solos en el mundo (…) Lo que les encanta a los hombre de la sensualidad femenina –implique o no el acto amoroso– es la forma en la que los gestos de la mujer, sus entonaciones, su presencia, surgen de las profundidades de su ser, de su niñez, quizá, de lo que es en sus propios sueños, de lo que puede ser cuando está durmiendo sola. Al hombre le entusiasma haberlo presenciado. Lo que digo les ocurre también a las mujeres, pero me he preguntado con más frecuencia qué es lo que ha atraído al hombre que está echado a mi lado que al contrario, hasta el punto de que a veces parece que conozco mejor a los hombres que a mí misma. (…) Cada gesto de la mujer es la suma de todos sus gestos secretos, y lo que deleita al hombre es conocer ese secreto. ¿Y al contrario? Creo que el placer de la mujer tiene que ver más con el hecho de revelar su secreto, con el hecho de despertar algo que estaba oculto y dormido (…) La mujer se parece más a la página que invita a su lectura, al lienzo que atrae la atención, que al hombre. Tal vez es por eso por lo que su cuerpo ha sido tan profusamente representado en el arte. No sólo porque la mayoría de los artistas han sido hombres, sino también porque hay algo esencial en la relación entre los sexos: la mujer inseparable de sí misma, y el hombre vigilándola, deleitándose en su proximidad".
martes, 18 de noviembre de 2008
Notas para un diario 78
Sabía perfectamente que te iba a gustar la cita del Monte Athos, aunque naturalmente no te consuele de nada. En el monte sagrado en realidad hay 20 monasterios que, bajo la soberanía de Grecia, se gobiernan con autonomía: una de las normas es que en ese territorio esplendoroso y macedonio sólo pueden vivir hombres, o sea varones. Y eso es así desde hace mil años: desde que San Anastasio fundara El Gran Laura, el más antiguo de los veinte, hacia el año 962. De modo que parece que allí han vivido gentes que no han visto nunca a una mujer… ¿Increíble? Puede ser. Mi adorado Savinio cuenta, en La infancia de Nivasio Dolcemare (Siruela, 2005), la historia del monje Miguel Tolotos, que había sido recogido pocos días después de su nacimiento en las ruinas de su casa destruida por un terremoto, y llevado al convento de donde no había vuelto a salir nunca más. Savinio se pregunta: "¿Qué concepto puede tener de la mujer un hombre que no ha visto nunca a una mujer?" Y continúa con un párrafo admirable que paso a copiarte íntegro. "Uno se imagina una criatura ajena a las ansias y sentimientos que inspira una mujer, pero la verdad es otra. No haber visto nunca a una mujer es quizá la mejor condición para recibir el influjo del eterno femenino. Al igual que en el arte, el amor más elevado es aquel que no se cumple en la realidad. Ese poco físico que hay en el amor de Dante por Beatriz ensombrece el esplendor de aquel inefable sentimiento. Y cuando hay algo que impide la realización física del amor, el amor se enaltece hasta lo sublime, como en el caso de Eloísa y Abelardo. Sin olvidar que alguna mujer, si no viva al menos pintada, debe haber visto Miguel Tolotos en el convento del Monte Athos, aunque sólo fuera el rostro negro de la Virgen, protegido por la plata del icono, que allí llaman Panaguia, es decir, Todasanta. Y una imagen basta, como le bastó a Teofastro Bombasto de Hohenheim, llamado Paracelso, la imagen de Nuestra Señora de Einsiendeln para conocer el rostro de su madre, a la que nunca había visto. E incluso si la imagen de la mujer falta, no falta la imaginación de la mujer. Pues la mujer está en nosotros más de lo que nosotros estamos en ella. Y al igual que la mujer como cuerpo nace de una costilla nuestra, la mujer como idea nace de uno de los pliegues más recónditos de nuestra mente". Te voy a decir algo, inter nos: se me ocurren tal cantidad de cosas tras haber hecho de copista del italo-griego que creo sinceramente que lo mejor que puedo hacer es dejar reposar el asunto al menos hasta mañana. Sea.
lunes, 17 de noviembre de 2008
Notas para un diario 77
Me gustaría recobrar hoy, en este espacio literario, un poco de tu presencia, continuar nuestra conversación, abierta y franca, desinteresada; lo grandioso de la vida es que uno no sabe nunca lo que se va a encontrar por delante, por mucho que mire hacia detrás. El medio es lo que no está ni delante ni detrás. Recuerdo de niño, adolescente, que cuando no podías disfrutar directamente del amor, buscabas una mediación: si estabas perdidamente enamorado de la hermana de un amigo, y no te correspondía, estar con ese amigo se convertía en algo más que un consuelo: era una mediación porque su presencia contenía de un modo misterioso la de la persona amada. ¡Genial, ahora va a resultar que somos casi como hermanos! No me parece mal. ¿Y a ti? Hablaré en los próximos días de la mediación, y si hace falta de las terceras personas, pero por ahora prefiero hablar de las mujeres en general y de la muerte en particular. Quería haberte contado, y se me olvidó (menudo idiota, en qué estaría pensando, con las perlas que me has encontrado tú últimamente) que en el Monte Athos (¿sabías que nuestro adorado y patagónico Chatwin pasó allí gran parte del final de su vida y que allí se convirtió en el seno de la Iglesia Ortodoxa Griega?) hay una inscripción que dice: Si mueres antes de morir, no mueres en el momento de la muerte. No. Tranquila. No tiene que ver sólo con la famosa teoría platónica de la escritura: aquello de que la escritura es muerte y, por tanto, que si vives escribiendo (o sea muriendo a la vida) quizás tu obra permanezca y sobreviva. No. Además, fíjate que (como muy bien vio André Gide), todo eso no es sino una versión intelectual del "Si el grano no muere…" evangélico. Yo voy, ahora al menos, a otra cosa. ¿Por qué han escrito ese lema los monjes? Muy fácil: por que allí no puede haber mujeres, o sea que viven como si no tuvieran vida presente. Fíjate que la frase por un lado afirma algo pero al mismo tiempo pretende seducir a quien la lee con una promesa. Con una promesa del otro lado. Seduce con la promesa de la inmortalidad. Todo el arte, hoy más que nunca, pretende ejercer la misma seducción: "Enámorate de mí, que soy real, moldéate a mí, sigue mi moraleja (¿puede haber algo más inmoral que la moralidad en el arte), olvídate de la vida". Se me ocurren dos cosas sobre la inmortalidad que promete esa frase: que ahora entiendo porque los dioses griegos envidiaban a los hombres. También se me ocurre que quizás dice "no mueres en el momento de la muerte" porque el que está muerto ya no puede morir. ¡Qué cosas más terribles, el amor y la muerte, el deseo y la piedad! ¿Y qué tiene que ver todo esto con la mediación y la presencia? No lo sé, pero sé que está ahí la cosa. De lo que no cabe duda es de que si uno no se separa un poco, no puede ni ver ni tocar ni entregarse (tres actos tan íntimamente sucesivos como lo son entre sí el pensamiento, la palabra y las acciones de los hombres). Puede estar pegado a aquello que desea alcanzar, pero no puede extender la mano y tocar, con todo lo que este acto humano significa. Por eso me gusta sentarme cerca de ti, lo más cerca posible, porque así en realidad no te veo bien y de ese modo todo el proceso queda desde el inicio detenido. Te mantienes tan solo como una presencia mediadora. Tú, que has estudiado lógica aristotélica, sabes lo que es el llamado "término medio" (perdona que te cosifique o que al menos haga abstracción de tu persona: créeme que es mejor así): en cualquier razonamiento hacen falta términos o juicios que enlacen el punto de partida y la conclusión. Es lo que podría permitir que lo que es y lo que todavía no es se identifiquen. ¿Y sólo en el plano lógico? Sería lo que nos habla de lo que es sin serlo todavía, como el hermano de la enamorada. En el amor, el acto de mediación es el tocar. La mediación nos habla siempre de una oscuridad. Y ¿quién habla en esa oscuridad? ¿La muerte para los vivos y la vida para los muertos? Quizás no sólo la muerte.
sábado, 15 de noviembre de 2008
Notas para un diario 76
No he podido escribir en el blog desde hace dos días. Lo siento. He estado, como el señor de la foto de Cyril Arapoff, buscando libros (y otras cosas quizás). Y no me ha dado tiempo. Espero volver el lunes. He añadido un post de Norah Jones. Conste que no tiene ningún sentido penitencial: a mí me apasiona su canción con Keith Richards.
miércoles, 12 de noviembre de 2008
FlashBacks
1. No, no voy a hablar, como han hecho tantos, de la nueva versión cinematográfica de Retorno a Brideshead. ¡Yo no hablo en este blog de cosas íntimas! Tampoco pienso ir a verla. Lo siento pero mi fidelidad a Charles/Jeremy Irons, Sebastian/Anthony Andrews y a Julia/Diana Quick es absoluta.
2. Esta es la entrada 201 del blog. De la 101 a la 200 se me ha pasado volando. Crecen mucho los lectores, las visitas, los países, mejor que mejor. Suelo introducir dos post al día, al menos entre semana: uno de texto a las mañanas (hacia las 10) y un vídeo musical (hacia las 19 horas). La gente me hace muchos comentarios off the record, menos en público. Cada uno que haga lo que quiera. No faltaba más. Aprovechando el número redondo, he hecho ligeros cambios en el diseño de la página y en el procedimiento de los comentarios. Me encantaría que os animaseis más con los comentarios, pero insisto, haced lo que queráis.
3. Mi principal modelo, en el diseño, es Pierre Assouline y su blog La République des Livres. No descarto trasladar su modelo, en cuanto al contenido, a este u otro blog en breve. Depende de avatares profesionales que se tienen que decidir pronto. Claro que aquello es Francia y esto España, para bien y para mal. Allí la literatura es algo similar a lo que aquí es el fútbol o el cotilleo, y el de Assouline aparece en todos los rankings como el primer blog de Francia. Muy por encima de los que se dedican a la red (a diferencia de aquí que somos mu modernos). Por cierto no os perdáis la entrevista que le dedican hoy en Culturas de La Vanguardia (la edición digital es de pago, así que no puedo traerla completa). También os recomiendo el libro Brèves de blog (2008), en el que Assouline ha seleccionado más de 4000 comentarios a su blog. Un nivel de discusión insólito en estos pagos.
4. Si cambio de blog, cosa más que posible, me centraré sólo en libros. Os ahorraréis las Notas para un diario que, no obstante, seguiré escribiendo y que, curiosamente, parece que ya tienen un editor interesado en ellas.
5. He escrito alguna vez que como soy nihilista no me gusta tener razón. No obstante, respecto de la entrada Notas para un diario 18, en la que hablaba de la exhumación de tumbas, leí ayer en ABC (11-11-08), una entrevista con Stanley G. Payne en la que dice, entre otras cosas, lo siguiente: "–La apertura de fosas se ha convertido en una misión religiosa, en un acto sagrado para la izquierda. ¿La corrección política es el peor enemigo del historiador, insiste el entrevistador: –De los peores, sobre todo en España. Es una religión, y como todas las religiones, pretende esconder la culpabilidad humana, lo que es muy grave. Se quiere volcar la culpa sobre unos determinados chivos expiatorios, que en el caso español es la derecha en el pasado. Esto cumple una función psicológica muy importante para la izquierda, de ahí lo entramado del andamiaje de la Memoria Histórica".
6. Micah P. Hinson, el gran descubrimiento para mí de los últimos tiempos, debido al buen gusto y la amabilidad de mi amigo el pintor José Ignacio Agorreta, actuará en Barcelona el día 20 de noviembre. La semana antes tiene previsto actuar en Bilbao, Mallorca, Santander, etc (www.houstonpartyrecords.com). Hay un buen artículo sobre el cantante de Memphis hoy en Culturas titulado "Dolor y luz".
7. Por último quiero dar las gracias muy especialmente a los proveedores habituales de vídeos musicales de este blog: María P., en primer lugar, L.F. y también mi amigo Pepo Moncada.
martes, 11 de noviembre de 2008
Un mar de muerte
Acaba de aparecer en las librerías Un mar de muerte, de David Rieff. Es la historia de la enfermedad y la muerte de Susan Sontag, contada por su hijo David (ambos en la foto, ¿tomada en París?), él también escritor y periodista. A mí me ha interesado por varias razones: primero porque habla de Susan Sontag, un personaje que siempre me ha atraído, a la que he leído durante años, siempre con admiración y casi siempre en desacuerdo; segundo, porque me gustan los libros que tratan sobre algo importante para el que lo escribe, y en los que el autor se puede decir que se desfonda emocionalmente (lo cual no siempre coincide con un desfonde artístico o intelectual); y, tercero, y último, tenía interés en ver como alguien hablaba de la muerte de su madre. Yo mismo puede que lo haga con la muerte de la mía cualquier día.
El libro de Rieff no me ha decepcionado en ninguno de esos tres aspectos.
Y me han impresionado las citas al Diario de la Sontag. Veo en amazon que Rieff ha preparado una primera entrega de los Journals & Notebooks que estará a la venta en Estados Unidos a partir del 9 de diciembre. Yo no me los pierdo.
lunes, 10 de noviembre de 2008
Notas para un diario 75
Pues va a ser que no: ahora que habían convencido a la familia del poeta de que dejaran que se abriera la fosa de Víznar, viene la plenaria de la Audiencia Nacional (¡qué nación vamos a construir así, sin dar a cada uno lo suyo!) e impide que se detenga la orden de exhumación de la fosa. ¡Qué paciencia hay que tener con los jueces! ¡Qué inmensa paciencia hace falta! No sabe uno ya a que carta quedarse: si quiere que se abra o no la zanja o que la tierra se trague el barranco para siempre jamás. En estos momentos de duda lo mejor es consultar a los poetas y ver que es lo que dicen ellos que ven más allá de todo y además lo saben expresar. Y puesto que se trata de resucitar a un muerto, me he ido a los textos sobre Lázaro de tres de los grandes. Primero, Valente, que en sus Poemas a Lázaro dice cosas como éstas: "/No reivindicaron/más privilegio que el de morir/para que el aire fuese/más libre en la alturas/y los hombres más libres… La nieve aún dura prodigiosamente/viva en el aire mismo/donde morir fue un puro/acto de fe o de supervivencia". Cernuda, que sabía muy bien de que hablaba, dedicó por las misma fechas (o sea después de la guerra incivil) un largo poema a Lázaro, seguramente uno de los mejores que nunca escribiera, en el que insiste en la misma idea: "/Alguien dijo palabras/De nuevo nacimiento./Mas no hubo allí sangre materna/Ni vientre fecundado/Que crea con dolor nueva vida doliente/Sólo anchas vendas, lienzos amarillos/Con olor denso, desnudaban/la carne gris y fláccida como fruto pasado;/No el terso cuerpo oscuro, rosa de los deseos,/Sino el cuerpo de un hijo de la muerte… Ahora. La hermosura es paciencia./Sé que el lirio del campo,/Tras de su humilde oscuridad en tantas noches/Con larga espera bajo tierra,/Del tallo verde erguido a la corola alba/Irrumpe un día en gloria triunfante". Uy, que trascendentes, que cosas las de estos poetas agnósticos, amantes de la complejidad. Y el tercero, Juan de Patmos, poeta y profeta como los anteriores, si acaso más humano, demasiado humano, habla también del futuro glorioso y de la paciencia con la que debemos soportar lo que tardan los vivos en morir y los muertos en retoñar; además este fue testigo ocular de lo que ocurrió con ese Lázaro convertido después en mito inspirador. Lo que más me llama la atención a mí es el comienzo de su relato: "Las hermanas enviaron a decirle: Señor, mira que aquel a quien amas está enfermo. Oyendo Jesús el recado, dijo: "Esta enfermedad no es mortal"". Pues vaya profeta, no había acabado de hablar que su amigo estaba ya rígido como un decreto. ¿Pero es que no le importaba? ¿Qué clase de amor es el que hace oídos sordos al dolor del amado, y hasta de su misma extinción física? ¿No hubiera sido más fácil y humano poner remedio a su agonía? Pues no, por lo visto no, mira tú por donde, prefirió esperar inactivo, no acudir (es el gran reproche que le hace después María de Betania) y dejar que las cosas siguieran su curso natural. Y la cosa es que lo sintió: "Jesús llora conturbado: se le arrasaron los ojos en lágrimas"¡Mirad como le amaba! Ahora, lo más increíble de todo es que a Jesús no le perdonaron el milagro: "Desde aquel día no pensaban sino en hallar medio de hacerle morir" (cf. Jn, XI, 1-53). Pues ya ves tú a que reflexiones prehistóricas nos ha conducido el interdicto judicial. ¡Qué paciencia hay que tener con los jueces!
domingo, 9 de noviembre de 2008
sábado, 8 de noviembre de 2008
La historia no ha terminado
Nuevo libro de Magris
Anagrama acaba de publicar el último libro de Claudio Magris en español, La storia non è finita (un libro de 2006) en el que, como dice el subtítulo de la edición, recoge los artículos del escritor de Trieste sobre "Ética, política, laicidad". Magris escribe, desde hace casi cuarenta años, en el Corriere della Sera, sobre muchas cosas, de literatura especialmente pero también sobre asuntos generales y de actualidad.
Laicismo
En este libro, precedidos por un ensayo más largo sobre la idea política de tolerancia religiosa, Magris ha dado a la imprenta aquellos artículos periodísticos que tratan de esos tres temas mencionados y, yo añadiría, directamente sobre el papel de la religión en la sociedad democrática contemporánea. Evidentemente, esto es lo que se incluye en el concepto de laicidad, inexistente en el castellano académico pero necesario para entender lo que Magris defiende en este terreno. La laicidad es un punto medio, virtuoso, entre la odiosa injerencia eclesiástica en los asuntos públicos y el laicismo o voluntad de reducir la religiosidad de los ciudadanos al ámbito privado, amputándoles injustamente, y con grave menoscabo para la libertad política y el bien de la sociedad, una parte de sus derechos civiles. En otras palabras, consiste lisa y llanamente en dar "a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César" (mensaje casi inédito a día de hoy y a cuyo discernimiento se dedican dos artículos en el libro).
Abierto, honrado y sensato
La cuestión es compleja y delicada: seguramente que Magris no acierta siempre, lo que por cierto sólo revela algo que ya sabíamos: que como todos es falible, contradictorio a veces y por momentos hasta rígido y arbitrario en algunas de sus posiciones concretas. ¿Humano? Ecco! Pero yo admiro los planteamientos de Magris, con los que estoy de acuerdo en lo fundamental, porque son abiertos, honrados y sensatos. Lo que, teniendo en cuenta el asunto tratado, no me parece poco.
Mas cosas
El libro tiene más cosas. Claro. Por ejemplo una descripción, en un ensayo sobre la enfermedad, de como aceptó su mujer, Marisa Madieri, su cáncer y como se enfrentó con él hasta el momento de la muerte. Una lección de persuasión. Aquí aparece el mejor Magris (que sin el otro, el polemista, el hombre que se arriesga a equivocarse en público, no sería nada por supuesto). Leer, por favor, el artículo que escribe sobre el descanso y el verano: "La conjura contra el verano". Una pieza magistral.
(La foto –qué foto– está tomada por Danilo de Marco en el Café San Marco de Trieste, lugar habitual de trabajo de Claudio)
viernes, 7 de noviembre de 2008
Love hurts 2
Una persona que me conoce muy bien, y que ha apreciado dos poemas anteriores (La sombra de un amor y Nada), me manda un poema de Pedro Salinas que no dudo en publicar aquí:
No quiero que te vayas
dolor, última forma
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