Con la entrada anterior, he publicado ya las primeras 100 entradas del blog. Me alegra especialmente que haya sido hablando sobre Green y sobre mi amigo Fernando. Gracias a los que me habéis acompañado en algún momento de estos cuatro últimos meses (un periodo por cierto bastante intenso de mi vida).
Voy a pasar quince días sin escribir. Me gustaría que no fuese así pero en donde voy estar viviendo no hay posibilidad de conectarse a internet (en la foto veis la playa en la que pienso hacer footing, coger olas, chapotear en la orilla con Inés o sencillamente tumbarme a la bartola durante dos semanas). A cambio, podéis llamarme al móvil que para no entrar en quiebra he mantenido apagado esta última quincena.
No sé si seguiré en septiembre con el blog. Tengo que pensarlo. El único sentido que le veo hoy por hoy es que me sirve para estar en contacto con mis amigo que vivís en algún lugar en el norte de Argentina, en San Diego, San Petersburgo y Praga, en Viena, Oslo o Cracovia, Bruselas, París, Biarritz, Londres, Amsterdam, Venecia y Roma, Trieste y Gerona, Sevilla, Coruña, en Barcelona (mucho Barcelona, ahora más que nunca) o El Escorial, en Madrid y Pamplona, como no, mi muy querida Pamplona. Gracias a Dios sois muchos, más y mejores de lo que yo merezco. Desde luego parece una razón más que suficiente para mantenerlo. También hay que reconocer que es un contacto impersonal en más de un sentido y que me gustaría haber contestado a los que habéis escrito comentarios, dentro o fuera del blog, con mucha más calma y atención. Os pido perdón si no lo he hecho en la medida que esperábais.
He pensado siempre en personas con nombre y apellidos a la hora de escribir una entrada o de elegir una imagen concreta, lo haya dicho expresamente o no. Se puede decir que varias están escritas en clave y que todas reflejan algún que otro estado de mi alma a lo largo de este tiempo. Por lo que he comprobado, los interesados saben bien de lo que hablo. Aunque en dos o tres ocasiones he pedido permiso para usar fragmentos de conversaciones personales, espero no haber sido indiscreto, aunque tampoco me parecía bien andarme demasiado por las ramas. Creo que sólo una vez he sido malicioso. Mis amigos sois el hilo de mi vida y por tanto de todo lo que escribo, también de este blog.
Gracias a todos por vuestra inmensa paciencia y tolerancia conmigo. Quiero dar las gracias a los que han puesto la referencia a mi blog en sus páginas o blogs. J.L.O. me ha animado a escribir en este medio y me ha facilitado un sinfín de cuestiones técnicas. A los que me han permitido usar alguna de sus fotos (Enrich Duch, especialmente). Y a Anna A. por todas sus fotos y especialmente por la del caballo gombrichiano que preside este blog y que ya cuelga en el original en las paredes de mi dormitorio, junto a las fotos de mis hijos y a la de María Magdalena que compré en Francfurt, el día más triste de mi vida.