viernes, 24 de febrero de 2012

Amor ciego (V.S. Pritchett)


En uno de sus escritos teóricos, V. S. Pritchett (1900-1997), decía que "la novela tiende a contarnos todo, mientras que el cuento nos habla de una sola cosa, pero lo hace intensamente". Puede ser que la intensidad sea la marca del cuento, pero en eso el género breve se convertiría en la cifra de la literatura misma, de la literatura tout court. El propio Pritchett, el longevo hombre de letras, el biógrafo destacado de autores del XIX (Balzac, Turgéniev, Chéjov), el amante de una España que recorrió y describió en páginas llenas de sutileza y profundidad, también de países como Rusia y de Irlanda cuya tradición espiritual le fascinaba, fue antes que nada un escritor de cuentos. La perspicacia, la sutil agudeza con la que miraba al mundo y a sus semejantes le hacían plenamente apto para ese ámbito de expresión concentrada. De entre los más de setenta que publicó, destacan los del libro Blind Love (1969), Amor ciego, que la editorial bonaerense La Bestia Equilátera (2011) presenta ahora en una traducción espléndida de Martín Schifino. Para añadir densidad a lo apuntado entorno a la diferencia entre novela y cuento, hay que recordar que los relatos de Pritchett, sin ir más lejos los de este volumen, son casi siempre bastante largos, de cerca de medio centenar de páginas. Y, siendo verdad que se focalizan más bien en una sola cosa, en particular en el encuentro entre seres humanos llevado al límite por el amor, la desconfianza, la incomprensión, la credulidad o incredulidad religiosas, es mucho más lo que dicen acerca de otros muchos ámbitos, hasta el punto de que en los meandros de la historia, en la precisión matizada de cada frase, en las observaciones aparentemente triviales de los protagonistas, refulgen mil y un aspectos diferentes, un todo humano, y hasta la realidad entera. Cuando uno lee a Pritchett cobra mayor conciencia de que la vida es un gran misterio pero, mientras dura la lectura, parece como si lo esencial de ese secreto le estuviese siendo revelado. En el primero de los cuentos del libro, Amor ciego, el que le da el título, un abogado millonario y su asistente pasan del trato profesional frecuente y solícito al más puro amor. Las dificultades son mayores, aunque alguna de ellas (la ceguera) haya provocado no sólo el encuentro inicial sino la posibilidad de mantener las limitaciones que toda verdadera relación amorosa protege y esconde. No voy a destriparlo, pero sí a mostrar un rasgo de la sensibilidad de Pritchett. El modo en el que describe el brote de amor que nace en el minuto uno del primer encuentro. La asistente se presenta ante el ciego recomendada por un médico de Londres. Cruzan los saludos y presentaciones de rigor. Y dice: "Él le ofreció la mano, pero ella no la tomó de inmediato. No tenía la costumbre de estrechar la mano de la gente; al final, cuando lo hizo, giró la cabeza, como era su costumbre. Él le sostuvo la mano por bastante tiempo y ella percibió que le palpaba los huesos. Había oído que los ciegos lo hacían e inspiró hondo como para evitar que sus huesos o su piel transmitieran cualquier información sobre ella. Al sentir que la mano seca de ella cobraba vida, él retiró la suya. A ella se sorprendió descubrir que, al contacto con Armitage, se le habían pasado los nervios". ¿Alguien dijo "alta literatura"?

miércoles, 22 de febrero de 2012

Si yo tuviera menos de treinta años…


Me quedo impresionado cuando leo que la Fundación Han Nefkens, en colaboración con el Master de Creación Literaria de la Pompeu y la editorial Alfabia, ha dotado una beca de creación literaria para autores nacidos después de septiembre de 1978. Y más en estos momentos de crisis. Me gusta mucho que sea el ámbito privado de la sociedad, ese al que todo el mundo parece mirar con reservas, el que fomente la creación y dé una salida a quienes luchan por abrirse camino en el difícil mundo de la literatura. 1300 € mensuales, poder cursar el master y, sobre todo, tener asegurada la edición del libro es casi casi algo increíble. Puede ser novela o relatos, y eso es lo que más me gusta. Se nota que los que han promovido esto saben bien lo que hacen. En fin, quien tuviera menos de treinta años… La presentación tendrá lugar el próximo viernes 24 a las 12:30 en la sede de la Pompeu (también me gusta que esté asociado a una universidad, soy de los tontos que a pesar de los pesares sigo siendo, antes que nada, un universitario), en la calle Balmes, 123.

martes, 21 de febrero de 2012

Diario de invierno (Paul Auster)

Paul Auster presenta hoy martes en el CCCB de Barcelona su libro Diario de invierno (Anagrama, 2012). Acabo de leerlo, en dos o tres noches. Finaliza con esta frase y una fecha: "Has entrado en el invierno de tu vida (2011)". Ese dato bastaría para pensar que se trata de un ejercicio de miedo anticipatorio a la vejez y a la muerte. Y vaya sí lo es. Auster baraja dos citas de Joubert entre las que bascula: primero cuando el diarista francés dice que el final de la vida es amargo, y más tarde, para compensar un poco o para integrar la verdad que pueda tener el aserto número uno, esta otra sentencia: hay que morir inspirando amor (si se puede). Me quedo con la última, cómo no, aunque sé que nadie escapa inmune a la sombra de la otra. He pasado unas cuantas horas con el libro entre las manos y al final me ha dejado un regusto agridulce, como agridulces son los recuerdos de los que consta esta especie de summing-up, de ajuste de cuentas con uno mismo y su pasado. Un balance hecho como para empezar "limpio" la última etapa que se prevé tormentosamente invernal. El planteamiento parece un poco cenizo pero en manos de Paul Auster creo que quedarse en esto significaría reducir la cosa al absurdo. Hay más, mucho más y voy a intentar algún apunte que anime a quien sea a leer un libro bello, fuerte, duro a ratos pero escrito con una sinceridad y con una luz (gris) poco frecuente en el mundo de hoy y en el de ayer menos aún.
En concreto voy a hablar brevemente de cuatro cosas: de la dimensión autobiográfica, de la presencia del cuerpo, de la recurrencia en Auster y por último, de la relación de la literatura con la verdad. Prometo brevedad. Primero, el libro es extraño y creo que en el futuro se leerá como ejemplo de autobiografía que se planeta como un "diálogo" con uno mismo. Cosa relativamente rara en el género, esa separación es una parte del encanto austeriano porque contiene dos tradiciones muy antiguas, la griega del diálogo y la del monólogo interior que está incoada en la tradición judaica. Dos formas diferentes pero integradas de plantear el problema de la alteridad y de la identidad: je est un autre. La tradición hebraica está presente en el modo constante en el que todo se refiere al cuerpo y más concretamente al cuerpo doliente (Auster oscila entre dolor y placer pero acaba inclinándose por aquel en contra de éste). Es muy explícito en esto el libro: como ocurre en tantos otros casos el recuerdo es casi exclusivamente recuerdo de un dolor inseparable de la progresiva autoconciencia. La experiencias eróticas, incluido el aparentemente envidiable matrimonio con S.H. son mucho menos (con)formativas. Con Diario de invierno queda aún más claro lo que ya sabíamos Auster es también autor de un solo libro. Y ya es algo, es todo para un autor (en mi opinión hay pocos autores en cada generación). Ese libro único comenzó con La invención de la soledad (que Anagrama, más que oportunamente, ha reeditado a la vez). Son las dos hojas del mismo espejo, pero quien lo sostiene ahora en la mano tiene treinta años más. Tres décadas que prueban no obstante lo que para mí es una verdad: si la voz es la misma, y lo es, y por tanto expresa un espíritu que no envejece, entonces es que somos inmortales. Al menos la obra de Auster creo que lo será.

viernes, 17 de febrero de 2012

El primer libro de Automática


P. ¿Cuál es la filosofía de Automática? ¿En qué creéis literariamente hablando? ¿Qué se van a encontrar los lectores que se asomen a vuestros libros?
R. Automática inicia su andadura con una idea muy clara en mente: ofrecer al lector propuestas literarias originales, que aporten ópticas y posicionamientos genuinos frente a los discursos más comunes. Buscamos explorar, por medio de la literatura, algunos de los más interesantes ángulos desde los que es posible contemplar el complejo poliedro de la realidad actual. Nuestro catálogo, en consecuencia, está abierto a casi cualquier género, y tampoco nos ceñimos a ninguna época histórica o zona geográfica, de modo que, si tuviera que etiquetar nuestro credo diría que, de ser algo, somos una editorial esencialmente politeísta, en cuyo firmamento literario hay multitud de deidades. Los lectores de los títulos de Automática van a encontrar ese mismo carácter [¿ecléctico?] en nuestros títulos; entre ellos hay novelas autobiográficas, de terror psicológico, detectivescas, microrrelatos, filosóficas, drama... Eso sí, todas ellas magistralmente narradas.
P. Habéis elegido, para salir a escena, un momento digamos "interesante". ¿No os asustan los cantos de sirena que anuncian el fin de la cultura del libro?
R. Cualquiera diría que, de un momento a otro, comenzarán a escucharse los ecos de las trompetas del apocalipsis del libro, pero la verdad es que nosotros tenemos una visión relativamente optimista [si es que hoy día se pueden emplear palabras como esta] del sector. Es cierto que hay muchos retos que afrontar [libro electrónico, crisis, etc.], pero al mismo tiempo estamos viviendo momentos de renovación; muchos nuevos editores [entre los que nos incluimos] están embarcándose en proyectos muy ambiciosos que verdaderamente aportan algo nuevo y necesario al panorama literario de nuestro país. Hace no tantos años esto era impensable. Además, por el momento, los pequeños editores solo escuchamos el silbido de las balas que pasan por encima de nuestras cabezas. A esto hay que añadir que este año es “Año del Dragón” según el horóscopo chino; un momento estupendo para inicial proyectos.
P. Y para empezar... Gorki nada menos. ¿Por qué? ¿Qué otros títulos tenéis preparados?
R. Lo cierto es que hemos comenzado con Infancia de Gorki por varias razones, entre ellas el hecho de que se trata de un magnífico autor, y uno de los más influyentes en Rusia y en el mundo, que, curiosamente, es bastante desconocido en nuestro país, donde parece que solo se lo asocia a La Madre. Al mismo tiempo Infancia, para muchos su obra maestra, es un texto sorprendentemente actual, en el se narra el despertar al mundo y el primer aprendizaje de Alekséi, un niño que conocerá el declive y empobrecimiento de su familia, y que tendrá que aprender a salir adelante en un mundo en el que escasean las oportunidades y que se abisma a cambios gigantescos. Estas mismas dificultades son, hoy día, tristemente actuales para un gran número de españoles. De modo que Infancia, un libro ambientado en el último tercio del s.XIX nos habla, en cierto modo, de hoy, y lo hace por boca de Alekséi, el niño que desde la pobreza más absoluta terminará por llegar a ser Gorki, el escritor más importante de la Rusia de su época. En marzo saldrán a la venta los dos próximos títulos de Automática, La torre herida por el rayo, de Fernando Arrabal, una obra genial [ganadora del Premio Nadal de Novela y del Internacional de Nabokov de Novela] en la que, al ritmo de las jugadas que enfrentas a sus dos protagonistas en la final del campeonato del mundo de ajedrez, iremos profundizando en sus vidas, sus secretos, intrigas y obsesiones. Y La chaise-longue victoriana de Marghanita Laski, una magnífica novela del mejor terror de corte clásico, que PD James consideraba “la novela breve más aterradora y magistralmente escrita de la década”. Más adelante llegarán Daniil Jarms, Julien Green, Ruskin Bond y Marek Hłasko.


jueves, 16 de febrero de 2012

Notas para un diario 230

Días intensos dedicados a penas a ordenar la segunda parte de la biblioteca. Poner "orden" en varios miles de libros que encarnan el trabajo diario de decenios cansa de un modo que no lo puede "saber quien no lo prueba". Por momentos, uno se queda de lado, y los libros representan un muro, a la vez muro de la vergüenza y escala de Jacob. La ansiedad se dispara en alguien como yo, "maldecido" con una curiosidad babélica. En otros momentos hay ráfagas de luz que caen del cielo y abren por unos instantes las cavernas del sentido. Lo que más me ha divertido, como siempre, es el modo en el que unos libros eligen la cercanía de otros, como cuando sin haber yo hecho nada para que así fuese me di cuenta de que los libros de Menchu Gutiérrez y los de Unica Zürn se habían colocado chic to chic en el rincón de una de las baldas principales. No podía ser de otra manera y podía poner otros muchos ejemplos de ese fenómeno que me fascina. Alguien me preguntó ayer que cuál era el orden, sí alfabético, por temas, por siglos. Nada, nada. El único orden posible en un escritor afectivo como yo es el que usábamos jugando a las tinieblas: frío, frío, caliente, caliente, !!!!caliente¡¡¡¡. El muro se transforma entonces en una pared de fuego, como en un cuadro de Rothko: cada libro es un límite con otros, a los lados, arriba abajo, y cuando uno busca alguno en concreto se va aproximando a ciegas a una determinada zona de ignición, con una mano tendida en signo de derrota, y en el pecho va notando un calor progresivo que le indica que lo que busca en ese momento no está lejos y que tal vez está ahí esperándole.

martes, 14 de febrero de 2012

Sciascia por Javier Serrano


Acaba de aparecer en España una biografía intelectual de Leonardo Sciascia, La verdad recobrada en la escritura (Fragua, 2011), escrita por Javier Serrano. En las casi doscientas páginas de este espléndido libro, el autor recorre la vida y la obra de Sciascia con una coherencia, exactitud y claridad que habrían entusiasmado al escritor siciliano.
Leonardo Sciascia nació en la aldea de Racalmuto en 1921 y murió en 1989 en un hospital de Milán, víctima de un cáncer, después de haber descrito con los trazos de su escritura una de las trayectorias literarias, políticas y periodísticas más apasionantes de la vida italiana y por extensión europea de la segunda mitad del siglo XX. Desde sus comienzos cercanos al neorrealismo imperante hasta ese final propio, con obras maestras como El caballero y la muerte, en las que mezclaba sabiamente géneros tan aparentemente irreconciliables como la novela policiaca y el relato autobiográfico, la meditación o écfrasis sobre el arte pictórico y la indagación social y política, Sciascia dejó una veintena de obras que conforman cualquier canon de la novelística europea moderna. Ilustrado y clásico a la vez, escéptico y apasionado al tiempo, lúcido analista de innumerables realidades culturales, cada una de todas esas facetas está presentada en esta obra con sumo acierto.
El profesor Serrano ha dedicado largos años de su vida al estudio del autor de Todo modo. Ha recorrido los lugares por los que transitó, entrevistado a fondo a sus seres queridos y a los colegas que lo conocieron y admiraron. Lo ha leído, pensado, meditado, asimilado. Y nos ofrece ahora este ágil relato, que se lee como una novela, la aventura intelectual de un autor imprescindible.

lunes, 13 de febrero de 2012

Notas para un diario 229

Fin de semana en Burdeos. Homenaje a Florence Delay. Por una parte, los organizadores, una asociación de diplomados de Aquitania. Personas casi todas de una edad venerable, ansiosos de aprender, de hablar, de compartir conocimientos. No han temido al frío y algunos han puesto su vida en juego. De otra un puñado de amigos de Florence, encantados de pasar un fin de semana alrededor de alguien a quien queremos y admiramos, por ese orden. Más allá de las intervenciones, algunas muy lúcidas, del talento de Flo que asoma cuando uno menos lo espera, en una contestación, en un gesto, contando una historia en un momento de tensión, sobre todo he podido experimentar la profunda verdad de ese dicho de que los amigos de mis amigos son mis amigos. Algunos no nos conocíamos de nada, ni siquiera nos habíamos leído mutuamente, pero a los pocos minutos reinaba entre todos la más abierta amistad. Es un milagro, pero nada acerca más a la gente que mirar libre y serenamente hacia un mismo punto. Burdeos estaba preciosa, helada, dorada como el sol sobre las piedras de los edificios del XVIII. Todo ha sido muy rápido, muy imperfecto, menos la amistad recién alumbrada o plenamente confirmada, según los casos. Pocas palabras han bastado. Conocemos las encrucijadas por las que unos y otros estamos pasando, y con una sonrisa se han disipado no pocas nieblas. Es el arte del amor entre los amigos, algo que siendo gratis no se paga con nada.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Ocho escenas de Tokio (Osamu Dazai)


Me encontré con la obra de Osamu Dazai (Kanagi, 1909- Tokio, 1948) por casualidad. Indigno de ser humano, su autobiografía enmascarada, publicada por Sajalín Editores en 1999. Me quedé fascinado porque con ese relato ocurre lo siguiente: la vida del autor no aparece primero como un conjunto de referencias más o menos verídicas sino que refulge en cada palabra, en la fuerza vital de cada palabra. Esto es un don raro, pero cuando se encuentra en un autor no hay que dejarlo escapar. Kafka lo tenía. Son obras vivas, más vivas incluso que la vida que narran. Es como si describieran un paisaje, no desde una atalaya o desde la ventana de una casa sino desde un tren en marcha. El relato fluye al mismo tiempo que la vida. Es algo extraordinario y que produce en el lector una felicidad incomparable. Ahora, la misma editorial acaba de publicar un segundo volumen, con nuevas andanzas de este gran personaje que es el autor mismo. Ocho escenas de Tokio. Si en el primero la trama estaba centrada en un único personaje que no es el autor pero que se parece mucho a él, ahora el relato se abre aún más, las escenas se despliegan en abanico, alcanzando a más personajes, todos relacionados con él por lo demás. El volumen está presentado con fotos de la vida de Dazai. Un ejercicio de arte comparado que a mí personalmente me encanta. Su escritura parte siempre de imágenes, de manera que resulta oportuno incluirlas junto al texto. El uno de los relatos de Ocho escenas de la vida de Tokio, el protagonista parece alguien de nuevo muy cerca a un ser indigno de ser humano. Su inmoralidad, su inconsciencia, su falta de escrúpulos raya en en la crueldad. Hace muy infelices a quienes le rodean, pero al final queda de alguna forma redimido por haber escrito un bello texto sobre François Villon, el poeta medieval francés con quien el propio Dazai mantenía una comunión mística. En un autor así un dato de esa naturaleza abre un amplio horizonte de interpretación. En efecto, mirados con la suficiente distancia, ambos libros autobiográficos son la réplica de las dos obras mayores de Villon: El legado y El testamento. Dos testimonios sinceros de alguien que vivió al margen, que no se casó con nadie, que admitió ser un lobo para el hombre, y para la mujer aún más.

viernes, 3 de febrero de 2012

Noches de Bocaccio: entrevista a Juan Marsé


Soy de los que piensan que Marsé (Barcelona, 1933) es el gran novelista español actual. Alguien en quien la pasión por la vida y el talento de narrar se han dado felizmente la mano a fuerza de un trabajo incansable. Ahora nos devuelve esta obra maestra: Noches de Bocaccio (Alfabia, 2012), el relato de un desencanto, una mirada oblicua a un mundo conocido pero nunca aceptado del todo. Escribir es separarse de algo, en este caso en clave irónica, lúcida pero bien afilada. Los personajes de la gauche divine barcelonesa de los años setenta desfilan por las páginas de Marsé como fantasmas de sí mismos. Todos juegan a algo que no son. El insulso pope teórico, el descubridor o fabricante de talentos, el arribista que da lugar a otra nueva farsa, las divinas que se disponen en vano a calentarse con el último fuego fatuo. Marsé da los nombres. ¿Deseo de verdad? Desde luego que sí. ¿Privilegio de un realista literario y metafísico, de alguien que sabe bien que todo pasa y que al final no queda casi nada? Seguro, pero sobre todo de un autor para quien la literatura entre otras muchas cosas es el arte de desenmascarar tartufos.

Leer la entrevisa completa aquí

miércoles, 1 de febrero de 2012

Notas para un diario 228


El tratamiento del amor es la prueba del nueve de la literatura. La mejor literatura habla del amor (o de la muerte) y por eso no resulta imposible distinguir en efecto la buena de la mala; es tan difícil decir algo nuevo, original, lúcido sobre ese dios que cada libro por sí sólo se autocalifica de inmediato. ¿Aporta algo nuevo o repite peor o mejor dicho lo que se ha escrito ya mil veces? Platón a la cosa de la novedad, y aún antes, añadiría que el amor debe decirse de una manera determinada, prefigurando la necesaria exigencia formal que una obra de literatura debería mantener siempre. En la novela que se publicará próximamente en Alfabia hablo del amor, veremos con qué suerte. Por ejemplo hablo de una cosa que yo llamo la "sombra de un amor". Un personaje le escribe a una amiga a la que cree haber amado que el tiempo le ha ido descubriendo que entre ellos más que un amor lo que hubo fue la "sombra de un amor", o sea, algo que se parece al amor, tiene algunas o muchas de sus formas y manifestaciones, pero en realidad no es nada, apenas una sombra. Si acaso, más bien resulta su espantajo porque el amor, que es lo más valioso y delicado de la vida, no puede ni debe manipularse al antojo de los amantes. En una de las historias (son nueve en total) en las que se continúa la que ahora se va a publicar reaparece el asunto de la sombra, pero de un modo opuesto. La "sombra de un amor" también puede ser el efecto de frescor y amparo que produce el amor verdadero. Cuando por los motivos que fueren – muy graves y radicales han de ser para que alguien renuncie al amor verdadero – no pueda producirse la unión plena, sí existe, el amor es tan poderoso y real que puede proyectar una suave sombra que les cobije el resto de la vida. Ambos sentidos de la expresión, que yo tomé de la teología negativa, se complementan y a la vez se excluyen.