martes, 31 de mayo de 2011

Revisiones 05

Acaba de salir el número 05 de Revisiones. En esta ocasión se trata de un número monográfico dedicado al poema de John Ashbery Autorretrato en espejo convexo, que como sabéis se inspira en el cuadro homónimo de Parmigianino expuesto en el Kunsthistorishes Museum de Viena. Durante un año nos reunimos un grupo de personas para comentar el poema y el cuadro, y de ahí surgieron unos escritos que ahora presentamos con una nueva traducción del poema y la versión original del mismo. Kevin Power, Esteban Pujals, Gabriel Insausti y yo mismo escribimos cosas muy diferentes pero que apuntan todas a ese diálogo eterno entre pintura y poesía. Gabriel traduce de nuevo el poema que ya habían vertido al castellano Javier Marías y Julián Jiménez Heffernan. Creo que merece mucho la pena hacerse con este número.

lunes, 30 de mayo de 2011

Prozac

¿Qué nos pasa
a esta generación
que
cumplidos los cuarenta
no podemos vivir sin Prozac?
Somos un manojo de nervios, dijo el poeta.

¿Qué parte de nuestro
temperamento
rechazamos
impidiendo que aflore
nuestra verdadera naturaleza?
Sois una generación perdida, dijo el político.

¿Qué ambición
o deseo
frustramos
cada día y cada noche
permitiendo que un velo
nos oculte la insoportable realidad?
Eres un puñado de polvo, dijo el mago.

sábado, 28 de mayo de 2011

Dante and Co.

Leo en el último número de The New York Review of Books (26 may-8 jun) un artículo de Robert Pogue Harrison sobre la nueva traducción de la Vita Nuova de Dante que ha publicado la Harvard University Press. Artículo extraordinario en el que por medio de la crítica a la traducción del soneto Tanto Gentile se recorren las dos visiones principales del sentimiento amoroso en la tradición: la nihilista/romántica prefigurada en Guido Cavalcanti, "il primo amico" del Dante, y la que podríamos llamar espiritual basada en la esperanza de que el amor se plenifique en un ámbito trascendente; amor posesión frente a amor donación, accidente frente a sustancia, ese cambio se encarna en las nociones inversas del sujeto como amante o amado. Sé que la visión dantesca del amor como la única fuerza inspiradora de la vida puede ser una versión estilizada de lo que Freud llamaba la sobreestimación del objeto amoroso, pero a mí me gustaría estar en ella. En el mismo número de la revista aparecen dos poemas de Zagajewski traducidos por Clare Cavannagh. " A rapt, darked-hair Christ,/unswervingly attentive/bounded by Byzantium´s gold frame/watched me while my thoughts/were elsewhere…". Robert Pogue afirma, con toda razón, el carácter cristológico del poema dantesco, y podríamos establecer un paralelismo interesante con el de Adam Zagajewski, pero no es éste el lugar adecuado. Me limito a avisar de que el gran poeta polaco intervendrá en Madrid el próximo martes día 31 en la Biblioteca Nacional en un diálogo con César Antonio Molina. Justo la tarde anterior Enrique Vila-Matas chateará en El País sobre el ejercicio de la escritura.

jueves, 26 de mayo de 2011

Lydia Davis

750 páginas de literatura, y de la buena. Lydia Davis, Cuentos completos (Seix Barral, 2011, 28 €). ¿Quién no ha soñado con recopilar en un solo volumen, compacto, todos sus escritos? Me gusta: 1. la traducción impecable, como siempre, del gran Justo Navarro. 2. la brevedad de los textos. 3. el juego que hacen entre sí. 4. que esta mujer sí que escribe literalmente lo que le da la gana (se ve que no vive de esto sino para esto). 5. su mirada oblicua, como la luz dorada de la tarde. 6. las claves que ofrece para entender su (famoso) entorno. 7. el modo tumbativo y a la vez elegante como lo hace. Aquí un cuento (sobre Kafka preparando una cena vegetaleriana a Milena, sobre las muecas de un marido infiel y mentiroso pillado en un parking), allí dos frases sentenciosas, más allá una impresión, un poema en prosa o un retazo de traducción. A mí juicio lo mejor de la temporada. Un must. ¡Una auténtica pasada!

martes, 24 de mayo de 2011

Bartleby el escribiente

Siento un placer extraño cada vez que me inhibo, cada vez que me callo, cada vez que doy un paso atrás. He vaciado mi corazón: que los que me rodean llenen el suyo. Mi vida está marcada por el signo de menos. Desearía estar sin molestar. No aparecer. No saber nada. Vivir en el secreto, enterrarme en vida, enterrarme por adelantado. Y no resucitar jamás.



La imagen es de Sonia Pulido.

Plaza de Sol


El reparto gratuito de comida se ha convertido en un foco de problemas, pues ha atraído a gente necesitada pero también a pícaros. Tras comprobar que se estaba revendiendo la comida, ayer se intentó poner coto a la entrega indiscriminada de alimento. Se propuso reservarla a los voluntarios de la acampada, lo que desató la ira de quienes no forman parte de la organización. La propuesta, de momento, no ha prosperado. Desde la megafonía se pidió respeto para la comisión de alimento, y se advirtió de la presencia de carteristas. Por otra parte, se ha creado el punto de objetos perdidos, pues también se encuentran objetos sin dueño. Por último, ayer también se debatía cómo desvincularse de una manifestación que la rama del metal del sindicato CNT ha convocado hoy a las 19.00 en Sol para protestar "Contra los recortes y privatizaciones del PP".

Tomado de una crónica de El País de hoy.

lunes, 23 de mayo de 2011

Hopper´s last picture

Leo esta mañana un pasaje esclarecedor del ensayo Hopper, pintor metafísico de Elena Pontiggia: El propio pintor ha dicho, aludiendo a la interpretación de su obra: "se habla demasiado de soledad". Pero se le comprende poco si uno se limita a leer su pintura desde una perspectiva intimista. Lo que le interesa es la ontología, más aún que la psicología. De otro modo, se podría objetar, habría prestado más atención a los rostros, a su expresión facial. En cambio retrata la figura de lejos, y nunca secunda la curiosidad del espectador que querría conocer antecedentes, desarrollos y detalles.

El cuadro, Dos comediantes, del año 1966, es el último que pintó Hopper. Pertenece a un coleccionista privado.

domingo, 22 de mayo de 2011

La otra Duras

Un viaje en tren me devuelve con creces el placer de leer. Dos libros con mucho en común. Primero, Los perros y los lobos de Irène Némirovsky, recién aparecido (Salamandra, 2011). Después, Ourika, la primera novela (la mejor, creo yo) de Claire Duras, la otra Duras (Sexto Piso, 2011). Narran cada una la historia de dos niñas (Ada, Ourika) inteligentes, sensibles, artistas, enamoradas, rechazadas; cada una es el alter-ego de su autora, y ambas cuentan, junto con las penas del corazón, la experiencia del terror político (le Terreur en un caso, la Shoah en el otro). Qué capacidad de narrar la Historia, qué cuestiones del alma suscitan, qué uso de las palabras… ¡qué placer Dios mío, qué inmenso placer!

miércoles, 18 de mayo de 2011

El juego del arte


… o el arte del juego. Es el título de la charla que daré en la Casa Encendida de Madrid el próximo viernes, día 20 de mayo, a las siete de la tarde. Será dentro del Seminario El interior del juego que dirige Menchu Gutiérrez. La entrada es libre y gratuita.





En la foto, Helen Frankenthaler pintando.


lunes, 16 de mayo de 2011

La amistad y los libros

El aficionado a las librerías es como el que no puede resistirse a invitar a una comida improvisada a un huésped inesperado: nos apretujaremos un poco y donde hay para tres hay para cuatro. Muerta es la morada en la que no entran cada día un nuevo libro y un nuevo visitante, nuevos amigos*.

*De Claude Roy, El amante de las librerías, José J. de Olañeta, 2011, 6 €

domingo, 15 de mayo de 2011

Hobby Horse: Entrada número 1000

Con esta son ya 1000 las entradas de Hobby Horse. Querría antes que nada dar las gracias a todos los que han, habéis, pasado por aquí, aproximadamente unos 150 000 visitantes que han visto o leído el triple de páginas (o sea casi medio millón). Los números no son ni mucho menos lo esencial, pero reconforta sentirse acompañado. La entrada que más veces ha sido visitada (unas 700 veces) es una en la que hablaba precisamente de lo que quería conseguir con Hobby Horse. Decía que tan sólo quería crear un atmósfera y hablaba de las fotos de Anna Alejo, la autora de la foto del ur-hobby horse, del caballo de madera primigenio que inspiró este blog. Y citaba unas palabras de Peter Zumthor que ahora quiero reproducir aquí por la inmensa verdad que para mí contienen: "Entro en un edificio, veo un espacio y percibo una atmósfera, y, en décimas de segundo, tengo una sensación de lo que es. La atmósfera habla a una sensibilidad emocional, una percepción que funciona a una increíble velocidad y que los seres humanos tenemos para sobrevivir. No en todas las situaciones queremos recapacitar durante mucho tiempo sobre si aquello nos gusta o no, sobre si debemos salir corriendo de allí. Hay algo dentro de nosotros que nos dice enseguida un montón de cosas: un entendimiento inmediato, un rechazo inmediato. Naturalmente, conocemos bien la respuesta en el ámbito de la música. En el primer movimiento de la sonata para viola de Brahms (Sonata nº 2 en mi bemol mayor para viola y piano), cuando entra la viola, en un par de segundos ya está ahí, y no sé bien por qué. Y algo parecido ocurre en el ámbito de la arquitectura. No tan poderosa como en la más grande de las artes, la música, pero también está ahí". No tengo ni idea de cuanto más durará Hobby Horse pero ojalá que para alguien, me bastaría con fuese uno solo, haya conseguido crear una atmósfera.

viernes, 13 de mayo de 2011

Vladimir Holan

Il y a des livres
qu´ils s´ouvrent tout seuls
L´âme aussi fait l´amour. Voici le moment
ou les morts rencontrent celui qui n´est pas né…

Mais là-bas, dehors,
il y a plus d´hommes que d´homme
mais la bàs, dehors
il y a plus d´univers que de Dieu…

Hay de esos libros
que se abren solos.
El alma también hace el amor. Justo en el momento
en el que los muertos reencuentran al que aún no ha nacido…

Pero allí, fuera,
hay más bien hombres que de eso que llamamos el hombre,
pero allí, fuera,
hay más universo que de eso que llamamos Dios…

jueves, 12 de mayo de 2011

Notas para un diario 210

“Si tu veux faisons un rêve…” Así comienza un esbozo de Proust en el que narra un viaje en tren (quizás una primera versión de su traslado a Balbec en Noms du pays: Le pays). El sueño en Proust me fascina por muchas cosas, no la menor por su relación con el miedo. Todo Proust nace del temor, de la peur, el miedo a lo porvenir, el miedo al sufrimiento, el miedo a enfermar, el miedo a quedarse solo, el miedo al miedo. Del miedo nacen en Proust tanto el deseo como su restricción. No hay nada más novelesco que el miedo. De algún modo está todo ya en las primeras ascensiones al dormitorio, en los primeros anhelos de que la madre le conduzca y le bese, en las primeras aprehensiones a quedarse sólo o a oscuras. Su sexualidad está inscrita en lo que siente de niño por Swann, en el hecho ambivalente de que sea él quien impide, con sus visitas nocturnas, que su madre le acompañe y le introduzca de su mano suave y fuerte en el anticipo de la muerte que es el acostarse (¿conocéis algún niño al que le guste irse a dormir?). Todo amor contiene una dosis enorme de miedo y a la vez de ensueño. Me encanta leer, en el viaje mencionado, las reflexiones de Marcel cuando se queda solo en el duermevela del tren. Todo su mundo de dulces terrores infantiles le es devuelto en un instante. No puede siquiera despedirse de su madre que permanecerá en casa. Por cierto, quien mejor ha reflejado esos puntos de miedo que nos pinchan todo el tiempo que los músicos franceses del novecientos (el Debussy de La plus que lente, el Ravel de la Pavanne o el Fauré del Opus 24, la elegía para chelo y piano más maravillosa que conozco). Bendito el que sienta ese miedo, a herir, a ser herido, el miedo a la belleza de la lluvia, el miedo al viaje, el miedo a morir. Bendito el pusilánime, el delicado, el que no se impone y sufre callado. Pues bien, el narrador dice que sentía por primera vez que era posible que su madre viviere sin mí, en vez de por mí, otra vida. Ya en la lejanía del viaje esos pensamientos se mezclan con la somnolencia, con el traqueteo del vagón, con el deseo amoroso que no obstante le impulsa a abrirse de antemano a los amoríos en Balbec, y con el silencio que le rodea como un haz de luz. El silencio es la condición de posibilidad de la delicadeza. Me recuerda al capítulo XVI de El Quijote, el de la noche pasada en la venta de la delicada Maritornes, cuando dice el narrador: “Toda la venta estaba en silencio, y en toda ella no había otra luz que la que daba una lámpara que, colgada en medio del portal, ardía. Esta maravillosa quietud y los pensamientos…” hicieron que la venta se convirtiera en castillo.

La foto nuevamente es de mi adorado Lartigue.

martes, 10 de mayo de 2011

Notas para un diario 209

El otro día escribí que lo que hace que un cuerpo sea sagrado es que alguien lo ame. Safo lo sabía cuando dijo que lo más bello es aquello que uno ama. Había buscado la cita textual sin éxito aquel día. Hoy la he encontrado y me parece preciosa: "Y dicen que la tropa montada en carros, ya la de los infantes, ya la de los navíos, sobre la tierra negra es lo más bello; pero yo (digo) que es aquello que uno ama (lo más bello)". Eros sobre polemos. Como en Antígona: "Yo nací para amar, no para odiar". Me interesa especialmente la relación en Safo entre amor y belleza. Pura teoría de la recepción. ¿Quién no acepta que una dimensión subjetiva recorre nuestras apreciaciones de la belleza de las personas o las cosas? ¿y el papel que en ellas juega el agrado, el afecto, la admiración? Por eso no entiendo la afirmación de François Jullien cuando escribe (La China da que pensar) que "China ha pensado eso que la filosofía europea no ha pensado, abandonándola a la poesía…" ¿Cómo que "abandonándola"? Filosofía y poesía en Europa son tan inseparables como lo son en China y en ellas se funden amor (al conocimiento) y el sentido de la belleza; a lo mejor se trata de una mera cuestión de traducción. No sé, en cambio, si se puede afirmar que la verdad es en algún sentido el tertium non datur de esa relación. El amor y la belleza, tal y como los concebimos, ¿no excluyen a la verdad? ¿No es la verdad un elemento imposible de reconocer? En este plano lo oriental y lo occidental sí parece que se apartan mucho. Los primeros aceptan el caos y no temen caer en ningún abismo (allí está el Tao); los segundos veneramos un orden aparente, el orden de la ley y la verdad no alumbrada desde dentro. Pienso que Proust en el siglo pasado fue quien mejor superó la dimensión nefasta de la verdad, gracias al recurso anticipatorio y caleidoscópico de la myse en abyme, al uso del pasado simple de subjuntivo, etc, etc.

lunes, 9 de mayo de 2011

Primera Comunión

Quiero dar las gracias ante todo a Jesús. Por haberme amado tanto desde antes de que yo naciera.
A mis padres porque me han trasmitido la fe en Jesucristo. Han rezado conmigo cada mañana y cada noche. Mi padre me ha enseñado la oración al Alma de Cristo, la oración de San Ignacio de Loyola. Mi madre me ha mostrado con su ejemplo el valor de la oración. Su mutuo amor me ha conformado. Son cosas que me acompañarán siempre. Mis hermanos también me han ayudado a creer. Y las profesoras y los sacerdotes de mi colegio. Y mis cuatro abuelos.
Quiero dar las gracias a los que habéis venido a esta celebración de mi primera comunión. A mi familia por ser además amigos nuestros. Y a nuestros amigos, a quienes os consideramos familia.
Quiero pedir por mis amigas que en estos días recibirán al Señor.



P.S. Estas palabras las escribimos entre mi hija pequeña y yo, y ella las leyó el sábado, al terminar la Misa en la que comulgó por primera vez. La imagen de Santa Inés está en el Sacro Specco de Subiaco.

viernes, 6 de mayo de 2011

jueves, 5 de mayo de 2011

Kundera

Todos los años, a comienzos de mayo, suelo hacerme con el catálogo actualizado de La Pléiade. Es una colección de la editorial francesa Gallimard con obras (más o menos completas) de autores de la literatura universal. El catálogo es pequeño, funcional, y contiene una pequeña leyenda de cada libro y de cada autor y, lo que a mí me interesa más, el índice del contenido de cada volumen. Soy profesor de Literatura Universal (una especie en extinción), de modo que me tomo este ejercicio como un test con el que me autoevalúo. Compruebo cuánto me queda por leer y si ese año que ha pasado he ido abriéndome a nuevos clásicos. Aunque el resultado suele ser desalentador, me ayuda a orientarme y al final no dudo en darme a mí mismo una absolución de lo más ancha. En mayo, coincidiendo con el nuevo catálogo, La Pléiade ofrece las novedades de ese año. Si compras tres libros (los precios durante quince días son más bajos) te regalan además el album de la vida de un escritor (no se venden) con el mismo formato que los volúmenes de la colección. Cada año ofrecen uno nuevo. Alguno de estos albúmenes está muy bien hecho y tiempo después se buscan como joyas bibliográficas. Este año está dedicado a Paul Claudel (un autor que admiro particularmente). De entre las novedades de 2011 me he fijado en un Thomas De Quincey (otra referencia para mí) y en la publicación de dos tomos con la obra de Milan Kundera (novela y ensayo). He leído ya en De Quincey su extraordinario ensayo sobre "Los golpes a la puerta en Macbeth" y me he quedado asombrado una vez más de su calidad de lector. Al genio de Manchester le fascinaba el asesinato, algo previo y mucho más profundo que lo que aparece en la novela negra. Y en Kundera, que he empezado a hojear, veo con sorpresa que las normas o usos editoriales de la colección se han modificado. Muy Kundera. Sin biografía, apenas sin notas eruditas sin borradores sin anexos sin obras de juventud. Sólo lo édito. Sin referencias personales o biográficas. A Kundera no le agradan las confusiones en ese plano. Solo acepta entrevistas escritas y que él pueda revisar antes de su publicación. A Kundera no le gustan los malosentendidos. Kundera descree de todo lo que no sea lo que él llama "obra" (así se titula el conjunto:Oeuvre a secas) A Kundera no le gusta que le malinterpreten ni que le interpreten siquiera. Kundera ha escrito sobre la levedad, sobre la risa y la broma, pero siempre se ha tomado todo muy en serio.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Notas para un diario 208

Corto e intenso viaje a Barcelona la semana pasada. Encuentro la ciudad preciosa, especialmente a primera hora de la mañana. Había llovido los días anteriores y el ambiente se había limpiado un poco. Me gustaría tener el don de la amistad. La luz, a esas horas brillante y suave al mismo tiempo, me aviva. Me cuentan que uno de los intelectuales que yo más admiro (poeta, sabio extraordinario, acaso el mejor crítico de arte de nuestro país en el siglo pasado) cada vez que le rechazaban un libro las editoriales lo quemaba. ¿Cómo es posible, pensé de inmediato, que alguien con un prestigio entre los mejores estudiosos y artistas del mundo, con un bagaje de trabajo de décadas impecable, propio, indiscutible, se venga abajo porque un editor quelquonque le rechace (por las razones que sean) un manuscrito, y lo haga hasta el punto de destruir su trabajo? La verdad es que no podía pensar en otra cosa mientras hablaba de esto y lo otro con esa persona que tan de cerca había conocido a aquel hombre de genio. En otro recodo de la conversación, más adelante, volvemos inseperadamente sobre el mismo tema. En ese punto ya no me resisto a hacerle una pregunta directa: "¿Cómo es posible que sufriera tanto en su moral por un rechazo así? "¡No!, me contesta, ¡no lo has entendido! Quemaba ese libro porque para escribir el siguiente necesitaba desembarazarse del anterior. Sólo era por eso". Al salir de su casa en un barrio alto de la ciudad pensé que los dos únicos destinos dignos para un libro son el fuego o el papel, y que son dos formas más parecidas entre sí de lo que se cree, dos formas de sacrificio para el escritor, de incondicional ofrecimiento.

lunes, 2 de mayo de 2011

Ventanas

Me mandan desde la Argentina un link de la exposición del Met titulada Ventanas con vistas en referencia directa a E.M. Forster e indirecta al famoso ensayo de Virginia Woolf sobre la necesidad de mantener una cámara propia. Me da la impresión de que la muestra recoge sobre todo la visión romántica del que mira por la ventana de un cuarto hacia afuera. Me gustaría ver sobre todo los cuadros que pintó C.D. Friedrich de las vistas que desde su estudio en el puerto de Dresde tenía sobre el río Elba. Aquellas puntas de mástiles de barcos recién llegados o a punto de partir. Supongo que la mayoría de los pintores serán en efecto germanos, escandinavos, algún holandés, algún francés. En la mayoría de los casos, la estancia acaba siendo eso, un espacio estanco sin más horizonte que el marcado forzosamente por la propia ventana. El recorrido espacial y temporal de esa perspectiva quedó por eso algo limitado. ¿Estarán en el Met Matisse y sus ventanas abiertas? ¿O Hithcock? ¿O Anna Malagrida? En la modernidad la cosa ha girado para bien hacia la apertura al misterio de la ventana vista desde fuera de la habitación; eso tiene que ver curiosamente con la expansión de la increencia en Europa, al menos desde que Vélez de Guevara escribiera El diablo cojuelo al final de su vida mediado el siglo XVII. Como un ciego que quería a toda costa acordarse de la luz, Baudelaire escribió (Petits poèmes en prose) que no hay un objeto más profundo, más misterioso, más fecundo, más tenebroso, más deslumbrante, que una pequeña ventana iluminada por una vela. Y qué razón tenía, ¿no? En uno de sus inolvidables paseos por París decía Julien Green esto: "Me ha ocurrido con frecuencia detenerme de pronto ante una gran ventana revestida de falso encaje en el fondo de un viejo barrio, y soñar sin fin en los destinos ignotos que estarían palpitando al abrigo de aquellos cristales oscuros".