viernes, 31 de octubre de 2008

¡Viva la vida!

Had Gadya (Un solo cordero)

Atentado en la Universidad de Navarra 2

El pensamiento mágico
Con ese realismo que es uno de los subfondos del pensamiento mágico, acepta el hecho de que el hombre, por su culpa o sin ella, está expuesto a la desgracia, a la perdición, al aniquilamiento. Y como el pensamiento mágico no es capaz de representarse un fenómeno de forma abstracta, conceptual, busca y halla la causa en lo que el mito considera causa de todo acaecer: en la obra de las deidades.
Medusa
Sobre su cuerpo de mujer se erguía la cabeza, horrible, coronada por una cabellera formada por serpientes, con una boca de donde asomaban unos colmillos semejantes a las defensas de un jabalí y unos ojos desmesurados que petrificaban a quien los miraba. Atenea colocó la cabeza de Medusa en la égida que usaba como escudo.
Leviatán
Arquetipo de lo inferior en sí, del monstruo primordial del sacrificio cosmogónico. A veces se le identifica por entero con el mundo, o, mejor, con la fuerza que conserva y agita el mundo.
Satán
Tras la victoria de Cristo sobre el pecado, el poder de los demonios es solo una vana apariencia (por real que siga siendo en el ámbito intramundano el poder de las guerras y los tiranos). Los demonios han sido despojados de su poder: cf. Lc 10,18 y Mt 12, 28.
Sacrificio
Existen diversas explicaciones del sacrificio. La raíz de la palabra hebrea qorban significa también "acercar" y los sacrificios se consideraban un modo de acercar a Dios al hombre y el hombre a Dios.
Muerte
Muerte yo te ruego que hayas piedad/que so mozo de pocos días.
Muerte,2
Tendrás frío y te sentirás enojado. Inquieto, tu conocimiento estará perdido y desorientado, y vacilará: "Ay de mí, corazón! ¡Estoy muerto! ¿Qué debo hacer?" Te invadirá una infinita y tremenda congoja. Evita todo tipo de recuerdos porque deberás seguir sin aferrarte a nada ni a nadie.

jueves, 30 de octubre de 2008

Atentado en la Universidad de Navarra

Esta mañana, hacia las 11, ha estallado un coche bomba en la Universidad de Navarra. Los terroristas de ETA la han colocado en un lugar en el que habitualmente hay mucha gente pasando, durante todo el día. No ha habido muertos, lo que una vez más es un milagro patente. Cualquiera que conozca la vida del campus lo puede confirmar. Diecisiete heridos leves y varios edificios afectados, el Central bastante a juzgar por las llamas que salen a estas horas de las ventanas. Es el sexto atentado que sufre la Universidad de Navarra, de donde se induce que a los etarras no les gustamos nada de nada. Ellos a nosotros tampoco nos gustan en absoluto. Esa cadena de atentados es un cursus honorum para los que amamos la libertad. La diferencia es que nosotros les perdonamos de antemano, también este atentado y también lo haríamos si se hubieran producido muertos. Mi mujer tenía clase en el Central una hora más tarde. Hubiera pasado por allí mismo. Pero insisto en el perdón. Lo digo porque si esperan que nos vayamos de Navarra (ese el el objetivo de los seis atentados), lo llevan claro: sólo nos iremos con los pies por delante. Y algunos ni aun así, tampoco. Nosotros a lo nuestro, y ellos a lo suyo. Os doy las gracias desde aquí a todos los que habéis llamado para saber si nos había pasado algo grave. 

Amor y vejez

He leído ayer Amor y vejez, un opúsculo de François-René de Chateaubriand, publicado en la colección de los Cuadernos del Acantilado en 2008. Póstumo, inédito, este escrito estaba destinado, como una parte nada desdeñable de la mejor literatura de todos los tiempos, a perecer en las llamas, en este caso en las del hogar del genio de Saint-Maló. Un secretario mal pagado, que recibió el funesto encargo, pensó que era mejor guardarlo como un bien para sí. Ahí comienza la larga historia secreta del texto que Marc Fumaroli nos resume en el ensayo que lo acompaña en el volumen, y que es una de las mejores piezas de crítica literaria que he podido leer en mucho tiempo. Chateaubriand se autodefinió alguna vez como homo eroticissimus vel christianissimus, es decir, alguien con una sensualidad a flor de piel que, no obstante, podía cortar su fe en el Cristo al que amaba con unas tijeras. ¿Extraña mezcla? No creo que tanto. Si alguien no se lo cree, que se de un paseo por Roma, Vaticano incluido o por la obra de Lope, Rimas sacras incluidas. En realidad, más que sensual, que también, era un erotómano, no en el sentido directamente sexual que se le atribuye al término hoy día. Hombre amantísimo, podríamos decir, enamorado del amor como expresión sublime del espíritu humano. Y sin embargo, nadie como él conocía las dificultades del amor, el carácter casi siempre imposible de éste. La vejez, la senectud, de la que este escrito es un tratado memorable, en la que la decrepitud corporal se enfrenta a la hondura de la experiencia, es un momento de la vida en la que las pasiones lejos de ceder se destilan y pueden producir los frutos más refinados, fugaces y brillantes en la vida amorosa de cada quien. En todo caso, no os perdáis esta joya literaria.

miércoles, 29 de octubre de 2008

¿Una vida lograda?

Acabo de leer Carta a D. Historia de un amor, del escritor judío-austriaco-francés André Gorz, uno de los fundadores de Le Nouvel Observateur. Es el primer volumen de una nueva colección de Paidós que se llama El arco de Ulises. Son libros breves (!Viva!, ¡Cojones ya, como dijo Arrabal, es que aquí nadie lee ha leído las seis propuestas para este milenio de Calvino, Italo no Jean!¿Sigues pensando que mi escritura es elegante?) y que responden al siguiente palabro de Quevedo: "Hay libros cortos que, para entenderlos como se merecen, se necesita una larga vida". ¿Es el caso de la Carta a D.? Juzgadlo cada uno. Por mi parte, me limitaré a decir que me ha dejado muy pensativo. El autor le escribe a su mujer, muy enferma, una carta de amor y de despedida, una larga justificación de sus errores, un meditado examen de su conciencia y de la pureza de un amor que ha sido y es, en el momento de la escritura, la razón de su vida. Gorz ha querido ser marxista, ecologista, marcusiano, revolucionario y no sé cuantas equivocaciones más, pero para mí es simplemente un judío, y eso es lo que hace que su escritura y su mundo sean fascinantes. Lo que no se perdona a sí mismo, y lo que intenta enmendar ahora, cincuenta años más tarde, es el haber escrito en un libro de los años 50 once líneas sobre su mujer que, según dice, y con razón, han alterado irremediablemente el sentido de su vida en común. Eran unas líneas frívolas, poco meditadas, y en suma, falsas. La letra es la que condiciona la vida, y no al revés. Es el verdadero drama de estas vidas. Nadie, nadie tiene como los judíos el verdadero sentido de la escritura.

martes, 28 de octubre de 2008

Bukowski

Yo no me perdería la edición del primer relato de Charles Bukowski, Secuela de una larguísima nota de rechazo, que acaba de poner a la venta Nórdica Libros: un cuento increíblemente divertido y bien escrito, en una edición ilustrada a la que a mi juicio deberían darle sin dudar el premio al libro mejor editado del año. Supongo que si el editor lo presenta y al jurado en cuestión le queda la más mínima vergüenza, así ocurrirá para fortuna de todos los que nos importa la temperatura espiritual de este país que se llama España. De Bukowski habría mucho que decir y lo haremos, pero vaya por delante este primer relato, escrito a los veinticuatro años de edad, en el que aparece ya en todo su genio, un talento hecho de dos cosas que admiro sobremanera cuando van juntas y son debidamente dosificadas, cosa que por cierto ocurre pocas veces: me refiero a la ternura y el desgarro (también llamada mala leche). Bueno, pues que os recomiendo, si me lo permitís, esta joya literaria y bibliográfica (dos cosas que tampoco suelen ir juntas) que sólo cuesta 14 € y que en poco tiempo podréis vender por el triple (lo que en estos tiempos de tahures y engominados resulta ser un auténtica ganga)

lunes, 27 de octubre de 2008

Notas para un diario 72

Hemos caminado juntos un trecho del camino. Y ya está. Nos hemos conocido a fondo, pero lo nuestro no ha sido ni la sombra de un amor. Aún así, me aterra pensar que tal vez no haya querido nunca a nadie como te he querido a ti.

Margaret Atwood y las doce criadas de Odiseo

Homero
Y el discreto Telémaco dijo a los otros: No daré yo, en verdad, muerte noble de espada a estas siervas, que a mi madre y a mí nos tenían abrumados de oprobios y pasaban sus noches al lado de aquellos galanes. Tal diciendo, prendió de elevada columna un gran cable de bajel, rodeó el otro extremo a la cima del horno y estirólo hacia arriba, evitando que alguna apoyase sobre tierra los pies. Como tordos de gráciles alas o palomas cogidas en lazo cubierto de hojas que, buscando un descanso, se encuentran su lecho de muerte, tal mostraban allí sus cabezas en fila, y un nudo constriñó cada cuello hasta darles el fin más penoso, tras un breve y convulso agitar de sus pies en el aire.
Mateo
Mientras iban a comprar el aceite, vino el esposo, y las que estaban preparadas, entraron con él a las bodas, y se cerró la puerta. Al cabo vinieron las otras vírgenes, diciendo: Señor, ábrenos. Pero él respondió: yo no os conozco.
Robert Graves
Luego se detuvo Odiseo para preguntar a Euriclea, que había encerrado a las mujeres de palacio en sus alojamientos, cuántas de ellas habían permanecido fieles a su causa. Ella contestó: Solo doce han perdido su honor, señor. Llamó a las sirvientas culpables y les obligó a limpiar la sangre derramada en la sala con esponjas y agua, y cuando terminaron las puso en fila y las ahorcó. Patalearon un poco, pero pronto terminó todo.
Margaret Atwood (Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2008)
¡Eh! ¡Señor Nadie!¡Señor sin nombre!¡Señor maestro del Ilusionismo!¡Señor prestidigitador. nieto de ladrones y mentirosos!
Nosotras también estamos aquí, las que no tenemos nombre. Las otras sin nombre. Esa sobre las que cayó la vergüenza por culpa de otros. Las señaladas, las marcadas. Las chicas de la limpieza, las mozas de mejillas sonrosadas, las niñas risueñas y picaronas, las muchachas frívolas y descaradas, las jóvenes limpiadoras de sangre. Somos doce. Doce traseros redondos como la luna, doce apetitosas bocas, veinticuatro pechos mullidos como almohadas de plumas, y lo mejor de todo, veinticuatro temblorosos pies.
¿Te acuerdas de nosotras?
Debiste hacernos un funeral adecuado. Debiste verter vino sobre nosotras. Debiste de rezar para que te perdonáramos. Ahora no puedes librarte de nosotras, donde quiera que vayas: ni en la vida ni después de la vida ni en ninguna otra que tengas. (Penélope y la doce criadas)

Anyone Else But You

domingo, 26 de octubre de 2008

sábado, 25 de octubre de 2008

Alexia

Hace unos años escribí una nota sobre la biografía que mi amigo Pedro Antonio Urbina publicó sobre Alexia González Barros (Un regalo del cielo, Alexia y su familia). Decía esto, más o menos:
Creo que era Péguy quien repetía aquello de “pedid a los verdaderos escritores que escriban las vidas de los santos”; eso es precisamente lo que ha ocurrido con la vida de Alexia González-Barros escrita por Pedro Antonio Urbina. Con este telón de fondo he leído este libro admirable. Relata la historia de Alexia -una niña madrileña que muere de cáncer a los catorce años- y de su familia y, desde la primera página, se percibe hasta que punto la vida de la que ya muchos consideran santa (su proceso de beatificación se ha iniciado recientemente) está unida a unos seres que, desde antes de su nacimiento, la han querido. Nadie puede querer sin la experiencia previa de haber sido querido, y seguramente que por eso Dios precisa en la Escritura que Él nos amó primero.
Alexia no ha salido del paraíso, de la bienaventuranza, aun en medio de un sufrimiento físico y moral que recuerda significativamente al mismísimo Calvario. Niña que se hacía niña, dice Urbina. Con qué gozo se leen esas páginas, a mi juicio las mejores del libro, en las que la madre le reza al oído, y en las que le habla de una niña que se llama Alexia, que vive en Belén, con José y con María, cuidando de un pequeñín con los ojos azules que responde a su cariño con una sonrisa. Se revela, a través de la madre, un poco de lo que debió ser la vida interior de Alexia, tan normal y a la vez tan extraordinaria.
Alexia acepta su enfermedad y, gracias a ella, madura como persona hasta alcanzar una cima de amor impresionante. Insiste muchas veces en que Dios le ayuda, y no podía ser de otra forma para quien estaba entregándose absolutamente a un designio tan recio. En eso consiste la santidad, tan fácil y tan difícil. Y por cierto, tan irresistiblemente atractiva” (Nuestro tiempo, Junio de 1993)
Quince años después no tengo nada que rectificar, ni sobre el libro ni sobre mi opinión de la vida de Alexia. No he visto la dichosa película. No pienso verla, además. Pero si quiero decir que hace falta ser tamaño hijo de puta para meterse en la vida y en las creencias de los demás, con un niña de catorce años que muere de cáncer como motivo principal. Y quiero añadir una cosa: tengo el suficiente sentido civil para decir que si yo fuera de la familia de la niña, y alguien se ciscara en mi hermana y en mi madre de esa manera, me pasaría la vida persiguiéndole en los tribunales de justicia que, y no hace falta ser Savigny para saberlo, estoy seguro que me darían la razón sin dudarlo.

El sonido del silencio

Para Ana

jueves, 23 de octubre de 2008

Credo, ut intelligam

El Hijo de Dios crucificado es el acontecimiento histórico ante el cual se estrella todo intento de la mente de construir sobre argumentaciones solamente humanas una justificación suficiente del sentido de la existencia: "Dios ha elegido en el mundo lo que no es nada para convertir en nada las cosas que son" (1 Corintios, 1,28)

miércoles, 22 de octubre de 2008

Sky Blue Sky

Para Mary

Notas para un diario 71

No han sido muchas veces, pero tampoco han sido pocas. Empezaron pronto, a los cinco o seis años. Hubo un momento en mi vida en el que se intensificaron, en cantidad y en calidad. No siempre eran iguales, y a veces eran más fuertes cuanto más inespecífico era lo que las provocaba. La nieve. Recuerdo siempre la nieve, pero también la lluvia, el gris de algunos días, el caer rojo de la tarde, la luz dorada de una lámpara. El contacto con la ropa. El sonido de unas tazas de café. La siesta. Primero en Madrid, y en Inglaterra. Recuerdo la luz sobre la hierba, al comienzo del verano. Los aeropuertos. Después otra vez recomenzaron en Madrid, al final del bachillerato. Y los primeros años en Pamplona. En los parques. Siempre en soledad y con mucho tiempo por delante. Aunque se trata de una forma de comunión con los demás, cuando se producía estaba siempre solo. No sé cuanto duraban. Unos segundos, tal vez, aunque su estela se prolongaba varias semanas después. Las cosas te ven. La realidad te ve. Hay un brillo, un esplendor en las cosas. Está a la vez fuera y dentro. Tú quedas anulado y al mismo tiempo exaltado. No hay palabras. Ni tiempo. Si lo has visto, ya no lo olvidas. Tratas de recuperarlo, pero sabes que es imposible por que no depende de ti. Es parte de la magia, de la transfiguración a la que asistes atónito. Casi siempre te coge desprevenido y sin hacer nada. Es instantáneo y eterno. En mi caso, tiene que ver con la literatura. Tiene todo que ver con la literatura. Tú no haces nada. No puedes hacer nada, y al mismo tiempo lo recibes todo.

American Beauty

Consumismo

martes, 21 de octubre de 2008

María Perelló


Desde hoy martes y hasta el 15 del mes que viene, en la Galería Jordi Barnadas de Barcelona, se expone para su venta obra de María Perelló. Han aparecido en este blog algunas imágenes de los cuadros de María, sobre los que me gustaría escribir algo más largo. No me será difícil porque tengo cuatro cuadros suyos en mi casa, y conozco bien al menos otros dos. Sólo puedo decir ahora que la compañía diaria con su pintura ha sido una fuente de alegría. ¿Puede ser esto o me lo estoy inventando? Yo creo que sí. Nunca paso delante de uno de sus cuadros sin experimentar una alegría íntima. Suelo escuchar música delante de uno de ellos, y me paso horas mirándolo. ¿Alegría de qué? De estar vivo, sí, sobre todo la alegría de estar vivo. Algo que no muchas obras de arte consiguen transmitir.

Notas para un diario 70

El diario de un yuppie
"Oh, sí, tengo el claro presentimiento de que esta crisis no pasará así como así". Con estas palabras comienza el segundo capítulo de un libro que he cogido hoy nada más levantarme. Es el Diario de un yuppie de Louis Auchincloss. Es una novela que leí por primera vez hace veinte años, pero que no he olvidado en absoluto. No es nada original: la historia de un triunfador que naturalmente sabe íntimamente que es un desgraciado. No obstante, a mí, con veinte años me causó una honda impresión, y cada vez que he vuelto a ella he descubierto que refleja cosas que he conocido desde niño, y que el tiempo, y una relativa mayor experiencia de la vida no han hecho sino confirmarme.
El insomnio
La culpa de que haya vuelto a Auchincloss la tiene la entrevista que tuve el honor de escuchar ayer por la radio mientras me dormía. En general, la radio me seda y al poco rato caigo como un muerto. No fue el caso de ayer: a las tres de la mañana seguía dando vueltas entre las sábanas, angustiado con el miedo a despertar a Paula y con lo que había oído. ¿Y qué provocó semejante insomnio? Una entrevista, como digo, con el nuevo aspirante a dirigir los destinos de esa multinacional (el término lo empleó él) que es o debería ser el Real Madrid.
El hombre con atributos
Me quedé más estupefacto que los niños de la foto ante los muñecos del guiñol. Se trata de un hombre al que no sé como calificar: en su caso ignoro si carece de atributos, como el androide musiliano, o si en realidad le sobran tantos que el tipo ya ha optado, ¡en plena crisis!, por no cortarse un pelo y mostrarnos a tumba abierta su superioridad. Su discurso, de cara a presentar su candidatura por medio de esa entrevista, era fundamentalmente de tipo económico y societario. No se le veía demasiado interesado por el fútbol propiamente dicho, al menos en ese momento. Sus ideas venían avaladas por el argumento de autoridad, una forma discursiva particularmente odiosa, como sabían ya los primeros rétores griegos. Se calificaba a sí mismo de "especialista en generar valor". Échate a temblar. Yo no hacía más que pensar en los que compraron en su día acciones de Terra. Pero no quiero ir al caso concreto ni al argumento personal. A mí ese señor la verdad es que me cae muy bien, tiene un rostro simpático y varonil
Monetarizar los sentimientos
Su tesis fundamental es que la marca Real Madrid (como sonaba todo aquello a otro superman) podía incrementar su valor económico seis o siete veces. ¿Y para qué? Bueno pues sí, ese es el objetivo. El medio, muy fácil: las nuevas tecnologías permiten "monetarizar" la relación del club con todos sus simpatizantes repartidos por el globo terráqueo. Por ejemplo: si un esquimal de seis años es fan de Raúl, le mando por el ipod un video de éste contando su dieta a base de pescado azul, el niño manda a paseo a las crías de foca y yo le cobro 20 euros a su padre esquimal (o mejor que los caprichos del niño los pague el abuelo). Es facilísimo. No sé como la gente no se ha dado cuenta antes, menuda panda de besugos. Cambiar sentimientos por moneda. Y  por qué no hacer lo mismo con todo: la religión, la patria, la familia (cualquier día pongo a mis cuatro niños a trabajar; espera que hecho la cuenta: 4 niños a 3 euros la hora, ¡jode, me puedo forrar!: qué tontos somos Paula, sufriendo para acabar cada mes, nos está bien empleado). Pues eso, monetarizar el sentimiento. La fórmula mágica, la piedra filosofal, el bálsamo de Fierabrás y el número aúereo, todo junto, y nunca mejor dicho.
El reino de la cantidad
¿Díganos cual es el perfil de los miembros de su futura Junta?, le pregunta el locutor con ganas de avanzar en el elaborado pensamiento del candidato/generador de valor: "La primera condición es que sean personas que hayan tenido éxito en su vida profesional: que tengan su vida resuelta". Amigo. ¿Cómo no? Viva el éxito y muera el fracaso. Viva el rico y muera el pobre, viva el lobo y muerte al cordero. Y ¿qué es el éxito entonces? Tener la vida resuelta, y eso incluye tener pagadas las velas del velorio y la hornacina con las cenizas. Me suena eso del éxito. Cuántas veces lo he visto formulado en reuniones sociales y hasta familiares. Y sin escuchar ninguna palabra al respecto, no seamos ordinarios. Eso se dice con los ojos, cuando en vez de prójimos tenemos clientes a los que monetarizar. ¿Exagero? Puede ser. Exito, dinero, ideas, posición, lo tienen todo. A mí me parece que a ese señor y a muchos otros que pululan por ahí pavoneándose de manera indecente, le falta una cosa: principios. Por ejemplo el principio de que no todo se mide por la cantidad. Que no podemos adorar la cantidad, como dijo el bueno de Guénon en su magistral "El reino de la cantidad y los signos de los tiempos". Mira, se lo voy a mandar de regalo, aunque a falta de efectivo tenga que mangarlo de la tienda. Ay, no, que el librero es amigo mío y está también pelado. Mierda, que miserables somos.
Un consejo
Me va a permitir el señorito que le de un consejo (me siento como David ante Goliat): por favor, hágase con un asesor de imagen para su campaña. Sólo si quiere ganar. Al españolito medio, gente envidiosa que no le hemos perdonado que sea amigo de ese otro gran triunfador que fue Aznar, no nos gusta la gente que va de sobrada. Cambie un poco el disco o al menos la manera de presentarse. No sé da cuenta de que no estamos preparados para tanta brillantez. Aprenda de Florentino, que por lo menos iba de humilde. Sólo se engolaba cuando hablaba de "la institución del Real Madrid". ¿No fue aquel que cambio a Del Bosque, tras ganarlo todo, porque no daba la imagen dinámica y triunfadora que una multinacional se merece? Y a mí que me cae cojonudo, me parece un señor y hasta le dejaba que diese un paseo con mi señora. Sí, sí, le echaron por que parecía un bedel resfriado o un sastre casposo, algo insufrible en el mejor club del mundo.

lunes, 20 de octubre de 2008

Come Again

In treatment

Me dicen que hoy a las 12, por el canal de la Fox, comienza En terapia, la versión en español de la serie americana In treatment. Me dicen que es algo que nadie se debería perder. Y yo me lo creo, la verdad.

The Origin of Love

domingo, 19 de octubre de 2008

Notas para un diario 69


Me has preguntado
que como sé que te amo.
Muy fácil:
porque cada vez que sueño contigo,
me despierto llorando.
Giovanni Bellini, La Presentación

Notas para un diario 68


Y Patinir. Y Giovanni Bellini. Y Giulia Lama. Al menos permíteme añadir estos tres a la lista de pintores, que si no me siento como amputado, no podía dormir pensando en que los había traicionado no mencionándolos. De madrugada he comenzado a pensar y a obsesionarme con Giulia Lama. Sí, es la pintora cuya imagen colgaba de las paredes del despacho y en el fondo del escritorio de mi ordenador. La misma, autorretratada. Pobre Piazzeta! Esos volúmenes, la tournure, el color de la carne, de los labios, del pañuelo, el rojo sobre la paleta. No nos lo creemos, y te advierto que somos varios los que defendemos la tesis del autorretrato. ¿No? Ahora no me dejéis solo ante el peligro, que defecciones ya he tenido bastantes últimamente. (Lo único que os pido es que no dejéis de ver el cuadro en vuestra próxima visita a Madrid, mientras aquí tenéis una reproducción decente) Y nunca más a propósito la oportunidad de hablar de la Encarnación, en el contexto de estas últimas "anotaciones de condenado" que vengo escupiendo los últimos días. Como veis, no rechazo ningún reto intelectual, por arduo que sea, siempre que la cuestión me interese, claro, que si no me convierto en ese mismo instante en el bobo de Coria. La Virgen es la puerta de entrada del Verbo, la puerta de su anonadamiento, de su degradación ontológica, que a la vez es su historia de amor con el hombre, tema por cierto muy querido por Kafka, como queda más que demostrado en su relato sobre la metamorfosis: no hay que ser un lince para darse cuenta de que más que una transformación, lo de Grégor Samsa es una degradación y una epifanía: de hombre a bicho, aunque aquí también las cosas suben y bajan y pueden depender del punto de vista que se adopte. Pues bien, hablemos de la Encarnación, tema dominical donde los haya. Una de las maneras de entrar por la puerta de este misterio consiste en pensar en el porqué de la encarnación del Verbo en un hombre y no en una mujer. No me valen respuestas del tipo "fue así porque nació en un sociedad patriarcal". Tratándose de la Omnipotencia divina, a mí me parecen ridículos los intentos de reducirlo todo a argumentos humanos: es justo al contrario, es la cultura patriarcal la que depende del dato teológico y no a la inversa. Aunque suene a chiste, prefiero pensar que puestos a ser humilde, mejor fue encarnarse como hombre; al fin y al cabo, no pocos exégetas del Génesis han señalado que primero creó al hombre y, vistos los fallos, en un segundo intento hizo a la mujer. Incluso se ha llegado a afirmar que la encarnación del hombre era la única forma de solidaridad posible del Verbo con los barones, dada su inferioridad. ¿No está en su esencia la cercanía con el pobre y con el débil? ¿Bobadas? Puede ser, pero me parece una bobada mucho menos sutil la de ver en la Encarnación un modo de minusvaloración de la mujer. Claro que repito que estamos ante un misterio, y por tanto conseguiremos antes crecer diez centímetros más y aclarar el iris de nuestros ojos que resolver el enigma de los enigmas. Pero tampoco hay que ser vagos, que pensando se puede arrojar algo de luz sobre el asunto. Una vez escuché, de un teólogo checo (no era Kafka), un argumento que me pareció considerable, dada la dificultad del tema: empezaba por decir algo evidente, en estas cosas: para esclarecer un misterio teológico hay que ir de adelante hacia atrás. O sea, que la Creación depende de la Encarnación, y no a la inversa: de ahí lo del Cristo como alfa y omega, como Plenitud (o sea, como lo opuesto a la Nada de la que somos creados). La creación de dos sexos depende de la concreta condición sexuada del Salvador, y no al revés. Por lo tanto, la Creación dependió del hecho anterior, dicho sea en el sentido entitativo del adverbio, de que Cristo iba a nacer barón e iba a nacer de una mujer. O más específicamente: porque iba a nacer de mujer. Este último dato es definitivo, aunque sea muy posterior en el tiempo: Si la madre del Verbo encarnado consigue dar a luz virginalmente a Cristo gracias a la intervención divina, en el supuesto de un padre humano la naturaleza tal y como fue creada no ofrece a la intervención sobrenatural esa posibilidad. El hecho de que María fue mujer exigía que Cristo fuese hombre. Tenía que ser mujer porque un hombre no puede engendrar y la complementariedad María/Cristo, Mujer/Barón, venía exigida por la creación de dos ediciones de la imagen de Dios. La cuestión, si habéis seguido este razonamiento, queda pendiente de el dato previo de la exigencia de complementariedad sexual como plenitud y perfección de la persona (mujer y barón) imagen de Dios. Para aproximarse a esto hay que entrar en la noción de persona divina y en el dogma trinitario. En Él se encierran las más bellas respuestas a no pocos misterios de nuestra existencia. Por ejemplo, piénsese que la relación Primera persona (Padre) con la Segunda Persona (Hijo), debe de tener un correlato en la Creación. ¿Cabe pensar una relación más semejante que la que se produjo entre María y su Hijo? La escena de la Cruz revela este triángulo de amor: el Padre "sufriendo" en el Cielo y la Madre dolorosa en la tierra, y en el cruce el Hijo sufriente. Una doble pietas. Ese es el motivo por el que los padres orientales han hablado de María como icono del Padre. No es que sea el Padre, sino que lo revela en su perfección amorosa, como madre. No olvidemos que llamamos Padre al Padre de modo análogo. Es Padre y Madre (cf. Isaías, 66.13). Las dos ediciones de la imagen divina, en su carácter sexuado, hallan en la Primera Persona su fundamento último o su único fundamento. La exigencia de complementariedad, entre María y Jesús es un camino de ida y vuelta: María revela el semblante femenino de Dios que el Verbo, en su naturaleza individual humano-masculina, ocultaba. Una bella conclusión existencial es que ninguna persona está completa si está sola. Como en la Trinidad, en la que las personas son relaciones de amor. Si el Verbo encarnado necesita compañía, mejor es que ésta le complemente en lo que le falta como hombre, en su feminidad. Y así podríamos seguir, pero no lo voy a hacer, que a lo mejor se me enfandan los curas por hacerles la competencia desde este blog, siendo esa la más alejada de mis intenciones. Además, a mí mismo me está entrando un dolor de cabeza como el que le entró a San Agustín en la famosa playa en la que un niño había hecho un agujero en la arena para meter dentro el mar. No sé. La cosa anda por ahí, pero hay que reconocer que no es nada fácil ponerle el cascabel al gato de esa gran construcción que es la teología católica. Para colmo, Paula, atareada, ha pasado ya tres veces por mi lado sin decir nada ni quejarse, lo que me parece una forma de reclamarme de lo más incisiva y delicada. Pues eso, que me voy a comulgar y a Misa. Si no fuera por Paula…

sábado, 18 de octubre de 2008

PARIS/NEW YORK

Si vistéis

No os perdáis

Violet Hill

Notas para un diario 67

Hablábamos de amor con el Tajo de fondo. Me preguntaste por un pintor. Uno solo. Me entró pánico antes de contestarte. Hubiera preferido que me preguntaras por mis pecados. Me hubiera resultado más fácil contestar a eso. No recuerdo que dije pero sí que fueron tres y que se me olvidaron Modigliani y Vermeer. Del judeo-italiano hablaré pronto en un libro. En cuanto al pintor de Delft, de todos sus cuadros de interiores, tengo una predilección por esta Mujer durmiendo que está en el Metropolitan de Nueva York. No voy a decir aquello de que cuando lo vi por primera vez caí en un extraño éxtasis. No hubo nada de eso. No tengo una historia que contarte sobre ese cuadro. Sencillamente que me encanta. La cosa es que ahora caigo en el porqué: en él, además de la tela y los motivos de una naturaleza muerta, además de ser una imagen reflejada en un espejo, además de todo, de su color que es una belleza, aparecen juntos una mujer (¿durmiendo, soñando, suspirando?) y una puerta. Las mujeres y las puertas, el arte, el amor y la nada. Y dale con el temita. Pues sí, y en parte tenéis todos la culpa porque no dejáis de mandarme cosas al respecto. Empezamos a tener material para escribir un libro. No me olvido de la referencia teológica, en la que si puedo mañana trataré de penetrar. Ahora me limito a ofrecer dos noticias que me han hecho llegar dos grandes amigos. Varones sí, por increíble que te parezca. La primera se refiere de nuevo a Sciascia y a Savinio, y nada menos que a la muerte de éste contada por aquel. Transcribo: "Savinio y su mujer dormían en habitaciones separadas. Savinio estaba enfermo, padecía del corazón, por lo que mantenía la puerta de comunicación abierta. Una mañana la mujer se levantó y se encontró con la puerta cerrada y a Savinio, al otro lado de la puerta, muerto. Sacó fuerzas para levantarse e ir a cerrar la puerta para que su mujer no notara que se estaba muriendo". Se me saltan las lágrimas con este gesto, como a ti con las películas de cine. Un microrrelato maravilloso (hay otro hoy día en Inventario, que quizás tiene que algo que ver con este). La segunda referencia me viene de Los convidados, el blog del escritor mexicano Antonio Sarabia, un lugar en el que hay mucho que aprender y admirar, lo primero de todo a no dar patadas al idioma que nuestros ancestros nos han legado con tanto sacrificio moral. Los convidados cumple ahora un año de existencia, por lo que le felicitamos a su autor citando un fragmento de la traducción de una composición del poeta y editor Marcelo Teixeira (sólo espero que nadie se de por aludido con un poema tan bello y sumamente incisivo).

SI TE ABRO LA PUERTA

Si te abro la puerta
no olvides
que todas las noches exigen un sacrificio.

Nada receles
mas no esperes almíbar en la boca
ni armisticio al cuerpo
ni baño en la mañana.

Nada receles
mas no esperes palabras inocentes
acostumbro mentir en los días pares
y faltar a la verdad en los restantes.

Si te abro la puerta
llámame sólo por mi nombre
y sé bienvenida al trono de un reino saqueado.

viernes, 17 de octubre de 2008

miércoles, 15 de octubre de 2008

Notas para un diario 66

Lesen, lesen, lesen. No sé si es por que ayer ha comenzado la Feria del Libro de Francfurt o porqué, pero lo cierto es que a la gente le ha dado por leer este blog insignificante y me llegan algunos comentarios, éditos e inéditos, a mi último post, que no puedo dejar de agradecer; debo confesar que me han llegado dos desde la propia Frankfurter Buch Messe, que por cierto me han hecho una ilusión particular (me hablan desde allí de "besos germánicos" y de los colores fantásticos del otoño alemán), teniendo en cuenta lo que hemos sufrido estos últimos meses a costa de las dichosas editoriales. Ya os dije que el día más triste de mi vida lo pasé, ahora va a hacer un año, en la ciudad del die Main. Hay quien piensa que soy demasiado sensible (déjame entrar en el diagrama de Benn, porfa!, si hace falta echa a alguien que yo lo necesito mucho más: necesito tu alegría y tu sensatez) y quien opina que se me ve demasiado el plumero, qué vergüenza, pero no se dan cuenta de que si el blog es insignificante, mi persona lo es muchísimo más, y que cuando escribo soy nadie, como Odiseo. No voy a negar que cada "poème est toujours marié à quelqu´un" (René Char, Partage formel, fragmento XVI) y que las mujeres han marcado mi vida, pero no os olvidéis que miento más que hablo, y más cuando escribo. ¡Gracias Lauren. Gracias María! Os quiero mucho a las dos. Gracias fisherman, seas quien seas. No puedo dejar de consignar un comentario acerca de las mujeres y las puertas. Me dice una amiga que la frase famosa (la mujer es en el amor la puerta de la nada) no tiene nada de fatua si se sabe leer, cosa que yo no he sabido (esto lo digo yo): me dice muchas cosas, algunas me las reservo, si no os importa, porque sé que surgen de unas profundidades ante las que sólo me cabe callar respetuosamente, pero si puedo revelaros esta parte, una muestra de su talento: la mujer es la puerta de la nada porque le enseña al hombre a entrar por caminos de anonadamiento y humildad. Su referencia última es la Encarnación (la Virgen como puerta de entrada del Cristo; ahí es nada). No lo había pensado así, pero doy gracias al cielo por tener a varias personas velando por mí. Como comprenderéis, no me arrepiento de que sean las mujeres las que marquen mi vida y me enseñen a leer.
(La foto es de la Beinecke Rare Book and Manuscripts de la Universidad de Yale, chula eh? not a bad place to spend a life time!. Al final vamos a tener todos que aprender idiomas: será pedante el tío)

martes, 14 de octubre de 2008

lunes, 13 de octubre de 2008

Notas para un diario 65

Creo que te he contado que cuando murió mi madre de cáncer va a hacer ahora tres años, durante su agonía que duró una semana de siete días y siete noches, en la que permanecí a su lado, en un silencio profundísimo, comprobé de primera mano algo que sabía porque me lo habían contado y es que, cuando alguien muere, en el momento final, el tránsito dura más cuánto más sufren los que se quedan de este lado de la cortina, no quiero ni pensar que sea porque queden algunas cuentas pendientes; parece ser que el moribundo siente cuando estos seres queridos aceptan su muerte y entonces aprovecha para salir como de puntillas de su cuerpo y traspasar el velo de la vida. No pocas veces hay que pasarse horas y días diciéndole al oído que por favor se vaya, que te perdone, que se acepta el destino final y que uno se va a quedar bien, tranquilo y rodeado de los seres a los que el muerto quiere: el resto de los hermanos, los nietos, qué se yo, … No sé porqué hemos hablado de esta cosa tan triste, la muerte y la irrecuperable magia de la irrecuperable infancia, con el Ampurdán de fondo. Seguramente por que es uno de los dos polos de atracción que tiene para mí el globo terráqueo (el otro queda también por el noreste peninsular). Seguramente porque lo conocí también de niño, de la mano maestra de mi madre: tengo metido el sol dentro de la piel, y mira que he intentado sacármelo de ahí, sin éxito. Ah!, les premiers amours, ils sont inoubliables. Lo comprobé en el mismo momento en el que metí un pie en el agua azul y cristalina y vi al mismo tiempo que tu pie de nácar se encogía y volvía todavía más blanco. Fue un instante proustiano, un instante de memoria y transparencia que me hizo sentir muy mal, acordarme de la muerte de mi madre, desnudo de alma, algo mucho más impúdico que cualquier otra clase de desnudez. Para colmo, leo casi a diario a Pla, y ya van en pocos días que te muestro tres maestros/homenots, y hoy me he encontrado con algo que no puedo dejar de consignar aquí, en este preciso contexto de la amistad, la literatura y la muerte, por lo mucho que supone para mí como expresión de una forma de vida, o habría que decir mejor de muerte, que he querido ingenuamente compartir contigo: "una vida oscura, modesta, calmada y silenciosa, trabajar con cierto orden –a pesar del enorme desorden de mi época–. Sin el orden y la calma dudo mucho que haya nada que hacer: ni escribir una carta a la familia. Acerca de la literatura, tengo la misma idea que se proyecta sobre todas las cosas de la vida: la literatura es una cosa que sube y baja. La concepción que tengo acerca de mi literatura es más bien incierta. Además está el ascenso y el descenso que experimentan todas las cosas. No hay que darle más vueltas: el elemento más crítico de mi literatura soy yo mismo"

(Os pido que cliquéis en la foto y me digáis si existe un paisaje más mortalmente bello en el mundo)

domingo, 12 de octubre de 2008

Notas para un diario 64

Parliamo dunque di Alberto Savinio.
Y para empezar, antes de adentrarnos en el proceloso mar tirreno, penetremos en otro mar, no menos venturoso, el de las mujeres, el amor y la literatura, no en plan sociológico, ¡qué horror!, sino como debe ser siempre la poesía, con un fin expiatorio. Me explico. Conocí a Savinio, uno de los mejores (¿cinco? ¿diez?, dejémoslo que esto no es un concurso de belleza, ¿o si?) escritores del siglo veinte, o al menos uno de los de mi canon particular, valga la expresión contradictoria, lo conocí, digo, gracias a Sciascia, otro pez en mi red, y bien, el otro día, copie una frase del siciliano sobre las mujeres que lo menos que se puede considerar es desconsiderada: la mujer es en el amor la puerta de la nada. Frase fatua donde las haya pero que quise copiar para poner a prueba la paciencia de algunas gentes a las que me tocaba hacerles cosquillas. En realidad a mí lo que me interesa es el viejo tema kafkiano de la ley y de las puertas, como ha quedado de manifiesto en este blog más de una vez, y por tanto me molaba la sucesión terminológica: mujeres-puerta-nada. Pues bien, quiero ahora reparar esa falta de tacto, copiando otra frase de Savinio (maestro aventajado del pequeño/gran Leonardo) sobre las mujeres y la literatura, una frase que me parece magnífica y que suscribo al mil por mil: "No sé, pero parece que la amistad en otro tiempo debía de ser un sentimiento vivo entre los hombres. Ya no es así. Al menos, para mí no lo es; yo no encuentro en mis contemporáneos más que dureza, hostilidad y sospecha. ¿A quien más, sino a las mujeres, diremos entonces ese género de palabras, profundas, esas palabras que nacen de lo más íntimo, de ese ámbito secreto con las que Jesucristo se dirigía a los niños, aquellas que "las personas mayores no podían entender"?".
Por más que busque, no encontraré nunca una explicación mejor a la ratio essendi de este blog y de tantas otras cosas que de verdad me importan.
Esa frase de Savinio, que sólo puede nacer de la más inspirada capacidad de observación del tiempo propio, se encuentra en un libro maravilloso que se llama Nouva enciclopedia, título de ecos viquianos y volterianos y que, aunque se publicó en tiempos en español, sólo se encuentra, gracias a Calasso, en el sin par catálogo de Adelphi (en concreto es el número 7o de la Biblioteca Adelphi, 6ª ed., 2005). Sin ser para mí un catecismo (con 1 me basta y no me sobra), sí constituye una especie de alfabeto literario, un diccionario que me aleja cuando lo leo, al menos mientras dura la lectura, de la estupidez que me caracteriza. Os lo recomiendo vivamente, o si no, mejor no lo compréis (22 €) que ya os lo voy ofreciendo yo aquí en píldoras y traducciones libres.
El Capri de Savinio, ahora en Minúscula
Todo este largo rodeo, lo estoy dando para dar noticia (la actualidad hegeliana debe de prevalecer siempre) de un acontecimiento (después de una semana en Gerona oyendo, que no escuchando, al inefable Vattimo, me sale Heidegger y su ereignis por todos los poros de mi cuerpo en decadencia), de un acontecimiento editorial debido de nuevo al buen sentido de mi amiga Valeria Bergalli, que en la colección Paisajes narrados de la editorial Minúscula acaba de ofrecer al público lector el pequeño (¿póstumo?) volumen que Savinio dedicó a la isla de Capri.
Esto del ser y el tiempo no es ninguna tontería, y cómo no esta nueva joya editorial me llega en el momento más oportuno, el instante, der augenblick, para mi ser y mi pensar, es decir cuando vuelvo de un paso de muerte por el mediterráneo gerundés, calella incluida, un segundo de tiempo puntual en el que mi enfermiza capacidad de enamorarme de lugares, cosas y personas está completamente a flor de piel. Nada más oportuno que este viaje sentimental saviniano, pues, a la isla de las cabras para aquietar esta fase de mi espíritu casi siempre atormentado y melancólico.
No perdería ni un momento para acudir a la librería más próxima y comenzar la lectura de estas setenta páginas en las que se puede aprender mucho, viajar sin salir de la cámara de uno (tenga o no camarera) y apreciar unas gotas de la, como he dicho ya, mejor literatura del siglo del que ni salgo ni pienso salir mientras viva. Si lo leéis, os pido por favor que os fijéis en lo mejor de este libro, y de toda la literatura saviniana, y de la literatura tout court, la capacidad de establecer enlaces, transiciones, secuencias, lo que Aristóteles llamaba el logos o la lógica del relato. El mundo "de memoria, de incidencias, de coincidencias, de refracciones, de correspondencias" (Sciascia) que un escritor como Savinio sabía sabiamente establecer.

Out of time


I find myself completely out of time

sábado, 11 de octubre de 2008

Flaca


Para una amiga, flaca, peluda y sofísticada, pija-progre-catalanista, gran entendida en poesía popular (véase si no a Bob Dylan/Calamaro) y experta consumada en los famosos pp.ff., lectora de Borges en la veranda de su fundo argentino las noches de luna llena, a la que nunca he conseguido convencer de nada, y mira que lo he intentado.

De dos en dos

Verdades de Estado

Reproduzco a continuación, en una traducción improvisada, los párrafos centrales de un documento denominado el Appel de Blois, algo así como la Declaración (llamada de atención) de Blois, redactado y suscrito por los más eminentes historiadores del mundo. Lo traigo a este blog no tanto porque esté de acuerdo con la filosofía que lo inspira cuanto por la admiración y respeto que me merecen los firmantes del mismo, cuya relación ofrezco debajo del texto:
Inquietos por los riesgos de un intento de moralización retróspectiva de la historia y por la censura intelectual, llamamos a una movilización de los historiadores europeos y a la sabiduría de los políticos. La historia nunca debe ser esclava de la actualidad ni debe ser escrita balo el dictado de ejercicios concurrentes de memoria. En un Estado libre, no pertenece  ninguna autoridad política la tarea de definir la verdad histórica ni se puede restringir la libertad de los historiadores bajo la amenaza de sanciones penales.
Pedimos a los historiadores que hagan acopio de fuerzas en el interior de sus países para crear instancias similares a la nuestra y, en primer término, que firmen individualmente esta declaración que pretende instar a que cese la deriva de las leyes memorialistas.
A los responsables políticos, les pedimos que tomen conciencia de que, aunque les corresponde cuidar la memoria colectiva, no deben instituir verdades de Estado sobre el pasado con leyes cuya aplicación jurídica puede llevar consigo consecuencias restrictivas para la labor de los historiadores y para la libertad en general.
En democracia, la libertad para la historia es la libertad para todos.

Primeros signatarios: Aleida et Jan ASSMANN (Constance et Heidelberg), Élie BARNAVI (Tel Aviv), Luigi CAJANI (Rome), Hélène CARRERE D’ENCAUSSE (Paris), Étienne FRANÇOIS (Berlin), Timothy GARTON ASH (Oxford), Carlo GINZBURG (Bologne), José GOTOVITCH (Bruxelles), Eric HOBSBAWM (Londres), Jacques LE GOFF (Paris), Karol MODZELEWSKI (Varsovie) Jean PUISSANT (Bruxelles), Sergio ROMANO (Milan), Rafael VALLS MONTES (Valence), Henri WESSELING (La Haye), Heinrich August WINKLER (Berlin), Guy ZELIS (Louvain).

viernes, 10 de octubre de 2008

Premio Nobel para Jean Marie Le Clézio


¿Por qué he venido a Rodrigues? ¿No será como el personaje de Wells, para intentar retroceder en el tiempo?
La presencia de mi abuelo en este lugar solitario, esto es lo que me turba y me retiene. Tierra abrasada: negra, dura, que rechaza al hombre. Tierra indiferente a la vida, rocas, montañas, arenas, polvo de lava. Caos basáltico de la bahía Malgache, conos áridos, lunares, que mi abuelo anotó en sus planos, que servían, decía, de orientación a los navegantes.
Lo sentí desde que llegue a esta isla: era tal vez el viento violento que arrastraba las nubes, semejantes al humo de un incendio, en las cimas de las montañas. O en el azul del mar, intenso, iluminado por el sol, las oscuras corrientes que llegan a través del paso, los negros bancos de coral y las montañas leonadas, las hojas de las vacoas, los áloes, los cactus. Y sobre todo creo, el silencio, el silencio cargado de luz y viento, que parecía venir de la otra punta del océano, del profundo sur, de las regiones más puras del mundo, del Antártico, Australia, Oceanía. Algo que no comprendía bien y que me electrizaba, llenaba mi cuerpo y mi espíritu, una luz que me hinchaba, me nutría. Lo he sentido a cada instante del día, hasta el agotamiento. Por las noches incluso, bajo el oscuro azul del cielo, las estrellas tan seguras, tan próximas, la luna deslizándose entre jirones de nubes. He sentido que me hallaba en un lugar excepcional, que había llegado al final de un viaje, al lugar donde desde siempre debía venir.

(Fragmento del Voyage à Rodrigues de Jean Marie Le Clézio, Premio Nobel de Literatura 2008. Las fotos son de la isla de Rodrigues, perteneciente a las Islas Mascareñas)


Have you seen the bright lily grow?

Notas para un diario 63


El Observatorio (Obs)
A comienzos del verano de 2007, un grupo de personas preocupadas por el giro que estaban tomando los acontecimientos, decidimos dar un paso adelante y crear un observatorio de ideas. Nos reunimos para la ocasión en el sur de Francia, bajo los plátanos de la terraza del famoso a su pesar Auberge d´Achtal, en la pequeña aldea de Anglet, supongo que con el propósito inconsciente de tomar la debida distancia, y empezamos sobre la misma marcha una frenética tarea de recomposición de una situación que, a la vista está, empezaba a mostrar síntomas inequívocos de una esclerosis generalizada.
Como detalle anecdótico e inexplicable os contaré que el viaje argonáutico hasta Achtal se realizó en un Mini Cooper negro de mi propiedad en el que pasamos la frontera siete adultos sin que ningún policia, a pesar de lo que tuvieron a la vista, nos echara el alto. En la fundación del Obs no observamos ninguna clase de ceremonias especiales, tan solo una ecléctica visita a la bergmaniana capilla de la localidad (una joya singular del gótico tardío franco-bearnés), a la escuela, al cementerio en el que reposan no pocos héroes de las dos últimas contiendas mundiales a los que tributamos el debido respeto y, se me olvidaba, al frontón de la villa.
Los componentes
Antes de nada, quiero aclarar un punto delicado: hasta ahora no os había revelado la existencia del Obs porque, sin ser propiamente una sociedad secreta, si hemos querido mantener desde el inicio la debida discreción; no obstante, asiduos lectores del mejor Chesterton, y de El hombre que fue jueves en particular, sabemos que no hay mejor receta para mantener el sigilo que una visibilidad adecuadamente graduada.
Somos siete, como los siete magníficos, como el número áureo del judaísmo, como las colinas de Roma. No puedo por ahora revelar nombres pero os diré que la diplomacia, la alta creación, la intermediación cultural y la universidad están, como no, debidamente representadas. Añado algunos datos de interés: asimismo están representados los dos sexos más tradicionales, las distintas religiones, incluido como no el agnosticismo, varios continentes, diferentes economías (conste que aunque a estas alturas nos queremos entrañablemente, nunca se planteó la cosa como una sociedad de ayudas mutuas).
En este punto añado por último que ante la avalancha de peticiones de ingreso a nuestra sociedad que recibimos con regularidad, se ha decidido oficialmente mantener un numerus clausus estricto. Personas del máximo prestigio, poetas, filósofos, banqueros, ex ministros, todos, y digo todos, han sido rechazados en aras de la numerología. Se trata de un rechazo relativo y amistoso porque el Obs se solidariza con cuantas iniciativas similares puedan crearse, colabora desinteresadamente con todos e invita a sus reuniones a quien tenga un mediodía y una tarde entera libre al mes.
Las reuniones
En efecto, nuestras reuniones que, a pesar de la importancia de los temas incluidos en el improvisado orden del día, se desarrollan sin etiqueta ni encorsetamientos de ninguna clase (de hecho está prohibido asistir con ropa interior rígida). Siendo la parra de Achtal nuestro Ur de los caldeos, las reuniones ordinarias tienen lugar en una sede movible en el Barrio de las Letras de la capital de España (con perdón de la palabra), pero esa rotación no nos impide que, como avezados zahoríes, acabemos siempre en la misma fuente: un lugar (este sí lo mantendré en secreto, entre otra cosas por su limitado aforo) en el que corren generosamente nuestros particulares cuatro elementos: el jazz, los puros, el ron y la tonica (con gin, la verdad).
A turno de rol, uno de los componentes, recoge infielmente cuanto se dice en el curso de los trabajos de esa tarde. Hemos preparado un libro encuadernado en pasta española (con perdón otra vez) para dicho cometido. Al final de sesión, la firma de los fundadores es prescriptiva y compulsoria.
Las iniciativas del Obs
Me temo que en este punto sí debo mantener una mayor reserva. No nos molesta en absoluto, al contrario se puede decir que forma parte de nuestro estilo colectivo, que se nos considere un grupo más, una iniciativa bien planteada pero en el fondo inútil, o incluso una excusa perfecta para churrarse una vez al mes en un ambiente favorable al exceso, todo antes que faltar a la debida modestia colectiva. Fieles al principio de que lo esencial no es el poder sino la influencia, desarrollamos todo un conjunto de propuestas dirigidas a la elevación del nivel intelectual del entorno. Estamos profundamente convencidos de que a las personas hay que medirles por lo que hacen y no por lo que tienen. No obstante, no hace falta que se expliciten ahora mismo las distintas series de propuestas que se están implementando desde hace meses: además de un gesto contrario a la humildad, y por tanto a nuestro ánimo fundacional, sería algo inútil ya que, antes o después, todos vais a notar en el día a día esa ola de bienestar del que somos en buena parte responsables.
Por otra parte, y roto el hielo, no tengo el menor inconveniente en ir informando a los lectores de este blog de lo más significativo y relevante de lo que vayamos proponiendo en el futuro. Aviso de antemano de que se está gestando una pequeña revolución que podría modificar para bien el curso de muchas cosas a un plazo digamos medio.